Guayasamín en la memoria de los cubanos

بقلم: Maite González Martínez
2019-06-26 09:57:11

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Foto tomada de Canal Caribe

Por: Pedro Martínez Pírez

Tuve la suerte de conocer en 1960 al gran pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, quien junto al escritor Benjamín Carrión, el poeta Jorge Enrique Adoum y el periodista Pedro Jorge Vera se personaron en la Embajada cubana en Quito, donde yo laboraba, para patentizar su solidaridad con Cuba durante la agresión imperialista por Playa Girón.

He contado antes la historia del primer viaje de Guayasamín a Cuba, así como del primero de los cuatro retratos que hizo al Comandante Fidel Castro el 6 de mayo de 1961. También he subrayado el papel que para hacer posible este encuentro en La Habana desempeñaron Giraldo Mazola Collazo, primer director del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, y la heroína de la Sierra Maestra Celia Sánchez Manduley.

Ese primer retrato de Guayasamín a Fidel, que fue presentado en La Habana en la sede de la Embajada ecuatoriana en presencia del Canciller Raúl Roa García y del poeta Nicolás Guillén, entre otras personalidades cubanas, está perdido. Nadie sabe dónde está, aunque su imagen fue difundida por la prensa de la época y años después, a partir de las fotografías, fue recreado por el pintor camagüeyano Agustín Bejarano.

Puede asegurarse que Guayasamín acompañó a la Revolución Cubana desde su triunfo, en enero de 1959, hasta su fallecimiento el 10 de marzo de 1999. Y dejó un testimonio histórico de gran valor durante su última visita a Cuba, en enero de ese año, al revelar que la idea de su gran proyecto, la Capilla del Hombre, había nacido en Cuba, en 1961, durante su primera visita a la Mayor de las Antillas.

Cuatro meses después de su primera visita a Cuba, el 7 de septiembre de 1961, Guayasamín pintó en su casa de Quito al cantautor cubano Carlos Puebla. Fui el fotógrafo aficionado de ese encuentro en la capital ecuatoriana entre Guayasamín y Puebla, quien con sus Tradicionales, Santiago, Pedro y Rafael, realizaba una gira por varias naciones latinoamericanas.

En el mes de julio del año siguiente Guayasamín volvería a La Habana para participar en un encuentro de solidaridad con Cuba, y en esa fecha conocería al entonces senador chileno Salvador Allende, con quien también forjó una fraterna amistad.

El pintor ecuatoriano denunció cada una de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba en el seno de la OEA, y condenó la ruptura de relaciones decidida por el gobierno ecuatoriano en 1963.

Guayasamín acompañó a los pueblos latinoamericanos y caribeños en su lucha por la segunda independencia, condenó la invasión yanqui a República Dominicana en 1965, denunció las dictaduras y el Plan Cóndor, y en 1975 plasmó en un retrato para la portada de la revista “Siempre”, de México, su admiración por el guerrillero Ernesto Che Guevara, hombre de excepcionales cualidades revolucionarias y humanas.

En 1981 volvió Guayasamín a La Habana, participó en el Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de Nuestra América, y pintó por segunda ocasión al Comandante Fidel Castro.

Al año siguiente se inauguró en La Habana una retrospectiva de la serie titulada “La Edad de la Ira” del gran pintor ecuatoriano, y en marzo de 1984 es invitado a la Primera Bienal de La Habana, como expositor especial.

En 1985, en una de las reuniones sobre la Deuda Externa organizadas por Cuba con la presencia de Fidel Castro, Guayasamín pronunció un brillante discurso, en el cual denunció la explotación y los crímenes cometidos durante la etapa de la colonización española, y también las dictaduras proimperialistas en América Latina y el Caribe.

Los asistentes al Palacio de Convenciones de La Habana a aquella reunión descubrieron que el gran artista ecuatoriano era también un excelente escritor, cuyo verbo, encendido como su obra plástica, tenía mucho de poesía.

