Ayer y hoy de Luis Almagro

بقلم: Arlettys Guevara
2017-04-01 08:40:17

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Imagen de Archivo

Tomado de Semanario Orbe

''Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas''.

Lo dijo Luis Almagro, el actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) hace menos de cinco años en la ONU como canciller de Uruguay.

Así lo escuchamos los corresponsales acreditados en ese momento en la sede del más importante foro mundial en Nueva York y quedó recogido en los documentos oficiales (Asset ID 555733).

Menos de un lustro más tarde y colocado a la cabeza del organismo regional, el excanciller uruguayo mueve cielo y tierra en contra de Venezuela, cuyas autoridades denuncian las acciones injerencistas del funcionario que encabeza la OEA desde mayo de 2015, lindantes con una convocatoria al derrocamiento del gobierno de Caracas.

Desde su anterior cargo de jefe de la diplomacia uruguaya durante la administración del presidente José Mujica, Almagro condenó ante la 67 Asamblea General de la ONU el intento de golpe de estado en Ecuador (2010) y la ruptura del orden democrático en Paraguay con la asonada parlamentaria contra el mandatario Fernando Lugo (2012).

Pero hoy encabeza sin contemplaciones las maniobras respaldadas por Estados Unidos y otros regímenes del área que giraron a la derecha y buscan expulsar de la OEA a Venezuela, uno de los países más consecuentes y propulsores de la integración regional a través de mecanismos como el ALBA, la Celac, Unasur y Mercosur.

Se trata de la misma persona que en otra intervención ante la ONU había sentenciado: 'podemos bregar por la promoción de la democracia en cada uno de los países del sistema, pero estamos muy mal si en el sistema en general impera la ley del más fuerte'.

Y sin embargo, a solo unos meses de instalarse en el cuartel general de la OEA en Washington atacó las conversaciones entre la oposición y el gobierno venezolanos e inició sus movimientos, hasta ahora infructuosos, para aplicar la llamada Carta Democrática de ese organismo contra el gobierno de Nicolás Maduro.

La posible autoridad que algunos podían otorgar a Almagro por haber estado al frente de la diplomacia uruguaya quedó totalmente despojada de cualquier sustento con la carta escrita por el exmandatario Mujica en noviembre de 2015 en rechazo al brusco viraje hacia la actual cruzada antivenezolana.

'Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces, la presión exterior solo crea paranoia y esto no colabora hacia condiciones internas en esa sociedad... Repito: la verdadera solidaridad es contribuir a que los venezolanos se puedan autodeterminar respetando sus diferencias, pero esto implica (un) clima que lo posibilite', argumentó el hoy miembro del Senado de Uruguay.

Fue la crítica del exjefe de Estado de reconocido prestigio internacional tras los primeros movimientos de su excanciller luego de su llegada a la secretaría general de la OEA.

El texto subraya desde su inicio la postura de Mujica: 'Luis. Sabes que siempre te apoyé y promoví. Sabes, que tácitamente respaldé tu candidatura para la OEA. Lamento que los hechos reiteradamente me demuestren que estaba equivocado... Entiendo que sin decírmelo, me dijiste adiós'.

Más adelante advirtió que 'lo central no es cómo nos ven sino ser útil o no a la mayoría de la gente corriente. Creo que en algún momento habrá que servir de puente para que Venezuela toda pueda manejar con solvencia su autodeterminación y no deberíamos divorciarnos de ese rumbo'.

El expresidente recordó que Venezuela es una reserva petrolera para los próximos 300 años y en eso 'radica su riqueza y su desgracia, porque Estados Unidos es adicto al petróleo y sus intereses presionan y cómo'.

Mujica no ocultó que esa situación hizo posible la deformación sociológica de acostumbrarse a vivir de la renta petrolera y terminar importando hasta lo elemental.

Y señalando a Almagro concluyó: 'Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido'.

Una carta plena de franqueza y confianza, pero ignorada en toda su extensión por un antiguo compañero que hoy lidera, desde la OEA, una cruda ofensiva contra Venezuela y echa por tierra la credibilidad que pudo haber ostentado cuando habló desde el podio de lal Asamblea General de la ONU.



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