Por Marlene Montoya Maza
Al amanecer del 28 de mayo de 1957, fuerzas rebeldes al mando del Comandante en Jefe Fidel Castro sitiaron y lograron la rendición del cuartel de Uvero, poblado costero ubicado en las estribaciones de la Sierra Maestra, en Santiago de Cuba.
El primer disparo del fusil de mirilla telescópica salió precisamente de las manos de Fidel, dirigido al equipo de radio de la guarnición para impedir que solicitara refuerzos, en particular de la aviación.
En las Reflexiones del primero de junio del 2012, el líder de la Revolución explicó que un fuerte sentimiento de solidaridad los llevó a realizar la acción, ya que en ese mes de mayo había ocurrido el desembarco del “Corynthia”, dirigido por Calixto Sánchez White.
Por otro lado, fue la enérgica respuesta del Ejército Rebelde a las campañas difamatorias desatadas por el gobierno del dictador Fulgencio Batista, ante la aparente calma bélica de la fuerza guerrillera.
Esta última estaba en un período de organización, preparación y entrenamiento en la serranía, al tiempo que recibía armas y también hombres del Movimiento 26 de Julio en las ciudades para su incorporación a las filas.
Con el combate de Uvero -aseguró el Che- el Ejército Rebelde alcanzó la mayoría de edad, ya que a partir de ese momento creció la moral, decisión y esperanzas del triunfo definitivo.
Valor y coraje derrocharon los participantes en el ataque, iniciado a las 5:15 de la madrugada y en el cual cayeron siete revolucionarios, entre ellos Julito Díaz y Emiliano Díaz (Nano), este último a pocos pasos del cuartel, cuando casi comenzaba la rendición enemiga.
Allí se ocupó armamento y municiones, que engrosaron el arsenal para la lucha, en la ofensiva final de la guerra de liberación.
"Todo lo que se diga sobre la valentía con que lucharon no acertaría a describir el heroísmo de nuestros combatientes (...)", escribió Fidel sobre el ataque al cuartel de Uvero, el cual quedó para la historia como una de las más importantes victorias del naciente Ejército Rebelde.
(Tomado de la ACN)
