por Daynet
La presidenta legítima de Brasil, Dilma Rousseff, fue depuesta de su cargo por el Senado, pero absuelta por la historia y los pueblos de la Patria Grande, tras la espectacular defensa que protagonizó ante el injusto juicio político que la derecha en su país le impuso para consumar definitivamente otro golpe de Estado en el gigante sudamericano.
Con 61 votos a favor de su destitución y 42 en contra, el conservadurismo brasileño materializó este miércoles en esa cámara legislativa el plan que orquestó con el respaldo y financiamiento de Estados Unidos, dirigido a destronar a la mandataria Rousseff.
Una vez más la derecha latinoamericana demostró que solo socavando la democracia, utilizando nuevas artimañas que no son otra cosa que golpes de Estado reciclados, mintiendo a través de los “grandes” medios de comunicación y usando la violencia es que pueden acceder al poder.
En el juicio político escenificado en el Senado esta semana, la jefa de Estado de esa gran nación de Nuestra América, no solo se defendió ante las patrañas de sus adversarios, sino que se convirtió en acusadora de los corruptos que la sentaron sin pruebas en el banquillo de los calumniados.
Pero la derecha mafiosa brasileña no ha vencido, a pesar de conseguir su objetivo, porque le dio la oportunidad a Rousseff de denunciar ante el mundo el complot que organizaron para deponerla de su cargo con la injerencia directa de Washington, al tiempo de dejar esclarecido que no cometió delito alguno.
La Presidenta de Brasil, reelecta en 2014 con el voto de más de 54 millones de sus compatriotas, le reafirmó a los conspiradores que nunca abdicará, ni se quedará callada, y mucho menos dejará de luchar por la democracia, la soberanía, la verdadera justicia y la equidad en su país.
Afirmó en su defensa, antes de la votación de los senadores, que la democracia será condenada junto a ella, y es realmente lo que ha ocurrido en el gigante sudamericano en las últimas horas.
La Patria Grande también sufrió una nueva herida con la consumación del golpe de Estado en Brasil, empero para nada han muerto sus sueños de independencia, integración, paz y conquistas sociales.
Como escuché decir a un analista, Nuestra América y los gobiernos progresistas de la región están en peligro ante la arremetida que lleva a cabo la derecha en los últimos tiempos con el aliento de Estados Unidos, pero su insolente actuación la llevará en poco tiempo al fracaso.
Los pueblos desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia sabrán revertir la embestida de quienes han confirmado que solo les importa llegar al poder a cualquier precio, sin el menor respeto a la democracia y el voto popular, y en beneficio de los intereses del imperio estadounidense.
Toca a los gobiernos populares y decorosos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) condenar enérgicamente lo ocurrido en Brasil, como lo han hecho ya los de Ecuador, Venezuela, Cuba y Bolivia y Nicaragua, entre otros.
Solo con la unidad podrá detenerse la ofensiva que Washington y sus súbditos emprenden en la América Nuestra para hacerla otra vez su patio trasero.
(CubaSí)