La sonrisa del inglesito

بقلم: Maite González Martínez
2017-05-24 10:27:52

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Por: Susana del Calvo

Es hermoso viajar por la historia y adentrarnos en la vida y la obra de hombres y mujeres que ofrendaron lo mejor de sí para entregarse en cuerpo y alma a los mas caros anhelos de la humanidad, la libertad. De ahí que quise conocer un poco más de Henry Reeve, el nombre que lleva la Brigada Médica Cubana entrenada para actuar en casos de desastres.

Tuve el privilegio de estar aquel 19 de septiembre de 2005 cuando el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, se reunió en el Palacio de Convenciones de la Habana con los médicos y allí quedó constituido el Contigente Henry Reeve, en honor al inglesito que abandonó su país, Estados Unidos y se unió a los cubanos que luchaban contra los españoles.

Cuba quería ayudar a las víctimas del huracán Katrina en el sur de los Estados Unidos, ayuda que fue rechazada en aquel momentos por Washington, pero que en todos estos años  ha salvado la vida de miles de personas en disímiles lugares. Con su personal especialmente entrenado, el objetivo de esta brigada es  su rápido actuar en países que sufran una catástrofe, como huracanes, inundaciones, terremotos u otros fenómenos naturales, además de epidemias que constituyan verdaderos desastres naturales y sociales.

Entonces recordemos un poco de historia: Henry Reeve se convirtió en General de Brigada del Ejército Libertador. Se ganó sus grados por su valentía y arrojo en más de 400 acciones combativas que tuvo con los españoles durante la Guerra de los 10 Años, entre ellas el rescate del General de Brigada Julio Sanguily.

Podemos preguntarnos donde y cuando nació el amor del inglesito por Cuba, la respuesta es muy sencilla, en primer lugar sufrió una conmoción con el asesinato del presidente norteamericano Abraham Lincoln lo que lo hizo un antiesclavista y lucho en las filas del norte contra los sureños esclavistas en la guerra  de secesión.

Con esas inquietudes trabajó luego en un banco de su localidad donde entró en contacto con la propaganda de los de los revolucionarios cubanos emigrados en esa tierra que luchaban por la libertad de Cuba de España.

Al morir contaba con 26 años de edad,  tras su caída en combate, un grupo de patriotas cubanos escribirían a la madre de El Inglesito: Movido de sus generosos impulsos, pisó estas playas, joven y fogoso legionario de la libertad, sin más títulos que su ardoroso entusiasmo y su firmísima resolución de luchar por la independencia de Cuba, a la que desde entonces adoptó y amó como su patria.

El Generalísimo Máximo Gómez, dijo sobre Henry Reeve que era  de un carácter puramente militar, unía a un valor probado, una rectitud y seriedad poco comunes en su modo de mando. De ahí que sus soldados a la vez de un respeto profundo le quieren como un padre.

En su último combate el inglesito, con dos heridas mortales siguió ofreciendo resistencia hasta el último aliento que empleo para darse un tiro en la sien antes de caer en manos enemigas. Sobre este hecho dijo el historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler: Impresionaba el disparo en la sien, como símbolo del valor y el decoro militar, los tiros de la ejecución fallida en la caja torácica, y la marca de otras tantas magulladuras. Pero sobre todo la pierna, la pierna deshecha, atada con cueros y varillas de metal, que sostenía a aquel nuevo batallador de la antigüedad en su concepto.

Vemos la sonrisa de El Inglesito cuando vió a su Ejército de Batas Blancas recibir el premio de la Organización Mundial de la Salud por su lucha por la vida.



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