Por Bárbara Vasallo Vasallo
La cubana Nemesia Rodríguez Montano, quien pasó a la historia en el poema épico de Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí, como símbolo de rebeldía y esperanza, se trasladó desde la localidad de Ciénaga de Zapata hasta la ciudad de Matanzas (occidente), para ser de las primeras en rendir tributo a Fidel Castro.
Con los ojos enrojecidos recuerda al Comandante en Jefe que tuvo mucho que ver en las constantes transformaciones en ese intrincado sitio de la geografía de Cuba, desde que en enero de 1959 triunfó la Revolución.
“He visto crecer a mi Ciénaga de Zapata, a veces voy por las carreteras y lugares, y pienso que si Fidel no hubiera dado su vida por nosotros los humildes, aquí no hubiera nada, viviéramos como en aquellos tiempos, en un sitio olvidado…lo que ha sucedido aquí es una de las cosas más grandes que Fidel ha hecho, hay que agradecerle…
"Mis recuerdos del Comandante son los más gratos del mundo, siempre que ponía su mano encima me trasmitía energía, se me quitaba el susto… me decía cualquier cosa, como para jugar conmigo y para que se me calmara el nerviosismo…
“En el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, cuando Raúl me cedió su asiento, yo me puse muy alterada, empecé a toser y Fidel me dio unas palmaditas por la pierna y me dijo: ¿Nemesia en 50 años y todavía te gustan los zapaticos blancos? Claro que le respondí que me gustaban y que se los debía a él.
“Enseguida y muy cariñoso me explicó que no era a él, que se los debía a la Revolución, a los que dieron su vida por ella, eso que me dijo me encantó, Fidel tenía una fuerza impactante.
“Para mí es una pérdida irreparable, estoy tratando de superar esto, ese recuerdo, ese cariño, esa fuerza que él me inspiraba…pero estará vivo siempre, y nos ayudará, nos va a seguir tendiendo la mano, Fidel es tan grande!...”
Nemesia vino a firmar su compromiso de fidelidad, y avanzó calzada con sus zapatos blancos, junto a miles de coterráneos, que en silencio avanzan en marcha compacta y al pasar frente a la foto gigante del Comandante en Jefe, colocan la mano en el corazón.
(Tomado de la ACN)