Por: Lorena Viñas Rodríguez
La Habana, 30 ago (RHC) La noticia llegó la mañana de este miércoles e impactó a los que conocimos de alguna manera a la “novia de Matanzas”. Su poema “Me desordeno amor” o por lo menos la frase quedó grabada en miles de cubanos de todas las generaciones.
Es que Carilda Oliver Labra fue un ser en miles de historias, las reales y las compartidas por el imaginario popular en torno al mito de su erotismo, su feminidad.
En una ocasión expresaría “No me importa que me critiquen. Solo soy una persona que llevo la vida con franqueza y espontaneidad. He tratado de ser autocrítica, pero nunca otra mujer. A veces, en vez de leer mis libros, la gente me busca para ver qué encuentra del mito, de las exageraciones que se cuentan sobre mí”.
Así era la Premio Nacional de Literatura de 1997 quien falleció esta madrugada a los 96 años de edad en su casa natal rodeada de los agasajos y los galardones que recibió en vida como el Premio Excelencias de marzo último.
A pesar de ser graduada de Derecho en la Universidad de La Habana, Carilda fue una eterna maestra y llevó hasta los sitios más oscuros la enseñanza tras el triunfo de la Revolución Cubana.
En dos oportunidades la Asociación Hermanos Saíz le confirió el lauro Maestro de Juventudes pues trabajó también como educadora de escultura, pintura e inglés; aunque su pasión siempre serían las letras.
En más de 40 poemarios publicados en México, Colombia, España, Estados Unidos, Alemania y Cuba está recogida su obra que se entremezcla entre la poesía lírica, épica y erótica.
Al Sur de mi Garganta, Canto a Martí, Las sílabas y el tiempo, Calzada de Tirry 81, Los Huesos alumbrados, Desaparece el polvo, Se me ha perdido un hombre, Error de magia, y Tú eres mañana son algunos de sus libros más conocidos.
Considerada como una de las figuras esenciales de la poesía contemporánea Hispanoamérica, Oliver Labra difundió en sus textos los ímpetus y flaquezas que mueven a los seres humanos desde la efusión de sus palabras.
Fidel la catalogaría como una de las intelectuales representativas de nuestro proceso, una creadora importante para la literatura, para Cuba y para la Revolución.
En uno de sus poemas escribiría “¿Qué pido para vivir?” más contestó con la mayor tranquilidad “morir” y es, que quien prodiga una obra como la suya nunca dice adiós solo un hasta luego. (Tomado de la AHS)