Trump promete terminar la construcción del Muro fronterizo
por Guillermo Alvarado
Dentro del programa que está preparando el equipo de trabajo del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, hay dos que tienen tintes sombríos no sólo para el exterior, sino para la economía y hasta la estabilidad social dentro de ese territorio.
Me refiero a la obsesión del magnate por terminar la construcción de un enorme muro que recorra la mayor parte de la frontera con México, el cual supuestamente impedirá el ingreso a Estados Unidos de quienes arriesgan sus vidas a cambio del supuesto “sueño americano”, más parecido a una pesadilla.
El otro es la peregrina idea de llevar a la práctica la mayor deportación en la historia de migrantes en situación irregular, junto con sus familiares, independientemente de si algunos de sus hijos nacieron en esa potencia y están amparados por las leyes.
Alguien cercano a Trump conocerá, sin duda, algo de historia y podría recordarle que ningún imperio que se haya aislado de sus vecinos se hizo por eso más fuerte o próspero.
Los muros son una ilusión que más tarde o temprano termina derrumbándose y ejemplos de eso abundan por doquier, en toda época o continente.
La única medida que funciona para evitar los grandes movimientos humanos es dar solución a las causas que los motivan, es decir educación, salud, empleo, una economía capaz de ofrecer oportunidades, vivienda digna, o sea todo aquello que Estados Unidos impide o destruye en el mundo.
Respecto a la deportación masiva, ya se conocen suficientes antecedentes como para asegurar que será lo más parecido a una guerra, donde una de las partes estará totalmente desarmada, mientras la otra ejercerá todo su poderío.
Ya se sabe, por ejemplo, que piensan utilizar al ejército para realizar la tarea sucia, y de eso se jactó recientemente quien será el jefe máximo del control fronterizo, Tom Homan, que adelantó el uso de bases y aviones militares para concentrar y expulsar a los migrantes.
Las fuerzas armadas son un multiplicador que podría ayudar con el transporte, la administración, el análisis de inteligencia y la construcción de infraestructura, con grandes carpas que podrían servir como centros de detención a corto plazo, dijo Homan sin ningún rubor.
Por supuesto que no todas las cosas funcionarán como las están pensando, pero sería un error menospreciar el poder de las fuerzas más racistas y xenófobas que habitan ese país, capaces de imaginar las acciones más brutales, aunque sepan que el golpe se les puede revertir.