Por Liz Martínez Vivero
En idéntica fecha a la de este domingo (6 de marzo) pero del año 1927 nació en el costeño municipio de Aracataca, del departamento colombiano de Magdalena, el hombre que cambió para siempre el curso de la literatura latinoamericana.
Reconocido familiarmente como Gabito, entre los profesionales de la prensa como Gabo… para el mundo entero Gabriel García Márquez es sinónimo de realismo mágico toda vez que, en cada una de sus obras, se asiste a una representación plena de un mundo semejante al cotidiano pero al mismo tiempo diferente.
Según otro colombiano, Juan Gabriel Vásquez: “Nadie es escritor si está totalmente satisfecho, toda obra literaria nace de un grado de insatisfacción con la vida, con la biografía, con el mundo tal como está hecho y la escritura es un intento por subsanar esas carencias.”
Si tomamos en cuenta esta frase como una premisa irrevocable valdría destacar algunos de los aspectos en la vida de García Márquez que entonces acabaron preestableciendo para él como único camino posible el literario.
Cuando sus padres se enamoraron, el padre de Luisa Santiaga, coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía no dio el visto bueno a la relación. Se opuso de plano pues no era Gabriel Eligio García el hombre adecuado para su hija. En primer término el hijo de madre soltera militaba en el Partido Conservador y todo Aracataca voceaba que era un mujeriego.
Finalmente, el coronel accedió a la relación y en Santa Marta celebraron nupcias el 11 de junio de 1926. La historia del cortejo fue inspiración para el primogénito Gabriel como argumento de la novela El amor en los tiempos del cólera (1985).
La joven pareja se trasladó a Barranquilla y el pequeño quedó al cuidado de Tranquilina Iguarán, su supersticiosa abuela que espantaba a las ranas por considerarlas brujas del pasado que regresaban para atormentar.
Ella llenaba la casa con sus historias de aparecidos, premoniciones y malos augurios que contaba sin titubeos, desde sus gestos haciendo naturales los hechos más inverosímiles.
Probablemente, una abuela como ella fue su primer acercamiento al realismo mágico que defendió a capa y espada frente a los precursores de las maneras más concretas que forman los mundillos literarios. Las abuelas tienen esa virtud de formar en los nietos elementos perdurables de los que ya no podemos ni queremos desprendernos.
Definitivamente Gabriel García Márquez, bajo el signo de piscis, nació con estrella y viene al caso que haya sido Aracataca el sitio marcado por el destino. En caso contrario, ¿quién sabe?
Si su abuelo, el coronel, no hubiera consentido la relación amorosa entre Luisa Santiaga y Gabriel Eligio a lo mejor no recordaríamos el tránsito desde Gabito hasta el Premio Nobel de Literatura y, en consecuencia, hoy los cataqueros no tendrían nada que celebrar. Celebra junto a ellos los amantes de sus letras.
Así sucede con los pueblos destinados a la grandeza, perduran también ellos en las memorias en el favor que le hacen sus hijos de inscribir, también en la eternidad, sus lugares de nacimiento.
(Tomado de Cubasí)