Por Alí Rodríguez Araque
La economía mundial, luego de un crecimiento notable, impulsado por el fuerte crecimiento de avanza más lentamente en estos últimos años. Según Informe de la ONU, China, que ahora es el importador de metales más importante del mundo, mantuvo tasas de crecimiento muy rápidas entre los años 2000 y 2011. Recientemente, la meta de las autoridades de China, sin embargo, ha sido mantener tasas más bajas…”Como consecuencia, cayó también la demanda de energía, incluyendo petróleo, que representa el 30% del consumo energético mundial. Así, la oferta petrolera creció apenas un 2,4% para 2014.
Pero hay algo más. Se trata de la mayor eficiencia de los países desarrollados que se mide por el coeficiente energético, así se llama el consumo de energía por unidad de producto. Este coeficiente arroja que, en la economía mundial, se está consumiendo menos energía que antes con sistemas de ahorro que han resultado efectivos. Pese a ello, el crecimiento económico se mantiene, aunque a ritmos más lentos, como ya observamos.
Puede entenderse perfectamente –para todo aquel que no se deje cegar por ignorancia o mala fe- cómo al Presidente Maduro le ha correspondido lidiar con un impacto de vastas proporciones. Véase lo que expresa el Informe de nuestro Banco Central:
La caída de la cesta petrolera venezolana en el III trimestre de 2015 fue de aproximadamente 52,8%, con respecto al mismo periodo de 2014. El barril de petróleo pasó de un precio promedio trimestral de US$/b 92,38 a US$/b 43,57 en el tercer trimestre de 2014 e igual lapso de 2015, respectivamente, para ubicarse en septiembre de 2015 en US$/b 41,1. Y para enero-febrero de este mismo año, el barril había caído a ¡25 dólares! Nuestra capacidad para comprar en el exterior maquinaria, repuestos, componentes y materia prima para las industria y la agricultura, cayó de manera dramática. El impacto ha sido similar para para todos los países cuyas economías dependen, ya no sólo de petróleo, sino de cualquier materia prima.
Por si fuera poco, está presente algo que generalmente se ignora en los análisis: la actividad especulativa en los llamados “Mercados de Futuro” que han llegado al máximo de sofisticación con los derivados. Estos son simples valores que se negocian en las bolsas financieras, principalmente de Londres y Nueva York, pero también en Japón, Shanghái y otras de menor importancia Si Carlos Marx calificó la emisión de billetes como Dinero abstracto, los derivados serían algo así como dinero sublime, casi “espiritual” donde flota la esencia más sofisticada del capitalismo monopolista en una fase que conquista niveles casi siderales.
Pero hay algo más: el precio del dólar que ha venido sufriendo una caída a lo largo de décadas sin que haya podido recobrar, hasta el momento, su valor de antaño. De allí que se observe una tendencia en el mundo a mirar con cautela el dólar como moneda de reserva, es decir, como moneda de ahorro de los países con los cuales asegurar sus importaciones que se calculan en meses.
Con lo dicho, basta para cobrar conciencia del tamaño y profundidad de la crisis que enfrentamos los venezolanos. Es una crisis que forma parte de la crisis misma del sistema capitalista mundial. ¡Pero cuidado! No todos los problemas dependen de factores externos.
En lo interno, uno de los principales factores ha sido el arrastre de un valor atribuido al bolívar que, durante décadas, pudo sostenerse por la reservas de divisas que aportaba el ingreso petrolero. Por allá, en la década de 1930, se produjo una devaluación del dólar. Las distintas monedas del mundo, siguieron esa devaluación. Venezuela no. De 4,50 bolívares por dólar, subió el bolívar a 4.30 bolívares por dólar. Esto, como lo advirtió Alberto Adriani, representó un duro golpe para las exportaciones agrícolas venezolanas –principalmente café y cacao- y la declinación general de nuestra agricultura.
Venezuela, en muy breve tiempo, se transformó de gran exportador de alimentos, se convirtió en gran importador de alimentos. Lo que queda de agricultura, sobrevive con los subsidios y financiamiento estatal. Hecho que es absolutamente correcto.
Algunos ajustes que se han realizado en el valor del bolívar, se han mantenido rezagados con sus efectos correspondientes. En la medida en que ha pasado el tiempo, el problema se hace presente. La cuestión es ¿Devaluamos el bolívar a la manera neoliberal? ¿Tomamos decisiones sin pensar en los impactos sociales? Para nosotros sería muy sencillo resolver los problemas de presupuesto con una fuerte devaluación. Y, de paso, se estimularían las exportaciones no petroleras. Pero… ¿la gente? ¿Actuamos como Macri en Argentina? ¿Arrojamos a miles de trabajadores al desempleo?
Un pero más, se trata de ¿ser o no ser? De ninguna manera, se trata de emprender las reformas progresivamente, pensando en la política económica, pero también en las políticas sociales pues la política, vista correctamente, es de carácter universal, por tanto, comprende los problemas económicos y sociales y no como simple problema de poder (así lo piensan algunos por allí) que también lo es. Pero el poder como medio para hacer y en nuestro caso, hacer de cara a y con los sectores con menos poder para lo cual éstos mismos deben organizarse (Consejos Comunales y Comunas) esto es, avanzar hacia la construcción de un verdadero poder socialista.