Por: Ronald Suárez Rivas
La Habana, 8 mar (RHC) Al cabo de más de 80 años y con los estragos de una guerra de por medio, muchos son los detalles que se han perdido: el primer encuentro, las primeras palabras, el primer beso. Por eso hay tantos pasajes que hoy quedan a la imaginación.
Probablemente, por ejemplo, él, que era un hombre de ideas, le haya dedicado algún poema, y seguramente ella, una mujer recia y sensible a la vez, lo leería a escondidas, con ilusión.
Su nombre: Alberto Sánchez Méndez, cubano y comandante de una brigada de 3 000 soldados. Ella: española, Encarnación Hernández Luna, capitana de ametralladoras.
La guerra, que tantas cosas destruye, los había unido para siempre, dando origen a una historia de amor prácticamente desconocida, que las familias de ambos actualmente intentan reconstruir.
Todo comenzó hace menos de un año, tras la publicación en nuestro diario de un reportaje sobre la vida de Alberto, titulado El comandante cubano que inspiró a Neruda.
El texto se convertiría, sin pretenderlo, en una puerta para el intercambio de correspondencia entre Cuba y España, que ha permitido, en los dos lados, acceder a documentos que no se conocían, llenar vacíos históricos y, sobre todo, el contacto de los familiares de la pareja, aquí y allá.
El Comandante cubano que inspiró a Neruda
Antes de viajar a España, de ingresar a la Asociación de Revolucionarios Antimperialistas Cubanos y decidirse a empuñar las armas del lado republicano durante la Guerra Civil, Alberto ya era una figura conocida en nuestro país.
Con solo 16 años había tomado parte en un alzamiento fallido contra la tiranía de Gerardo Machado y luego fue detenido varias veces por la policía, debido a sus vínculos con Antonio Guiteras, de quien llegaría a ser uno de sus colaboradores más cercanos.
De hecho, Alberto estaba junto a él y Carlos Aponte en el Morrillo, cuando ambos fueron asesinados, y logró salvar su vida por puro milagro, gracias a que un campesino les aseguró a los soldados que aquel jovencito de 20 años era empleado suyo.
Para evadir la persecución de los esbirros de Fulgencio Batista, viajó por varios países centroamericanos.
Durante un breve tiempo se estableció en Estados Unidos y desde allí se trasladó a España, para hacer suya la causa del pueblo contra el fascismo.
En poco tiempo, su pericia como combatiente hizo que la prensa de la época lo tratara como un héroe. «Un cubano es jefe de 3 000 almas en Madrid», se lee en uno de los periódicos que hoy se conservan en el museo de historia de Pinar del Río.
Además de sobresalir en el plano militar, enviaría artículos a las publicaciones que se distribuían en el frente. «…La paz reinará en España, los trabajadores construirán su futuro Estado sobre las ruinas que te encuentras hoy a tu paso y este ejército (…) será puntal firme que lo garantizará…», escribe en uno de sus textos más conocidos: Un año de lucha contra el fascismo internacional.
El amor
En el fragor del combate también encuentra el amor. El historiador español Luis Antonio Ruiz Casero aseguró que su matrimonio con Luna tuvo lugar en febrero de 1937.
Para ese entonces, los dos jóvenes eran muy queridos dentro de las filas republicanas. De modo que su unión se convertiría en todo un acontecimiento.
En su libro Bajo el cielo de España, el oficial soviético Aleksandr Ilich Rodímtsev, quien fuera asesor militar del bando antifascista durante la Guerra Civil, recogería detalles de la ceremonia.
Rodímtsev afirma que fue ella quien solicitó formalmente el permiso para el casamiento, al jefe de la división Enrique
Líster, y que al día siguiente, de manera muy sencilla, se celebraría la boda.
"Encarnación Luna, con vestido blanco y corona nupcial, cubiertos de pétalos de rosa sus espesos cabellos castaños, se hallaba rodeada de muchachas.
