Xiomara Castro. (Imagen de archivo/RHC)

Por Roberto Morejón

La añeja e indetenible práctica de los políticos estadounidenses, en especial los embajadores, de intervenir en los asuntos de otros países escribió otro capítulo, esta vez en Honduras.

El gobierno de la presidenta Xiomara Castro se vio precisado a dar por terminado el tratado bilateral de extradición con Estados Unidos, en respuesta a comentarios intolerables de la embajadora en Tegucigalpa, Laura Dogu.

La diplomática expresó imprudentemente lo que calificó de preocupación de su país por la reunión de dos altos funcionarios hondureños con el ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino.

La representante de Estados Unidos, como sus homólogos en cualquier latitud, se creen con el derecho de opinar sobre lo que les place, incluyendo situaciones que son de la única atribución de los lugareños.

De acuerdo con las autoridades hondureñas, la revocación del tratado bilateral de extradición tiene su origen en el peligro de que Washington lo utilice como arma política.

Lo haría para extraditar a funcionarios del gobierno o militares que no sean de su agrado por cuestiones estrictamente políticas.  

Dicho de otra forma, el gobierno hondureño recela de su contraparte y considera posible que utilice el tratado para intimidar o chantajear a las fuerzas armadas del país centroamericano.

Es más, el canciller de Honduras, Enrique Reyna, informó que los servicios de inteligencia detectaron un intento de golpe de barracas, inspirado en las declaraciones de la señora Dogu.

Es justo consignar la postura digna y valiente del gobierno y la presidenta Xiomara Castro, al negarse a admitir ataques a las fuerzas militares de su país y condenar lo que ella consideró intrusión de Estados Unidos.

Ciertamente, no es la primera vez que el país norteño muestra reparos sobre decisiones del gobierno de Xiomara Castro, pues destaca su resentimiento cuando Honduras cortó los lazos formales con Taiwán, apoyado por Estados Unidos, para establecer relaciones con China.

La propia embajadora Laura Dogu hizo comentarios en 2023 sobre la elección del fiscal general y el fiscal general adjunto.

Como esa diplomática, muchos embajadores y funcionarios estadounidenses son poco comedidos y reaccionan fuera de tono ante países que buscan una mayor independencia económica y política.