Por Maritza Gutiérrez
En el mundo de hoy es un hecho que la práctica del multilateralismo se ha desnaturalizado. Las relaciones y el equilibrio de poder que antes servían de base al orden mundial, a pesar de sus imperfecciones, no existen más.
Durante una época pasada, el multilateralismo estableció un mecanismo de diálogo utilizado para el trabajo conjunto de varios países en la solución de conflictos y otros asuntos globales. ¿Qué cambió? ¿Qué provocó el debilitamiento del multilateralismo?
Con la desaparición del campo socialista y la Unión Soviética a finales de la década de los 80s, la correlación de fuerza cambió.
Si observamos los acontecimientos mundiales, hoy existen más de 30 conflictos en desarrollo, desde el inicio de la guerra en Afganistan. En todos ellos la presencia del imperialismo norteamericano ejerce sus influencias con un claro objetivo. Se intenta una nueva redistribución de fuerzas.
No obstante, la fuerte crítica a la intervención de Estados Unidos en países de oriente medio, así como el retiro progresivo de varios países de las coaliciones, son muestras de que el unilateralismo ha perdido terreno. Aún así, las acciones unilaterales seguirán siendo la sombra que persiga al multilateralismo, particularmente en temas considerados de alta política internacional.
No es posible ignorar que vivimos en un mundo interconectado. Cuando lo ignoramos la propia naturaleza nos lo recuerda, y en ocasiones de manera dramática. Es por ello que se necesita del multilateralismo para enfrentar los problemas actuales, ya sean conflictos militares, económicos, el cambio climático e incluso las epidemias y pandemias, que cada cierto tiempo reaparecen, como la que hoy azota al mundo a causa del nuevo coronavirus Sars-cov-2.
Evidentemente, son muchos los desafíos que enfrenta el multilateralismo en la actualidad, a pesar de los esfuerzos que realizan algunas organizaciones como las Naciones Unidas para reactivarlo. No se debe permitir que ninguna nación pretenda dictarle al mundo lo que debe hacerse.
Se necesita un nuevo y moderno multilateralismo, que incluya no solo los inevitables equilibrios de poder, sino que considere la diversidad de los desafíos actuales y la necesidad de reafirmar un modelo normativo sobre una base democrática y de respeto a los derechos humanos.
El objetivo debe ser la verdadera democratización de los foros multilaterales para permitir que las opiniones y necesidades de los ciudadanos sean expresadas e incluidas.