Luces y muchas sombras en el día internacional de la mujer

بقلم: Maite González Martínez
2016-03-08 09:55:09

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Imágen de archivo. (internet)

Por: Guillermo Alvarado

En 1975 la Organización de las Naciones Unidas instituyó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, efeméride que en muchos países del mundo se venía celebrando desde 1911 como una contribución a la lucha por la igualdad de género y la dignificación de las féminas en todas las esferas de la vida.

Es verdad que desde entonces se han logrado notables avances, si bien estos no alcanzan la misma significación en todas las regiones y que, además, aún en los países más desarrollados persisten desigualdades en los campos económico, laboral, político y social.

En Francia, por ejemplo, una mujer puede ganar hasta 25 por ciento menos que un hombre por tareas de igual intensidad o que requieran la misma preparación y eso mismo se repite en muchos países de la Unión Europea y en Estados Unidos.

En América Latina y El Caribe se avanza en muchas esferas y Cuba marcha sin duda alguna a la cabeza en este renglón. Aquí la mujer es protagonista de primera línea en la resistencia ante los embates de los enemigos de la Revolución y desarrolla importantes tareas en las ciencias, la técnica, la cultura, el gobierno y la administración pública. Su huella está enraizada en la historia profunda de la nación.

La lucha por la igualdad se acentúa también en Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, mientras en otros pueblos hermanos, como Guatemala, México y Honduras, por sólo citar tres, persisten lacras como el asesinato sistemático de mujeres, algunos por razones políticas y otros por la desenfrenada violencia.

En este día nuestro pensamiento también se dirige a las féminas que forman parte sustancial de las oleadas humanas que buscan escapar de la miseria, las guerras y las enfermedades y emprenden una peligrosa travesía. Hoy decenas de miles de ellas están estancadas ante las puertas cerradas de una Europa egoísta e insensible.

Recordamos también a los más de 200 millones de mujeres y niñas que viven en el planeta con las secuelas de terribles mutilaciones genitales debido a absurdas creencias religiosas o prácticas ancestrales propias de la edad media.

La ONU denunció recientemente que, al paso en que se va, para el 2030 otros 15 millones de ellas, de entre 15 y 19 años sufrirán el mismo procedimiento.

Vienen a la mente las mujeres de Falluyah, en Iraq, que además de los padecimientos propios de la guerra de Estados Unidos contra ese pueblo, ven en los últimos años nacer a sus hijos con malformaciones genéticas, cáncer y otros males, consecuencia directa del uso indiscriminado de productos químicos y proyectiles con recubrimiento de uranio empobrecido que el ejército invasor lanzó en enormes cantidades allí.

A las que son víctimas de discriminación y maltrato, a las que por millones están atrapadas en modelos patriarcales y a las heroínas que caen en la lucha por romper con esos males, de las que la líder indígena hondureña Berta Cáceres es uno de los últimos ejemplos, a las que no saben ni siquiera que este es su día, también va nuestro pensamiento este 8 de marzo.

Semillas de la humanidad, raíces de nuestra historia, a todas las mujeres les deseamos felicidades, junto a nuestro compromiso de unirnos en esta gran marcha por la igualdad y la dignidad, porque jamás el hombre será libre, mientras una parte de nuestra especie viva entre las sombras y el miedo.



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