José Martí: legado que nos compromete e inspira

بقلم: Lorena Viñas Rodríguez
2019-05-18 11:06:09

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Foto: Archivo.

Por: Guadalupe Yaujar Díaz

La Habana, 18 may (RHC) El 19 de mayo de 1895, el Héroe Nacional cubano José Martí cayó en combate en Dos Ríos, en la antigua provincia de Oriente, tras desafiar, a pecho limpio, las descargas españolas. El sol bañaba su rostro, contaba solo 42 años.

La víspera le escribe a su amigo Manuel Mercado una carta que ha quedado como testamento político: “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Al siguiente día se cumplían 45 años de haber ondeado, por primera vez, libre al viento, la Bandera Cubana, y Martí amaneció vestido con americana y corbata negras, cinto, alpargatas y pantalón carmelita claro.

El 12 de mayo había llegado a Dos Ríos y estableció allí su campamento, sitio donde debía esperar refuerzos de las tropas del general Bartolomé Masó, entre otras huestes mambisas cubanas.

Enfundó el revólver y su machete; se puso la escarapela que antes perteneció a Carlos Manuel de Céspedes; el anillo de hierro con la palabra CUBA, prenda hecha con el metal de las cadenas que llevó en prisión, obsequio de Doña Leonor Pérez, su madre.

Eran las 12:30 del día, los mambises arrasaron la vanguardia enemiga en carga al machete; Gómez tocó retirada para reorganizar las fuerzas y volver a embestir; se produjo la nueva orden de ataque, y es cuando el Apóstol conmina a Ángel de la Guardia a seguirlo y, pistola en mano, avanzó sobre las líneas enemigas, y al llegar a un denso matorral recibió la mortal descarga de los fusileros españoles.

Ese día, José Martí se dirigía a Vuelta Grande, en las orillas del Contramaestre, para reunirse con las fuerzas de Bartolomé Masó. Debido a una delación 600 soldados españoles bajo las órdenes del coronel José Ximénez de Sandoval, seguían la ruta de los cubanos.

El 11 de abril, José Martí, delegado del Partido Revolucionario Cubano desembarcaba en La Playita, Cajobabo, actual municipio guantanamero de Imías, para incorporarse a la Guerra Necesaria iniciada el 24 de febrero de ese año.

Comenzaba aquel recorrido del Maestro desde Cajobabo a Dos Ríos: 393 kilómetros y 897 metros a través de los campos insurrectos de Guantánamo, Santiago de Cuba y la actual provincia de Granma, ruta en la que se establecieron 27 campamentos.

Por su Diario de campaña conocemos la disposición de Martí al marchar al campo de batalla sin previa preparación militar y con total desconocimiento de la vida en campaña. Estaba en Cuba y se sentía feliz de conocer y aprender cosas nuevas. Siente dicha por estar todos los días en peligro de dar su vida por su país.

Tres balas invadieron el cuerpo del creador del Partido Revolucionario Cubano y su delegado y organizador de la Guerra del 95. Directo al pecho, la metralla fractura su esternón. Otra, en el cuello, por debajo de la barba, en abrupta salida destrozó parte del labio superior y una tercera munición penetró en su muslo y fracturó la tibia y el peroné.

A 124 años de su muerte física, la visión antimperialista y el ideario del Apóstol cobran especial vigencia, ante las crecientes amenazas que se ciernen cada vez más agresivas sobre Cuba y contra la paz de Latinoamérica.

El legado de nuestro Héroe Nacional hoy más que siempre nos inspira y compromete a defender la soberanía y la independencia de la nación.



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