por Guillermo Alvarado
Dos importantes eventos electorales tendrán lugar en estos días en la Unión Europea, uno para decidir si el Reino Unido permanece o abandona ese bloque continental, y el otro ocurrirá en España donde los ciudadanos buscarán superar la crisis política en ese país y nombrar por fin un nuevo gobierno.
El jueves, los británicos acuden a las urnas en un referendo considerado histórico porque cualquiera que fuese su resultado tendrá consecuencias a largo y mediano plazo en el mecanismo integracionista, donde coinciden 28 Estados.
La campaña por el si, o el no a la separación, se ensombreció en los días finales tras el asesinato de la carismática diputada del partido laborista, Jo Cox, quien militaba porque el Reino Unido permaneciese dentro de la Unión Europea.
Si bien la extrema derecha, antieuropeísta, anticomunista y neoliberal, se desmarcó del autor de la agresión, analistas estiman que la innecesaria muerte de Cox, quien luchó por los derechos de los inmigrantes, podría restar votos a los separatistas.
Si se confirma el “brexit”, es decir la salida británica del bloque, habrá consecuencias económicas y políticas y algunos advierten el principio del derrumbe del mecanismo, aunque esto no es del todo evidente y a veces parece más una consigna de campaña.
Pero aunque se imponga el no, esto impactará en el grupo, pues Londres exigió numerosas concesiones a Bruselas, sede de los órganos de dirección común, entre ellas permitir más libertades a su poderoso mercado financiero, la City, y diferenciar sus políticas de beneficio social para hacerlas más restrictivas.
La importancia de esta votación la resalta el hecho de que un día después, el viernes, altos funcionarios de todos los países miembros se reunirán en Bruselas para analizar la situación y la semana próxima lo harán los presidentes y jefes de Estado.
Por el otro lado, en España el domingo se repiten las elecciones legislativas en un panorama político que sigue siendo confuso, porque si bien las fichas se han movido, aún no hay un evidente vencedor que pueda formar nuevo gobierno.
Las encuestas apuntan a que el conservador Partido Popular, el PP, de Mariano Rajoy, será el más votado, pero no logrará obtener la mayoría absoluta, es decir al menos 176 de los 350 miembros de la cámara baja. Lo que si parece seguro es que el centro derechista Partido Socialista Obrero Español, PSOE, de Pedro Sánchez, bajará al tercer lugar, lo que viene a romper definitivamente el bipartidismo tradicional en ese país ibérico.
Durante décadas el PP y el PSOE se sucedieron alternativamente en el poder y, sobre todo en los últimos años, más que competir se complementaban porque la diferencia en sus políticas se difuminó paulatinamente.
La recién creada coalición de izquierda Unidos Podemos, que propone a Pablo Iglesias como eventual futuro presidente del gobierno obtendría el segundo lugar, pero igual tendría que hacer alianzas y tanto el PP como el PSOE lo rechazan por completo, igual que el grupo Ciudadanos, una formación emergente de derecha, que lograría el cuarto lugar.
Confuso y enredado panorama, que podría atomizar de nuevo el sufragio de tal manera que ninguno gane, pero todo el país pierda una excelente oportunidad para cambiar de rumbo, hacia un futuro más progresista, humano y justo.