Por Martha Gómez Ferrals
El 15 de mayo de 1955, el abogado y joven líder revolucionario Fidel Castro fue excarcelado del Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos, junto a un grupo de sus compañeros asaltantes al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, gracias a una amnistía arrancada por la lucha popular al tirano Fulgencio Batista, empeñado en rejuegos electorales.
Fidel Castro siempre valoró en su justa medida el significado de aquella victoria de la lucha del pueblo frente al tirano que ya había enlutado al país tantas veces y sin piedad. Pero sus compatriotas tampoco se habían equivocado con él y sus compañeros.
Tras la masacre de la que fueron víctimas los sobrevivientes a las acciones de los cuarteles fundamentales de Santiago de Cuba y Bayamo, en 1953, se realizó un juicio amañado a Fidel y a otros 29 asaltantes, y se impusieron diversas condenas, entre las que figuraba la privación de libertad del líder, por espacio de 15 años, la más severa de todas.
Pero en 1954, desacreditado y repudiado en gran medida por la opinión pública, Batista quiso darle un viso de legalidad y buena apariencia a sus intentos de reelección en ese mismo año. Dictó con ese fin un indulto a sus opositores prisioneros, que no incluyó por supuesto a los implicados en las acciones del 26 de Julio.
Había calibrado bien quién era su jefe principal, Fidel Castro.
Sin embargo, los familiares de los patriotas no se cruzaron de brazos e iniciaron los reclamos y la lucha de manera pública y muy combativa por la libertad de estos.
Una labor muy notable y de mensaje muy directo, valiente, hicieron las progenitoras de muchos de esos jóvenes, con la confección de una Carta dirigida a todo el pueblo de Cuba, en nombre de todas las madres de la Patria.
A ese movimiento se sumó más adelante el Comité de Familiares Pro Amnistía de los Presos Políticos, creado también con alcance nacional.
Fue en Isla de Pinos, donde radicaba la tenebrosa prisión en que estaban los moncadistas, el lugar de nacimiento de ese Comité.
Creció con singular fuerza y extensión el movimiento pro amnistía, que llegó a contar con un Comité Gestor muy activo.
A todas estas, Batista no cejaba en su empeño de reelegirse y fabricaba artimañas para tratar de condicionar el indulto a que se veía obligado por la presión popular, y subordinar las demandas del pueblo a sus intereses.
Fidel Castro, en respuesta a los intentos del dictador, hace llegar una misiva suya a la revista Bohemia, que la publicó el 25 de marzo de 1955. En ella ponía al descubierto los planes del presidente.
Fidel fue incomunicado totalmente y se redobló el control sobre el grupo de combatientes encarcelados.
Llegado el momento, fueron liberados grupos de opositores a Batista, miembros de diversos partidos y otros tantos pudieron regresar del exilio. El día señalado finalmente para la excarcelación de los moncadistas era inicialmente el 13 de mayo.
No salieron y en esa misma jornada en su primera plana el periódico La Calle publicaba la noticia de que Batista deseaba asesinar a Fidel Castro, denunciando el plan criminal, escrito por el periodista Luis Orlando Rodríguez.
Entonces los familiares y el pueblo se volcaron a una movilización permanente frente a la cárcel hasta el día 15 en que se produjo la excarcelación anhelada y luchada.
Tras aquella apoteósica salida, junto a sus 29 compañeros, el dirigente indiscutible del movimiento revolucionario ofreció una conferencia de prensa en el hotel Isla de Pinos y, al finalizar, entregó a los medios allí presentes el Manifiesto al pueblo de Cuba, publicado por el periódico La Calle, el 16 de mayo de 1955.
En el documento ratificaba que no habría descanso ni diversión, sino un camino de lucha y batallar sin tregua por una patria sin despotismo, ni miseria, cuyo mejor destino nada ni nadie podrá cambiar. (…) Los déspotas pasan, los pueblos perduran.
A partir de ese momento se señala, además, el surgimiento de un movimiento que llevaría el honroso nombre de 26 de Julio.
Fidel, al centro, saluda a compañeros y amigos que aguardaban por los moncadistas en el muelle de Batabanó en su regreso de Isla de Pinos a bordo de El Pinero.
Más adelante, pero sin apenas demora, Fidel arribó a La Habana junto a sus compañeros en la motonave El Pinero. La revista Bohemia publicó en su sección En Cuba:
"A Fidel lo sacaron por una ventanilla y lo pasearon en hombros. Un grupo de madres de mártires del Moncada desplegaron una bandera cubana y rompieron a cantar el himno nacional. Cientos de voces las acompañaron…”
En 1960, en el discurso pronunciado el 26 de Julio, el Comandante en Jefe de la Revolución recordó:
” Y aquel grupo de combatientes, los que no fueron asesinados, fuimos a parar a las prisiones con nuestros propósitos y nuestros sueños, para allí poder madurar tras largos meses de encierro, el ideal que llevábamos dentro, el propósito que nos animó a dar la primera batalla, a persistir en nuestro objetivo a pesar de la adversidad de aquel minuto, a persistir en nuestro propósito (…)”.
La prisión, como ya se ha dicho, había sido tan dura como él la vaticinara, pero también fecunda. Vinieron los días del exilio obligado en la tierra hermana de México, los preparativos de la expedición libertaria del Granma, la luchas heroicas de la Sierra y el Llano… Pero llegó finalmente, junto a Fidel, la aurora de Enero. (Tomado de la ACN)