Imagen / @DiazCanelB
Por Pedro Martínez Pírez
Este domingo, y a pesar de la pandemia, muchas personas en el mundo volvieron a pronunciarse contra el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, y por primera ocasión se realizó frente al malecón habanero una regata con la participación de embarcaciones de varios países, incluidos yates con bandera estadounidense.
Es de suponer que la Embajada de Estados Unidos en Cuba, que aunque muy disminuída en funcionarios luego del cuatrienio de Donald Trump, debe haber informado a Washington esta novedad, pues el edificio de la Misión estadounidense ocupa un lugar de privilegio frente al hermoso litoral habanero, donde tuvo lugar la singular muestra contra el bloqueo.
El título de este reporte lo extraje de uno de los numerosos mensajes enviados este domingo al mundo por el Presidente de Cuba, ingeniero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien afirmó que “la protesta mundial contra el bloqueo se ha convertido en una ola imparable”.
Una ola imparable que volverá a estremecer en junio próximo a la Organización de Naciones Unidas, cuya Asamblea General volverá a considerar en Nueva York el proyecto de resolución contra el bloqueo que Cuba viene presentando desde 1992 con el apoyo casi unánime de las naciones representadas en el máximo organismo internacional.
Esta demostración mundial contra el bloqueo, en la cual participaron muchos cubanos residentes en Estados Unidos y otros países de los cinco continentes, es un claro mensaje que debe escuchar el nuevo inquilino de la Casa Blanca, quien en los primeros cien días de la actual administración no ha revertido ninguna de las doscientas cuarenta medidas de intensificación del ilegal y criminal bloqueo contra Cuba, que fueron aprobadas por su antecesor, el tristemente célebre Dónald Trump.
Sí como se ha dicho no es Cuba una prioridad del nuevo gobierno de Estados Unidos, para los cubanos y para muchos amigos en el mundo, el mantenimiento de un bloqueo implantado desde hace seis décadas, y su alcance extraterritorial, constituye una violación flagrante de los derechos humanos del pueblo cubano, y es una prioridad su eliminación.
Y toda esta política yanqui hacia Cuba, en cuyo diseño han participado elementos anexionistas de origen cubano radicados en Miami, que fueron sólidos aliados de Donald Trump, debe cesar, para que prevalezcan los verdaderos intereses de los pueblos de Estados Unidos y Cuba, y vuelva a funcionar a plenitud la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, que fue elevada a ese rango diplomático durante el gobierno del cual Joe Biden fue vicepresidente.