Por Arnaldo Musa
Aunque Alepo sigue siendo objeto de ataques de “opositores”, esos “terrroristas buenos” apoyados por Turquía y Estados Unidos, sus habitantes han celebrado jubilosamente la entrada de tropas sirias y la expulsión de los integrantes del Estado Islámico (EI) que tenían aterrorizada a la población.
Cualquiera que haya oído los argumentos del presidente turco Erdogan sobre el por qué tiene que intervenir en Siria, reiría si la situación no conllevara más dolor y muerte a la nación árabe, hoy profundamente dividida por las diversas invasiones enemigas, tanto de agrupaciones cuyos integrantes creen estar cumpliendo un mandato divino –tales son los suicidas que asesinan a diestra y siniestra-, como aquellos que se mueven por el poderoso caballero Don Dinero, y que tratan de mantener el saqueo a las riquezas petroleras y patrimoniales.
Lo cierto es que la ofensiva aérea rusa ha fortalecido al ejército sirio, que sorprendió realmente con su avance victorioso en Alepo, la ciudad más importante del norte, y que ha hecho estremecer al gobierno turco, que ya ha enviado tropas al norte sirio, y a quienes sostienen desde Riad adversas fuerzas mercenarias.
Tal situación ha hecho aflorar contradicciones entre Estados Unidos y Turquía y entre los elementos opositores, algunos de los cuales se niegan a combatir bajo las órdenes de Al Qaeda y del propio EI.
Preocupado por el avance de las tropas de Damasco, elementos contrarios a Al Assad expresaron desde Londres su preocupación, porque el ejército sirio “se dirige a la frontera turca, lo que impide infiltrar rebeldes y armas desde Turquía”.
Como se esperaba, el Imperio y la oposición hicieron todo lo posible para hacer fracasar las pocas horas de negociaciones en Ginebra para llegar a una solución del conflicto, que, según algunos entendidos, debe tener sesgo político y no militar, debido a la diversidad de intereses opuestos.
En estas circunstancias, la presión sobre Estados Unidos aumentó, porque Washington debía decidir, tal como dijo, si enviaba tropas para combatir al EI, o detener el avance militar sirio, con el fin de evitar el aniquilamiento de los opositores que apadrina, e impedir que tal ofensiva siga poniendo los nervios de punta a Turquía, Arabia Saudita y el resto de sus aliados.
Lo de la entrada de tropas turcas en el norte de Siria ya es un hecho, lo cual indica que Ankara sigue practicando una política torpe en su afán de derribar a Al Assad y eliminar a los kurdos sirios y de otras regiones que se le oponen, sin que trate de implementar una política de negociación.
Lo que si está claro es que, en estos momentos, la `posición de Damasco se ha fortalecido en una eventual reanudación de las conversaciones de paz, que han fracasado reiteradamente en Ginebra.
Erdogan ha pedido al presidente Barack Obama que “elija entre Turquía y los terroristas”, en referencia a la Unión Democrática del Kurdistán, que es aliada del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, un potente grupo guerrillero que se ha reactivado en Turquía precisamente a causa del error de Erdogan de inmiscuirse hasta el cuello en los asuntos sirios.
Quizás el logro militar más significativo de la ofensiva en marcha sea la ruptura del cordón umbilical entre el oeste de Alepo, en poder de la oposición “no terrorista” y la frontera turca, por donde, como apuntamos antes, los invasores reciben desde Turquía el apoyo de todo tipo de este país y de Estados Unidos.
En este contexto, es significativo que Arabia Saudita manifestara su disposición a enviar tropas a Siria para combatir al Estado Islámico al lado de Estados Unidos. Desde entonces, otros dos países se han sumado a esta nueva lista: Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos.
El ministro de Exteriores sirio, Walid al Muallem, ha respondido que si Riad envía tropas, sus soldados seguramente volverán “en ataúdes”. Desde luego, una mayor internacionalización del conflicto podría tener consecuencias aún más dramáticas, en gran parte porque el verdadero enemigo de Riad no es el Estado Islámico, aunque así lo diga, sino el gobierno de Damasco.
No hay que olvidar que Turquía está integrada en la Organización del Tratado del Atlántico Norte y ya demostró hace algunas semanas que considera que esta circunstancia le permite obrar de la manera que sea en defensa de sus intereses, incluso derribando un caza ruso, porque cree contar con el respaldo de la OTAN.
El conflicto parece estar en un punto que se puede volver interminable, en una agresión aún más devastadora, que ya dura unos cinco años, con cerca de 300 000 muertos y un número millonario de refugiados, y la destrucción de la mayor parte del país.
(Tomado de Cubasí)