Félix Varela, a 230 años de su natalicio

بقلم: Martha Ríos
2018-11-19 14:01:18

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En el siglo XX los restos del religioso fueron trasladados al Aula Magna de la Universidad de La Habana. Fotos. Archivo

Por Martha Gómez Ferrals

Nacido en La Habana en el último cuarto del Siglo de las Luces –el 20 de noviembre de 1788-,  el Padre Félix Varela sentó las bases del pensamiento patriótico e independentista de la nación cubana, y fue más allá, con una impronta científica,  pedagógica, empírica y transgresora, sin abandonar los fundamentos teológicos a los que siempre fue fiel.

Asumió los desafíos de ser revolucionario y pionero en el significado más lato de esos vocablos, en tiempos nada proclives en una isla sometida a la explotación colonial.

Hoy se sabe que fue precursor en la formación de la conciencia de la identidad cubana, versado en filosofía, política, teología, en la cultura en general, e hizo aportes científicos utilizando la experimentación en campos más tangibles como la física y la química, y hasta en la rama sanitaria de la epidemiología, en pañales en aquella época.

Resumiendo, aquel sacerdote católico que ejerció el magisterio en claustros universitarios fue un hombre de avanzada de su tiempo y para todos los tiempos.

La actualidad de su ideario político-social puede ejemplificarse con uno de sus más brillantes asertos, el que afirmaba que la instrucción era tan necesaria para los pueblos como la necesidad de comer, y no admitía demoras.

No fue un pensador pasivo o ideólogo  contemplativo. Ni se limitó al confesionario.

Ejerció activamente  como maestro, sacerdote, escritor, filósofo y político. Su pensamiento estaba entre los más brillantes de su época.

Pero la praxis era inherente a su vida y oficio. Sin rupturas y contradicciones excluyentes, en él se aunaban elementos que hubieran parecido irreconciliables para una mentalidad común.

Aportó luces a la  pedagogía cubana, al igual que su maestro José Agustín Caballero. Pero su influencia fue más vasta que la ejercida en este terreno, donde primero, ciertamente, mostró su espíritu innovador.

Sus inusuales dones lo llevaron al epicentro de  importantes sucesos de su medio y su tiempo, en los cuales se implicó a conciencia. Es verdad que esto amenazó su estabilidad y su vida, pero dio una gran riqueza moral a su existencia y enjundia a sus vastos conocimientos.

Comienza a estudiar en el Real y Conciliar Colegio Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana a la temprana edad de 14 años.

Sigue su vocación seminarista que cambió el designio familiar de una carrera militar. Recibió instrucción paralela en la Universidad de La Habana y a los 19 años, el sobresaliente jovencito recibe cátedras de sus propios profesores.

Investido de sacerdote a los 23 años, a los 24 el Padre Varela es nombrado  profesor de Filosofía, Física y Ética en el Seminario, donde instala el  primer laboratorio de Física y Química de la Isla.

Varela revolucionó los métodos de enseñanza desde las aulas del Seminario. Impartía clases en idioma español, aun cuando era experto en el latín y se empeñó en cambiar el aprendizaje memorístico, en pleno auge en la escolástica de entonces, por el método deductivo, el razonamiento y el conocimiento profundo.

Dio gran importancia a la experimentación en el estudio de las ciencias. José de la Luz y Caballero, uno de los discípulos más connotados,  dijo: “Mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó primero en pensar”.

Fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, ingresó y trabajó en la Sociedad Económica de Amigos del País. Escribió obras de teatro presentadas en escenarios habaneros y redactó libros de textos para estudiantes de Filosofía.

Incluso, más adelante, en Estados Unidos,  inventa y patenta un equipo para aliviar las crisis de asma. El 18 de enero de 1821, el Padre Varela inaugura en el Seminario de San Carlos,  la primera Cátedra de Derecho de América Latina.

Era tal la influencia de este maestro genial que testimonios de aquella etapa dieron fe de que los jóvenes de La Habana se apiñaban en puertas y ventanas del recinto donde Varela impartía clases.

Por vez primera en la ínsula se conocía de materias sobre la legalidad, la responsabilidad civil y el freno del poder absoluto, sobre libertad y derechos del hombre.

Algo que muchos han considerado clave en la formación del futuro ideal independentista de los patricios cubanos y de la conciencia nacional. Varela solo pudo ejercer allí por tres meses.

En 1822 fue electo Diputado a las Cortes Españolas, lo cual cumplió en Madrid, junto a otras personalidades.

Fue el tiempo de su petición a la Corona de un gobierno económico y político para las Provincias de Ultramar, la solicitud de reconocimiento a la independencia de Hispanoamérica y sus escritos sobre la necesidad de abolir la esclavitud de los negros en la isla de Cuba, atendiendo a los intereses de sus propietarios, que no llegó a presentar a las Cortes.

Con la implantación del absolutismo de Fernando VII, debió refugiarse en Gibraltar, pues sobre él pesaba una condena a muerte, ganada por su subversiva posición de avanzada.

De manera que el Padre Varela se vio obligado a residir hasta el fin de sus días fuera de su tierra natal. Y fue en EE.UU. donde recibiera en su primera infancia educación religiosa por mediación de su abuelo, el Padre O Reilly, un suceso de gran influencia para él.

En  1837 fue nombrado vicario general de Nueva York y en 1841 le confieren el grado de doctor en la facultad de Teología del Seminario de Santa María, de Baltimore.

Debido a problemas de salud, a partir de 1846 viajó con frecuencia a La Florida, en busca de un mejor clima.

El 25 de febrero de 1853, a la edad de 64 años, falleció en San Agustín de la Florida, Estados Unidos, el extraordinario Padre Félix Varela, ya con una trayectoria descollante que se impone difundir más.

En ese país reposaron sus restos hasta que, para honor de los cubanos, en el siglo XX fueron trasladados al lugar de reverencia definitivo: el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Allí se le reverencia y su espíritu precursor señorea en grandes acontecimientos del centro de estudios. (Tomado de la ACN)



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