Por: Roberto Morejón
En un abarcador espacio para la promoción y realización cultural se transformó la vigésimo quinta Feria Internacional del Libro Cuba 2016, cuya etapa en La Habana culminó el fin de semana, con significativa presencia de público.
La fase capitalina sirvió de adecuado inicio de una muestra de diversas manifestaciones culturales, NO sólo de la lectura, que ahora pasa a las restantes provincias cubanas.
De esta forma, las autoridades del país llevan a la práctica el loable propósito de extender a la mayor cantidad posible de territorios los beneficios de lo que bien se califica como la mayor fiesta de las letras cubanas.
La fase habanera de la feria del Libro número 25 quedó atrás después de la presentación de más de 900 novedades editoriales de unos 37 países y la dedicación especial a Uruguay, desde donde llegaron el vicepresidente Raúl Sendic y otras personalidades.
La cifra de casi 190 mil concurrentes a las salas de la Fortaleza de la Cabaña habilitadas para la muestra literaria y la venta de 90 mil ejemplares, ponen de relieve un notable acercamiento a las letras.
La estadística es llamativa porque los cubanos NO escapan a la dilatada influencia de las nuevas tecnologías en el mundo que, con frecuencia, masifican productos culturales banales, distantes del mejor goce espiritual.
En La Habana se pusieron a disposición de un público motivado textos de diversos géneros, desde autores renombrados como Juan Carlos Onetti hasta uno sobre la labor del Héroe Nacional José Martí en Uruguay.
Los asistentes a la feria pudieron adquirir también ejemplares relacionados con la vida de los 5 luchadores antiterroristas cubanos que sufrieron prisión en Estados Unidos.
“Un hombre en revolución”, del autor ruso Nikolai Leonov, acerca de la trayectoria del presidente Raúl Castro, y obras narrativas de José Soler Puig, escritor esencial de las letras cubanas, constituyeron singularidades en la Feria, en la etapa habanera.
Con presentaciones de intérpretes musicales y de grupos teatrales y una semana de cine uruguayo, el jolgorio cultural capitalino evidenció su perfil multifacético.
De esta forma se ha dado un paso importante en los esfuerzos para que los cubanos participen activamente en la mayor cantidad posible de propuestas auténticas del arte y la literatura.
Proyectos como la feria del Libro, con alcance nacional, contribuyen a que los ciudadanos aumenten sus posibilidades de apreciación artística al entrar en contacto con algunos patrones culturales poco edificantes, difundidos en el planeta.
Cuba alienta iniciativas que ayudan al enriquecimiento ético y humanista, sobre todo de los jóvenes.