Foto: Archivo/RHC

El bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por el gobierno de EE.UU. contra Cuba por casi seis décadas, tiene entre sus objetivos disuadir la inversión extranjera en la nación.

Hace un cuarto de siglo, a través de la Ley Helms-Burton, Washington decidió la internacionalización de sus sanciones y, más recientemente, la posibilidad de que al amparo de su Título III se pudieran tomar acciones judiciales contra empresas, individuos cubanos o de terceros países que se relacionan comercialmente con propiedades nacionalizadas en la mayor de las Antillas en la década de 1960.

Todo ello crea el marco legal para desalentar el arribo de fondos al país caribeño, los cuales podrían impulsar su desarrollo económico y social.

Pese al recrudecimiento del bloqueo, datos oficiales publicados por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex) evidencian la buena marcha de este renglón económico.

Solamente en los años 2019 y 2020 se aprobaron 67 proyectos con capital foráneo, 14 de ellos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, principalmente en los sectores del turismo, la construcción, la minería y la industria.

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Sobre esta línea, Carlos Luis Jorge Méndez, director de Inversión Extranjera del Mincex, expresó en su cuenta en Twitter que el balance del trabajo anual realizado en diciembre pasado evidencia el crecimiento del monto de inversión de los negocios aprobados en esa etapa.

En aras de afianzar iniciativas para el crecimiento y la soberanía económica de la nación, con especial énfasis en el desarrollo local, también a finales del 2020 Cuba presentó la nueva Cartera de Oportunidades y autorizó la participación de capital foráneo en empresas mixtas, lo cual, al decir de Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores, contribuye a la estrategia para enfrentar el fortalecimiento de las sanciones estadounidenses.

A la par, en marzo reciente, la Ventanilla Única, una novedosa herramienta digital que facilita los trámites para los inversionistas en Cuba, comenzó a brindar servicios a escala internacional.

Todo ello es un indicador palpable de que la nación antillana no frena su estrategia de desarrollo, más bien la impulsa e incentiva a empresarios de otras naciones a ser partícipes de sus proyectos, pese a los obstáculos de la criminal política estadounidense. (Tomado de ACN)