por Harold Iglesias Manresa
Intercambiamos con el impulsor de Sonando en Cuba, Paulo Fernández Gallo, en un ambiente de música cubana y un proyecto de ron Isla Grande germinando.
La complicidad estaba de nuestro lado y, sin preámbulos, el también conocido como el Sofocador de la Salsa, desde que fundó la Élite, accedió sin peros a dialogar con CubaSí.
¿Qué sensaciones te ha dejado esta segunda temporada de Sonando en Cuba tan exitosa? ¿Pensaste que tuviera tal acogida?
“Aún no me lo creo. Todavía estoy conmovido por las expresiones constantes de la gente. No solo los elogios, sino también en cada lugar que visitamos o evento en el que participamos, las muestras de gratitud han sido inmensas. El pueblo te puede decir bravo, pero cuando te dice gracias, es mucho más perdurable, que llegó profundo”.
¿Esta sensación significa que para próximas temporadas piensas en un rediseño?
“Tenemos que continuar, la mentalidad es totalmente evolutiva. Ahora mismo le daremos seguimiento a las carreras de los muchachos durante un año, para que el público no les pierda el recorrido. Cumplir con lo que se les prometió e impulsar su presencia artística y al cabo de ese tiempo, tengan poder de decisión sobre el futuro de sus carreras.
De hecho, aún no hemos dejado que se los lleven agrupaciones que de antemano habían estado interesadas, porque ciertamente la mayoría pueden considerarse cantantes muy talentosos”.
Dos años y medio, dos temporadas, salto de calidad. Cuba tenía referentes de programas de este tipo como Todo el mundo canta… ¿Por qué la idea de un proyecto de la magnitud de Sonando en Cuba?
“Alguien me comentó: lo hiciste tú y eras uno de los que menos lo necesitaba. Tienes una carrera sólida y estás bien posicionado en el contexto de la música popular cubana. Creo que es todo lo contrario: si eres una persona consciente de tu entorno, con sentido crítico y de pertenencia de nuestra música, era necesario impulsar esta idea.
No es secreto el cierto nivel de depauperación y desarraigo que existe, especialmente en los jóvenes. Lo veía en los amigos de mis hijos con un desconocimiento total de su música, de su acervo cultural. Hablando más de todo lo foráneo, latino, anglo, de esa empaquetadura que nos venden como lo actual. Se estaba perdiendo la identidad, la idiosincrasia, por lo que identifican nuestra música en el mundo. En lo personal, solicité este proyecto hace tres años y lo pudimos encauzar hace dos años y medio, que fue cuando iniciamos el proceso.
Si de pronto, a raíz de los cambios que se han producido, continúan aumentando los visitantes a Cuba o en el ámbito interno no tenemos para brindarle a nuestro pueblo un suceso cultural de identidad, como el que nos prestigia, cito a Gabriel García Márquez, que en una ocasión expresó que Cuba había implantado una dictadura musical en el Caribe por su autenticidad. Históricamente basta con mirar atrás y recorrer el panorama musical de grandes figuras como Lecuona, Bola de Nieve, Rita Montaner, Roberto Faz, Celia Cruz, Benny Moré… es una fuente enorme, un tesoro olvidado en algún rincón, que había que instaurar donde merece estar. Es criminal que los jóvenes, las escuelas, se pierdan ese conocimiento.
Entonces pensamos en un programa de sensibilidad, esencias. Me sucedió que veía a muchos jóvenes por ahí con tremenda calidad vocal y les decía: '¿Qué tú haces cantando esto, con esas cualidades que tienes?', y sencillamente me respondían: 'si no canto esto, no como'.
¿Puede decirse que Sonando en Cuba germina como antídoto o respuesta a una situación real preocupante?
“Tenía como objetivo componerle a todos esos jóvenes un panorama o crearles una plataforma musical, audiovisual, estética, donde ellos se sientan que están en un escenario grande, bien instruidos, bien representados; poner en sus manos obras de alto contenido, porque sencillamente son el reflejo de todo este trabajo. La juventud se acercó a esas nuevas voces, sonoridades con estilos interpretativos novedosos, y algo que para mí es esencial: durante el proceso de selección que realizamos, el objetivo principal pasaba por el hecho de que los concursantes fueran auténticos, que tuvieran una interpretación genuina, muy personal.
Llegaron muy buenos vocalistas, pero estaban viciados, influenciados, y esos lamentablemente no pasaron nuestro filtro, porque habían perdido la autenticidad.
En esa búsqueda encontramos el talento que creíamos necesitar, musicalmente con otra energía renovadora, y eso es lo que ha sucedido”.
¿Por qué un proyecto tan abarcador, que irradia hacia la sociedad, lo humano y hospitalario? ¿Otra expresión de cubanía tocar esas fibras sensibles?
“Nosotros nos desarrollamos artística, cultural y socialmente con esa formación. Sentí que esa ausencia había de cierta manera incidido en las deformaciones que estaban ocurriendo. Cuesta mucho educar y sensibilizar. Las reacciones de los jóvenes cuando los convidas a barrer una calle a realizar algún trabajo, no son las mismas.
Recuerdo que pinté contenes en fechas festivas, engalanaba la cuadra en los domingos rojos, sembré, fui con mi mamá al cordón de La Habana, cumplí misión internacionalista en Angola… Cuando me inicié en la música, con Dan Den, Opus 13 y la Élite, incluso fuimos defensores y portadores de muchas causas de la juventud en pleno Período Especial. Aquellas eran batallas que, de cierta manera, tenían un gran sentido humano, de solidaridad social, un poco más noble y desprendida. Queríamos que las nuevas generaciones encontraran eso también en el programa y no vieran tanto lo material, que pasa y no queda”.
¿Tercera temporada ya en la mente?
“Por supuesto. No podemos detenernos ahora. Antes habrá una expresión distinta con Bailando en Cuba, y luego la tercera temporada tendrá una dinámica diferente, pues pretendemos involucrar talentos de las hermanas Puerto Rico y República Dominicana; sería un concurso internacional de tres equipos, que contemple ritmos, canciones y sonoridades de los tres países. Una dimensión más amplia. Confiamos en que sea igual de exitosa que esta que recién culminó”.
Así concluyó nuestra plática, casi al compás de dos interpretaciones de Haila en el Salón Gran Canaria del hotel Meliá Habana. Rectifico, concluyó con una muestra de gratitud de Paulito, agradecido de todas y cada una de las personas que, de una forma u otra, tuvieron que ver con Sonando en Cuba, y con el pueblo, el mayor termómetro de éxito de cualquier programa. Parafraseando una de sus canciones y de cara a lo que se avecina en el futuro… “yo le deseo suerte”.
(CubaSí)