Por Lino Lubén Pérez
Desde el 15 de enero de 1959, cuando Fidel Castro alentó en La Habana a que en el futuro la Patria pudiera contar con una pléyade brillante de hombres de pensamiento, de investigadores y de científicos, son impresionantes las cifras e indicadores del desarrollo nacional en ese campo.
Aquel memorable discurso del Comandante en Jefe en el acto organizado por la Sociedad Espeleológica de Cuba, en el Paraninfo de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), sentó las bases de lo que sería una genuina obra de la Revolución en un sector que carecía hasta de lo más elemental.
Ejemplo de su abandono oficial antes del triunfo de la Revolución, es que su actividad llegó a ser débil, dispersa y, curiosamente, estaba adscripta al Ministerio de Justicia, la Sociedad Geográfica al Ministerio de Estado y el Observatorio Nacional a la Marina de Guerra.
La actual ACC es continuadora de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, surgida el 19 de mayo de 1861, tras esperar 40 azarosos años por la aprobación de la corona española; pero no bastaba con fundarla, había que crearla.
Casi 60 años después de aquella célebre premonición de Fidel, que contenía un germen de justicia inextinguible, sus resultados son elocuentes como archivo viviente de la historia: el país cuenta con una pléyade de brillantes hombres de pensamiento, de investigadores y de científicos.
Dispone de disímiles y abarcadores centros e instituciones sobre ciencia, tecnología e innovación, en pleno proceso de reordenamiento, y más de 86 mil personas están dedicadas a tales actividades, de las cuales el 53 por ciento son mujeres.
En cuanto a investigación y desarrollo se refiere, en sus instalaciones prestan servicios cerca de 58 mil, la mayoría también mujeres; el 77 por ciento posee títulos superiores o técnicos, están categorizados seis mil 839 investigadores y cada año por lo menos 300 obtienen categorías superiores.
Por si fuera poco, hay 600 Investigadores por millón de habitantes y las mayores contribuciones provienen de las universidades y del Ministerio de Salud Pública, que evidencian las prioridades del Presupuesto Nacional sobre educación, ciencias médicas, sociales y técnicas.
Sin embargo, para Elba Rosa Pérez Montoya, ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), esas cifras e indicadores no logran todavía impactar suficientemente en los sectores estratégicos de la economía.
Pérez Montoya es partidaria de concluir un proceso ordenado para rejuvenecer el sector y lograr una mayor estabilidad y permanencia del personal, formar un mayor número de líderes científicos y crear las condiciones con vistas a acelerar la obtención de grados científicos y categorías docentes superiores.
"Necesitamos crear más capacidades y junto con ello, transferir y generar tecnologías, superar la obsolescencia tecnológica existente en un grupo importante de centros, y elevar la competitividad y la excelencia", advirtió la titular del CITMA.
Sin desconocer el recrudecido impacto del bloqueo económico, financiero y comercial del gobierno de Estados Unidos, expresó su confianza en la existencia de políticas que incluyen desde el perfeccionamiento funcional y estructural del Ministerio del ramo hasta la creación de estructuras dinamizadoras de la innovación: parques científicos, tecnológicos, incubadoras de proyectos...
Mencionó ejemplos positivos en el sector de la industria biotecnológica y médico farmacéutica, las Tics, la industria militar, pero necesitamos extenderlos a otros sectores estratégicos, como la producción de alimentos, las energías renovables y la construcción, dijo en una referencia retroactiva y directa a la predicción del Gigante, como lo denominó el Comandante Ernesto Che Guevara.(Tomado de la ACN)
