Elecciones en Estados Unidos
por Guillermo Alvarado
Sin nada para nadie de antemano, todas las opciones están abiertas hoy en Estados Unidos cuando el grueso de los electores acudan a las urnas para decidir al próximo presidente del país entre el excéntrico magnate Donald Trump y la actual vice gobernante, Kamala Harris.
Ambos han sumado y perdido adherentes a lo largo de la contienda, pero al final de la jornada el balance es muy equilibrado y cualquiera podría resultar electo luego de una campaña bastante sucia, en particular del lado del candidato del partido Republicano.
Donald Trump insultó, mintió, exageró lo más que pudo y prácticamente le declaró la guerra a los ciudadanos con ideas progresistas y, con todo eso, se mantiene codo a codo con Harris, en un país donde la incultura política es muy generalizada.
Sólo así se explica que haya personas de las capas pobres y sectores marginados, vinculados con iglesias fundamentalistas, que llenan recintos para escuchar a quien denominan como “su salvador” y que bien podrían ser el factor que lo impulse de nuevo a la Casa Blanca, aunque al día siguiente y en los próximos cuatro años sigan en la exclusión.
Del lado de Harris, ésta no logró conectar con sectores que tradicionalmente apoyan a los demócratas, como los jóvenes, los trabajadores, las minorías étnicas y los migrantes, en buena medida porque el gobierno al cual pertenece no cambió mucho las restricciones heredadas de Trump.
Es prácticamente un hecho que perdió buena parte del voto de la población de origen árabe, que es numerosa en entidades como Michigan, uno de los estados clave por la cantidad de electores que tiene.
Incluso la única diputada federal palestina-estadounidense, la demócrata de ese estado, Rashida Tlaib, se negó a apoyar a Harris por el sostén irrestricto del gobierno al genocidio perpetrado en Oriente Medio por Israel contra el pueblo palestino y las agresiones a Líbano e Irán.
Quizás el principal problema de la vicepresidenta es que no logró, o no quiso, desmarcarse de una administración que ha dedicado fondos multimillonarios a la guerra en Europa y armas para Israel, en lugar de atender las necesidades más urgentes de la población.
En este marco, todas las cartas están sobre la mesa y cualquiera puede ganar en un país donde las desmesuras son en ocasiones la regla y que podría sentar en la silla presidencial, incluso, a un tipo acusado por varios crímenes porque en ese lugar, vean ustedes, las leyes no impiden a un convicto acceder a la Casa Blanca y dirigir los destinos de millones de habitantes.