Imagen: Agua.org

Por María Josefina Arce

Varias regiones del mundo se enfrentan a lo que los expertos denominan estrés hídrico. Entre los factores que inciden en la actual  situación están el crecimiento demográfico, la acción humana  y el cambio climático.

La ONU ha afirmado que el cambio climático es una crisis del agua, pues su impacto se traduce en sequías e inundaciones que contaminan las fuentes de abasto del preciado líquido, que no llega a todos por igual.

México ha vivido una prolongada sequía que se extendió hasta mediados del presente año, lo que ha afectado a la población y también las actividades económicas.

Es esta por tanto, una problemática que está en el centro de atención del gobierno mexicano. De ahí que la presidenta Claudia Sheinbaum presentó en los últimos días el  Plan Nacional Hídrico hasta 2030.

Aseguró que se deja atrás la visión neoliberal, un proceso que ya había empezado con su antecesor Andrés Manuel López Obrador, y que ahora va a recibir un impulso mayor para recuperar el agua como un bien de la nación y un derecho humano.

Con una inversión para el año próximo de 20 mil millones de pesos, la estrategia del gobierno busca garantizar el acceso equitativo a ese recurso natural, mitigar el impacto ambiental y fomentar la gestión transparente.

En ese camino se ejecutarán  proyectos claves como la construcción de infraestructura hídrica en regiones críticas. Esto contempla presas, acueductos y sistemas de distribución.

Además se irá al saneamiento de ríos como el Lerma-Santiago, Atoyac y Tula, los más contaminados del país por aguas residuales, plásticos y la extracción ilicita de arena y grava.

Se prevé también la tecnificación del riego en más de 200 MIL hectáreas de terrenos agrícolas, lo que beneficiará a unas 225 MIL familias y permitirá mejorar la productividad.

El gobierno mexicano trabajará en los próximos años para que el agua esté al alcance de todos, sea un bien común,  y no sea acaparada  por intereses privados, en detrimento de los ciudadanos.