El museo y la maestra

بقلم: Lorena Viñas Rodríguez
2019-06-04 08:20:45

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Foto: Granma.

La Habana, 4 jun (RHC) En la ya lejana fecha de 1882, época de plena efervescencia económica y cultural para la ciudad de Matanzas, Ernesto Triolet Lelievre, de origen francés, y el cubano Juan Fermín de Figueroa y Veliz, fundaron una botica en un sitio aledaño a lo que hoy se conoce como el Parque de la Libertad, plaza céntrica de la pequeña urbe.

Como era costumbre entonces, la familia fijó la vivienda en los altos del inmueble, construido al estilo neoclásico doméstico del siglo XIX.

El establecimiento conquistó el afecto de los clientes y con el paso del tiempo llamó la atención de no pocos usuarios procedentes de otras regiones del país. Las personas apreciaban el buen trato, el orden, la limpieza, el aroma de las esencias y la diversidad de medicamentos que allí podían adquirirse.

Ya en los primeros años fueron elaboradas decenas de miles de fórmulas con diversas plantas medicinales, muchas de ellas creadas por los médicos más prestigiosos de la época y comercializadas, inclusive, fuera del país. Al final llegaron a contarse más de medio millón de recetas de productos de las farmacopeas española, francesa, estadounidense y cubana, atesoradas hoy en libros bien conservados y en formato digital.

De tal suerte, la botica llegó a ser una de las edificaciones más atractivas del centro histórico de la ciudad, tan notoria como lo serían el mismísimo Teatro Sauto, el Museo Palacio de Junco, la Sala de Conciertos José White y la hoy diezmada Biblioteca Gener y del Monte.

Al producirse el triunfo de la Revolución Cubana y en medio del proceso de nacionalización, la familia Triolet renunció a la posesión de la botica con todo el mobiliario y pertenencias de incalculable valor, a condición de que se transfiriera el dominio del edificio al sector de Patrimonio.

Fue así como en el mes de mayo de 1964 nació el primer Museo Farmacéutico instituido en América Latina.

Más de 50 años después todo se conserva tal y como lo dejó Ernesto Triolet, el último dueño e hijo del fundador de la botica. La única novedad son dos copas de gran valor patrimonial, que se ubican encima del mostrador central de la farmacia, única de su tipo que se conserva en el mundo. Excepción hecha de esos frascos, todo está en el mismo sitio.

Como para evocar los mejores recuerdos del pasado, la institución acumula importantes colecciones de antiguos medicamentos y miles de inestimables piezas, etiquetas y productos importados, que todavía perduran en sus estantes originales a la vista de los curiosos; todo un tesoro de la humanidad.

Muchos transeúntes la encuentran sin buscarla en su camino por la ciudad. Ya en el interior del inmueble se quedan boquiabiertos de fascinación ante sus encantos. La estructura, íntegramente conservada y con sus muebles y demás contenidos originales, parece ocupar el ámbito de otra época, como si al cabo de más de un siglo no hubiera ocurrido nada.

Entre sus muchos atributos, el Museo exhibe el Premio Excelencias Turísticas Internacional, Colectivo Distinguido del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, la inscripción en el Registro Memoria del Mundo de la Unesco de su fondo documental de libros de asentamiento de recetas, el reconocimiento Aniversario 80 de la Central de Trabajadores de Cuba, y el más reciente: el Premio al Mejor Museo del año (2018).

Hasta el mismísimo fundador Ernesto Triolet se alegraría de ver el saludable estado de aquella su botica, uno de los patrimonios mejor conservados de Matanzas y de Cuba.

Sobre todo le complacería la paciente y admirable habilidad de la maestra Marcia Brito, quien desde hace 36 años encabeza al pequeño colectivo encargado de velar por la conservación del inmueble aun en los periodos más difíciles.

La relación de esta mujer con el museo tuvo su origen en la casualidad, en un golpe de suerte.

Recién graduada de Licenciatura en Educación, pasaba la mayor parte del día en las aulas del Instituto Pedagógico Juan Marinello en calidad de profesora. Un día, como parte de una investigación, acompañó a sus alumnos hasta el Museo Farmacéutico con el objetivo de clasificar su herbolario.

Pero la visión fugaz de la centenaria botica la encantó para siempre. Al fijar la mirada en las cosas inusitadas de aquel lugar despertó instintivamente su interés por una vocación hasta entonces oculta.

PRECISIONES

  • Cuando en 1964 la Revolución nacionalizó el edificio, lo administraba Ernesto Luis Triolet Figueroa, hijo de María Dolores de Figueroa Marty de Triolet, la primera mujer de la Isla en recibir el título de Doctora en Farmacia en la Universidad de Nueva York. Ernesto trabajó allí hasta su muerte en el año 1979.

  • La botica francesa –Calle Milanés e/ Santa Teresa y Ayuntamiento– es Monumento Nacional desde 2008. Es la única de finales del siglo XIX que existe original y completa en el mundo.

  • Posee colecciones de porcelana policromada, etiquetas, utensilios, frascos, dispositivos, fórmulas, medicamentos y libros de asentamientos de recetas. Puede verse la mesa dispensarial que obtuvo medalla de bronce en la Exposición de París de 1900.

  • Sus 55 volúmenes de fórmulas de medicina tradicional y natural incluyen poco más de un millón y medio de recetas de productos de la farmacopea española, francesa, estadounidense y de la cubana, en gruesos volúmenes, y también digitalizadas. De igual forma se conservan los libros de recetas de la farmacia anterior a la que fundara Triolet en 1882, y de su red de boticas en Cárdenas y de sus inicios en Sagua la Grande.

  • El Premio como Mejor Museo del Año 2018 en Cuba y la condición de Museo Más Destacado del país le fueron conferidos al Museo Farmacéutico de Matanzas por el Comité Nacional Cubano del Consejo Internacional de Museos, y con estos reconocimientos se da un paso importante hacia el futuro en la intención de inscribirlo en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

  • La edificación, concebida originalmente para la dualidad de farmacia y vivienda, es exponente de la arquitectura neoclásica de fines del siglo XIX en Matanzas.

  • Cuba posee 376 museos.

(Fuente: Granma)



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