En 1986 volvió a Cuba el Maestro Guayasamín. Hizo el tercer retrato a Fidel Castro y pintó también al cantautor Silvio Rodríguez, al Ministro de Educación Armando Hart y al entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Raúl Castro Ruz.

Fui testigo del momento en que Guayasamín pintó en La Habana a Silvio Rodríguez, el 29 de noviembre de 1986, el día en que el cantautor cubano cumplía 40 años de edad. Silvio me dijo, y consta en el archivo de voces de Radio Habana Cuba, que había sido “bendecido por la mano de los Andes, y se sentía como si lo hubieran vuelto a parir”.

La solidaridad del pintor ecuatoriano se hizo sentir en el apoyo a la Nicaragua sandinista, la lucha de otros pueblos centroamericanos por su liberación, la denuncia a la criminal y abusiva invasión de Estados Unidos a la pequeña isla de Granada en 1983, así como contra la invasión yanqui a Panamá.

Coincidí con Guayasamín en Managua, Nicaragua, durante la Sesión Solemne del Tribunal Antiimperialista de Nuestra América que presidía el ex canciller guatemalteco y fundador de las Naciones Unidas, Guillermo Toriello Garrido.

El gran pintor ecuatoriano recibió en 1989 dos importantes distinciones cubanas: la Medalla “Haydée Santamaria” y el máximo reconocimiento del Consejo de Estado de Cuba, la Orden Félix Varela.

Fueron años en que Guayasamín seguía pintando a cubanos en La Habana, entre ellos el cantautor Pablo Milanés, el pianista Frank Fernández, el médico Miguel Mokey, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, y el Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos René Rodríguez.

En el treinta aniversario de la victoria cubana en Playa Girón pintó a José Ramón Fernández, héroe junto a Fidel de esa batalla, quien fue Ministro de Educación y Presidente del Comité Olímpico Cubano. Guayasamín me dijo ese día que Fernández era “un hombre azul”.

Guayasamín siguió atentamente el impacto en Cuba de la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista europeo. Tuvo numerosos gestos de solidaridad con Cuba en esos años del llamado “período especial”. Y en enero de 1993, con la presencia y apoyo de Fidel Castro y el Historiador de La Habana, Eusebio Leal, participó en la inauguración de la “Casa Museo Oswaldo Guayasamín”, en La Habana Vieja, proclamada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En julio de 1994 Guayasamín celebró su 75 cumpleaños, en Quito, su ciudad natal, e invitó a numerosos amigos del mundo. Recuerdo a la catalana Monserrat Ponsa i Tarrés, al chileno Anselmo Sule, al dominicano Juan Bosch, quien asistió con su esposa cubana doña Carmen Quidiello y su hijo Patricio. Por Cuba estuvimos Antonio Núñez Jiménez y yo. Y ese año, es para mí inolvidable, pues recibí la distinción de Miembro de Honor de la Fundación Guayasamín, a propuesta del Maestro.

Recuerdo que acompañamos a Guayasamín a colocar el original de la escultura del líder indígena Rumiñahui en la localidad de Sangolquí, cerca de Quito. Y una réplica de esa obra, de la autoría de Guayasamín, el pintor la trajo personalmente a Cuba en el mes de mayo de 1995 y la colocó en un parquecito de La Habana Vieja, cerca de la Casa Museo que lleva su nombre.

Guayasamín había recibido, en el mes de noviembre de 1994, el título de Doctor Honoris Causa, otorgado por el Instituto Superior de Arte de Cuba.

En noviembre de 1995, en La Habana, tuve también el honor de estar presente cuando Guayasamín hizo el cuarto y último retrato al Comandante Fidel Castro. Fue el “Fidel con manos”, preciosa obra que el Maestro dedicó al Comandante cubano por su 70 cumpleaños y fue entregado en un acto efectuado en La Habana el 13 de diciembre de 1996.

