por Roberto Morejón
Con la certera guía del presidente Vladimir Putin, el gobierno ruso logró atraer inversionistas extranjeros para contrarrestar, en lo posible, el indudable impacto sobre la economía de las sanciones de Estados Unidos y Europa.
Más de 200 nuevos proyectos con la participación de los inversionistas foráneos se pusieron en marcha en Rusia en 2015 y se espera el aumento gracias a iniciativas como el recién celebrado Foro Económico Internacional de San Petersburgo.
El sector manufacturero atrajo la mayor parte de la inversión extranjera directa y por esa vía el número de proyectos llegó a un nivel sin precedentes.
Irónicamente, la mitad de los capitales depositados correspondió a firmas de Europa Occidental, cuyos gobiernos llevan la voz prevaleciente en las coerciones, si bien se advierten matices.
Entre los que más contribuyeron al aumento de las inversiones se destaca Alemania, al cuadruplicarlas en 2015 en un mercado más atractivo tras la devaluación del rublo
Ahora bien, sería un error pensar que el gigante euroasiático rebasó el impacto de los castigos por su papel en Ucrania, país donde Occidente intervino impúdicamente para voltear el gobierno constitucional.
Las medidas coercitivas y la baja del precio del petróleo ocasionaron a Rusia tropiezos en su desarrollo, el rublo se debilitó, los bancos sufrieron presiones y aumentaron los precios.
No obstante, Rusia logró enfilar sus relaciones económicas por caminos diversos y se abrió a otros mercados como América Latina y el Caribe.
Todavía son insuficientes las inversiones extranjeras en los sectores de transporte, comunicación, ventas minoristas y hotelería y los puestos de trabajo creados el año pasado gracias a esa contribución fueron más de 13 000, contra 18 000 en 2014.