Capitolio de Estados Unidos
por Guillermo Alvarado
Falta apenas poco más de una semana para las elecciones presidenciales y las encuestas mantienen un empate entre los dos candidatos en prácticamente todo el país, incluidos los llamados “estados bisagra”, los que otorgan la mayor cantidad de electores y resultan decisivos.
Kamala Harris, a quien el partido Demócrata colocó en lugar del presidente Joseph Biden para borrar la desventaja que tenían con los republicanos, inició la campaña con mucho brío, tanto en la conquista de votantes como en la recaudación de dinero, la materia prima de estos comicios.
Sin embargo desde hace varias semanas parece haber llegado a una especie de tope en la intención de voto y, si bien se mantiene por ligera diferencia por encima de su contrincante, Donald Trump, en ningún caso supera el margen de error de las encuestas.
Un factor en su contra es la compleja situación económica que sufren los jóvenes afroamericanos y los de origen latino, habitualmente inclinados al partido Demócrata, pero que ahora lo responsabilizan por la falta de empleos de calidad, los bajos salarios insuficientes para enfrentar el costo de la vida y la falta de oportunidades de estudio.
Sin embargo, la situación en la vereda opuesta no es mejor pues Trump resistió el embate de la candidatura de Harris, pero jamás volvió a tener un margen a su favor como el que había logrado ante Biden.
Sin embargo, el polémico magnate tiene una buena posición en algunos de los estados clave, como Carolina del Norte, Arizona y Georgia.
Recordemos que en el enredado sistema electoral de Estados Unidos no gana quien obtiene la mayor cantidad de votos a nivel nacional, sino el que se impone en un grupo de entidades que otorgan un número elevado de electores.
Para explicarlo de manera rápida, un Colegio Electoral de 538 miembros decide quién será el próximo presidente del país. Cada estado aporta un número de electores de acuerdo a su densidad de población y, por ejemplo, California aporta 54, mientras Wyoming tres.
Para ganar los comicios, un candidato debe tener a su favor por lo menos a 270 de estos personajes, lo cual trae como consecuencia que van a centrar su atención en las entidades más pobladas, en desmedro de las menores.
Así pues, lo que vamos a conocer la noche del 5 de noviembre o quizás al día siguiente es quién sacó la mayor parte de electores, pero la designación formal del nuevo presidente ocurrirá semanas después, cuando el Colegio se reúna.
Por último, recordar que los sondeos no son ciencia exacta y casi nunca coinciden con la realidad, por lo que todo sigue abierto.