Por: Guillermo Alvarado
Que el ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, mintió a su gobierno y a sus ciudadanos para llevar a ese país a la guerra contra Iraq en 2003 de la mano de Estados Unidos era un hecho ya conocido, pero esta semana fue confirmado por una comisión especial que investigó las circunstancias en que se produjo la intromisión británica en ese conflicto.
John Chilcot, jefe del grupo que realizó la indagación, ofreció las conclusiones del estudio, donde se destaca que Blair utilizó informaciones de inteligencia falsas para convencer a su gobierno de incorporarse a la escalada militar impulsada por George W. Bush con el propósito de deponer al presidente Sadam Hussein.
El argumento de que Iraq poseía armas químicas, biológicas y nucleares que representaban una amenaza para todo el mundo era una mentira, y las consecuencias de ese enfrentamiento son graves y todavía persisten, señaló Chilcot.
En 2009, cuando oficialmente terminó la contienda habían fallecido más de 150 mil ciudadanos iraquíes, la inmensa mayoría de ellos civiles, y al menos un millón fueron desplazados.
El caos se apoderó de esa nación tras la caída de Hussein, proliferaron las bandas y grupos armados que más tarde dieron origen a organizaciones terroristas cuya actuación se extiende por muchos lugares del planeta en nuestros días, y eso no fue previsto cuando se lanzó la contienda, precisó el documento.
Jeremy Corbyn, líder del partido Laborista, al cual pertenece Blair, dijo tras conocer el informe que esa guerra tuvo un pretexto falso y fue un acto de agresión militar injustificado.
Aunque la investigación se cuidó de calificarlo así, Corbyn aseguró que se trató de un conflicto armado ilegal, que dividió al país y desprestigió al gobierno ante los ciudadanos británicos.
Tony Blair reconoció su responsabilidad personal en las decisiones que tomó en 2003, pero se negó a aceptar que fuesen un error, o que hubiese mentido, como todas las evidencias así lo demuestran.
Su situación se ha complicado pues hay muchos de sus correligionarios que insisten en hacerle un juicio político, que sólo tendría valor simbólico.
Sin embargo tampoco escapa del todo a cuestiones legales, pues familiares de algunos de los soldados británicos caídos durante la guerra contra Iraq pretenden llevarlo ante los tribunales.
De acuerdo con datos oficiales, 179 hombres y mujeres del ejército británico fallecieron en Irak y muchos de sus parientes consideran que fueron pérdidas innecesarias en una guerra iniciada con argumentos torcidos y mentiras.
Si bien han pasado años desde entonces, nunca es tarde para que los responsables de esta tragedia paguen sus culpas ante la justicia, para ejemplo y satisfacción del mundo que vio con horror aquellos acontecimientos, cuya huella permanece aún latente.