En ese acto estuvo también el expresidente dominicano Juan Bosch, gran amigo de Guayasamín y Fidel.

Yo había tenido el privilegio de estar también presente, cuando en agosto de 1988 a Fidel Castro le celebraron su 62 cumpleaños en la Casa de Guayasamín en Quito. Yo fui uno de los periodistas que dio cobertura a la toma de posesión del presidente Rodrigo Borja, el 10 de agosto de ese año.

Guardo en mi memoria la visita que Guayasamín hizo a Cuba cuando mercenarios centroamericanos fueron contratados por la mafia anticubana de Miami para colocar bombas en hoteles y otros sitios de interés del turismo internacional como “La Bodeguita del Medio” y el Cabaret “Tropicana”.

Una de esas bombas fue colocada por los terroristas en el hotel “Copacabana” de La Habana y provocó la muerte al joven italiano Fabio Di Celmo, el 4 de septiembre de 1997.

En esos momentos el Pintor ecuatoriano decidió venir a La Habana con un equipo de la televisión de su país y alojarse en un hotel para demostrar que sí se podía venir a la capital cubana, víctima entonces de una campaña terrorista financiada desde Miami para atemorizar a los turistas y contribuir al criminal bloqueo económico de los Estados Unidos.

Esta fue una prueba valiente y contundente de la solidaridad del pintor ecuatoriano con la Revolución Cubana.

La entrañable amistad que forjaron a lo largo de sus vidas Guayasamín y Fidel llevó al Comandante cubano a realizar en febrero de 1997 una acción poco conocida. En el famoso cabaret “Tropicana”, durante el Festival Internacional del Habano, Fidel Castro subastó un humidor diseñado por el artista ecuatoriano, para recaudar fondos que contribuyeran a la construcción de la Capilla del Hombre, obra magna del pintor ecuatoriano.

La idea de la ayuda cubana en habanos para vender en humidores fabricados en Quito, fue de Antonio Núñez Jiménez, a quien Fidel le solicitó la forma en que Cuba podía contribuir al sueño de Guayasamín.

Estuve presente en esa iniciativa, una de las que hizo posible reunir el financiamiento para que la Capilla del Hombre fuera inaugurada el 29 de noviembre de 2002, con la presencia de Fidel Castro y Hugo Chávez, en un mediodía de radiante sol en la Mitad del Mundo, tres años después del fallecimiento del Maestro.

La última visita de Guayasamín a Cuba fue para participar en el Taller Cultura y Revolución, convocado por el Ministerio cubano de Cultura y la Casa de las Américas, y efectuado en la ciudad de Santiago de Cuba los días 4 y 5 de enero de 1999.

Guayasamín viajó en esa oportunidad acompañado por otros dos destacados intelectuales ecuatorianos, Jorge Enrique Adoum y Pedro Jorge Vera, y al evento asistieron los Premios Nobel de Literatura Gabriel García Márquez y José Saramago.

Recuerdo que hice la última entrevista a Oswaldo Guayasamín en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, el 6 de enero de 1999, cuando fue condecorado Pablo, hijo del Maestro, con la Orden de la Amistad.

El ICAP, donde el Maestro hizo el primer retrato a Fidel el 6 de mayo de 1961, fue el 6 de enero de 1999, el escenario para despedir al gran pintor amigo de Cuba, a quien nunca olvidaremos y rendiremos el homenaje que merece el sábado 6 de julio de 2019, en la Casa Museo que él inauguró junto a Fidel Castro y Eusebio Leal, y esto ocurrirá en el año en que junto al 500 aniversario de La Habana celebraremos el vigésimo año de la Cumbre Iberoaméricana que consagró a Guayasamín como Pintor de Iberoamérica, y que llevó a Fidel a decir que el artista ecuatoriano era el hombre más noble y generoso que había conocido jamás.

Prohibido olvidar al gran pintor ecuatoriano, el ave blanca que vuela, y que siempre nos pidió dejar encendida una luz para que él pudiera volver.



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