Por: Guillermo Alvarado
Mientras los responsables de organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, FMI, y el Banco Mundial, BM, intentan tranquilizar los ánimos afirmando que no hay riesgos de una nueva crisis global, sino que se trata sólo de un crecimiento más lento de lo esperado de la economía, otros especialistas apuntan hacia los riesgos y las señales de una futura turbulencia a nivel generalizado.
Así pues, a despecho de las más recientes declaraciones de Christine Lagarde, directora del FMI, quien dijo que la recuperación marcha con menos dinamismo del previsto, pero no hay signos de crisis, otros parecen prepararse para lo peor.
En París, la capital francesa, unos 60 ministros de finanzas, gobernadores de bancos centrales y representantes de organismos internacionales, se reunieron para abordar temáticas urgentes, entre ellas el flujo de capitales, la organización de mecanismos de seguridad financiera y los montos y monedas de las reservas financieras.
Al mismo tiempo, en Hangzhou, China, el Instituto de Investigaciones de Asia y la universidad de Zhejiang convocaron al seminario Visión 20, donde se analizaron casi los mismos temas que en París.
Coincidencia o no, todo indica que los expertos están preparando condiciones para enfrentar una situación tan grave, o más, que la desatada a partir de 2008 y cuyos efectos están aún muy lejos de resolverse, pues los problemas se repiten con mayor frecuencia y también con más intensidad.
Ya lo había advertido el mismo FMI cuando señaló que la gran crisis financiera de hace ocho años causó daños profundos al sistema monetario mundial.
A eso se le debe sumar la abrupta caída de los precios de las materias primas, de manera particular el petróleo, la volatilidad de los mercados bursátiles y del flujo de capitales internacionales, capaces de desestabilizar a países o zonas geográficas enteras, y las variaciones en las tasas de cambio, que configuran un panorama inquietante en el mundo de hoy.
Según el economista estadounidense y profesor de la universidad de Princeton, Paul Krugman, la principal lección de tres decenios de crisis consecutivas es que “la lucha contra el fuego, después que se ha declarado, es un pobre sustituto a la prevención de incendios en primera intención”. Dicho de otro modo, según cita el periodista del diario francés Les Echos, Richard Hiault, la mejor forma de combatir una crisis económica, es impedir que estalle.
No todos, sin embargo, parecen compartir esta visión. En la reunión de París, por ejemplo, no estaban ni Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal Americana, ni Jack Lew, secretario del Tesoro de Estados Unidos.
La nación norteña mantiene oídos sordos al clamor de construir un nuevo sistema financiero internacional y a pesar del peligro sigue jugando a que el dólar continúe como la principal divisa mundial y también a mantener control absoluto sobre el FMI y el BM, sin hacer caso a las señales de alarma que se multiplican cada día.