"El novio, el cubano Sánchez, se hallaba sentado en el lado opuesto de la mesa y sonreía turbado".
Según el texto, fue el propio Líster quien, en nombre de la República Española, los declaró marido y mujer, y luego tomó el sello de la división y lo estampó en el certificado de matrimonio.
"La boda duró hasta la mañana siguiente. Los amigos deseaban a los desposados mucha felicidad, una familia hermanada, concordia y amor", concluye el relato de Rodímtsev.
Pocos meses más tarde, sin embargo, durante la batalla de Brunete, una bomba enemiga rompería los planes de los dos enamorados.
La eternidad
Al conocer de la muerte de Alberto (25 de junio de 1937), el escritor Pablo Neruda le dedicaría un conmovedor poema. "El humo y la sangre lo han cegado. Y allí cae, y allí su mujer la comandante Luna defiende al atardecer con su ametralladora el sitio donde reposa su amado…".
No es el único que se inspiraría en ellos. El soldado Teodoro de Pablo, desde la prisión a la que fue enviado por luchar por la República, también escribió un romance sobre la joven pareja, que intentó entregarle personalmente a Luna tras salir de la cárcel, pero no lo consiguió.
"…Si Cuba tuvo el honor/ de parir a Alberto Sánchez/ Castilla se quedó viuda/ sin lágrimas que llorarle./ Guajiro reza conmigo/ esta oración de coraje:/ Héroe de todos los pueblos/ Alberto mi comandante…".
En medio de su dolor, Luna debió sacar fuerzas para confirmarle a la familia de él, en Cuba, su caída en Brunete.
"… han arrebatado por siempre el ser más querido. Mi vida, todas nuestras ilusiones…", les dice en carta fechada el 2 de julio de 1937, y les confiesa que en los momentos de descanso, ambos se habían jurado que si uno de los dos moría bajo la metralla fascista, el otro continuaría en su puesto luchando hasta el final.
"Las ametralladoras que mando sabrán bien vengarse de quienes han destruido para siempre mi vida", les asegura.
En noviembre de 1937, en otra de las cartas que se conservan en el museo de historia de Pinar del Río, cuenta que había recibido una herida de bala en la cabeza y luego enfermado de tifus.
Dos meses más tarde, desde el hospital militar de Benejama, les expresa que "desde la muerte de Alberto, no valgo nada. Pero de todas formas, saldré mañana a incorporarme".
Estas serían las últimas noticias recibidas en Cuba de la viuda del joven comandante.
El historiador español Luis Antonio Ruiz Casero, quien en la actualidad prepara una biografía sobre Luna, señala que cuando cortaron en dos la zona republicana (primavera de 1938), ella quedó separada de su familia.
"Es probable que en ese momento haya perdido también la dirección de la familia de Alberto, y cualquier bien que conservase de él", considera el investigador.
Tras conocer en Granma la historia de Alberto, Luis Antonio aportaría nuevos elementos sobre aquellos días convulsos en que el cubano de más alto rango en la Guerra Civil Española, y la capitana de ametralladoras de la unidad de choque por excelencia de la República, protagonizaron una singular historia de amor. Además, ha contribuido a que ambas familias recién hayan restablecido el contacto, al cabo de más de ocho décadas.
Gracias a eso, aunque hay muchos detalles que se extraviaron en el tiempo, o que aún están por aclarar, hoy conocemos que al terminar la guerra, Luna debió exiliarse en Francia y luego en la URSS, y que falleció en Canadá en el 2004.
A pesar de que solo tenía 25 años cuando Alberto cayó en combate, no volvió a casarse ni tuvo hijos, lo que hace suponer que nunca dejó de quererlo, y recuerda aquellos versos de Quevedo sobre el amor más allá de la muerte: "Serán ceniza, mas tendrá sentido / polvo serán, mas polvo enamorado". (Fuente: Granma)