Por: Guillermo Alvarado
El dictamen de una comisión especial parlamentaria, con fuerte presencia de la derecha, de aceptar la realización de un juicio político contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, representa una escalada en el golpe de Estado « blando » que llevan adelante los sectores conservadores para poner fin al gobierno del Partido de los Trabajadores, el PT, en la nación sudamericana.
La resolución llega este martes a la Cámara de Diputados, donde se espera que este fin de semana se discuta el asunto y se adopte una decisión definitiva sobre el caso, que motiva el rechazo de organizaciones sociales y políticas dentro y fuera del llamado Gigante Sudamericano, por considerarlo un ataque solapado contra la democracia.
Si bien era esperada la resolución del grupo de diputados que evaluó la solicitud contra Dilma, adoptada por 38 de los 65 legisladores miembros, no cabe la menor duda de que se agrega un nuevo elemento a la crisis política que se vive en Brasil desde hace ya varios meses.
Los escenarios que se abren ahora son diversos y uno de ellos, la eventual renuncia de la presidenta, ha sido descartado por completo pues la jefa de Estado aseguró que seguirá luchando contra la intentona de la derecha de desplazar al PT del poder y revertir las conquistas laborales y sociales de los años recientes.
En el plenario del Organismo Legislativa el proceso contra la primera mandataria debe ser aprobado por 342 de los 513 diputados federales, es decir que bastan 172 votos en contra para frenar el proceso de destitución.
De acuerdo con el ministro-jefe del Gabinete de la Presidencia de la República, Jacques Wagner, se está trabajando de manera acelerada para tener asegurados al menos entre 208 y 212 sufragios a favor de Dilma, lo que pone a prueba la apacidad de negociación del PT en el escaso tiempo con que se cuenta.
Mientras tanto, es imperativo mantener la presión en las calles, donde numerosas organizaciones sociales han realizado manifestaciones de apoyo a la presidenta, que prácticamente se ha visto impedida de trabajar debido a los contínuos ataques en su contra.
El caracter golpista del complot de la derecha quedó demostrado cuando se filtró a la prensa una grabación de 15 minutos del vicepresidente Michel Temer, en el que dá como separada del poder a Dilma y asume las riendas del país.
Dicho mensaje, cuya autenticidad fue reconocida por el vicemandatario, es una clara evidencia de la colusión de varias fuerzas políticas, entre ellas el partido de Temer, Movimiento Democrático Brasileño, que hasta hace poco tiempo fue aliado del PT en el gobierno, pero que ahora parece aspirar a una tajada más grande de poder, ofrecida sin duda como un anzuelo por la derecha.
Temer no sólo parece estar seguro de que le ofrecerán el mando, sino que además se extinguirá un proceso desatado en su contra, más o menos con los mismos argumentos esgrimidos para tratar de destituir a su antigua aliada, indicaciones claras de cómo se realizó la negociación.
Vienen días decisivos en el hermano país sudamericano, días en que el pueblo debe mostrar su voluntad para mantener el rumbo de las transformaciones en beneficio popular que sacaron a millones de la pobreza, dieron salud, empleo y esperanza a la gente menos favorecida, días, en fin, de intensa lucha de clases.