La televisión cubana en mi memoria

بقلم: Maite González
2021-11-11 18:02:54

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Por: Pedro Martínez Pírez

Como Presidente desde 1999 de la Comisión de Prensa de la ACNU, Asociación Cubana de las Naciones Unidas, organizo en su sede habanera, cada año, los actos para celebrar el Día Mundial de la Radio, el 13 de febrero, y de la Televisión, el 21 de noviembre.

El ICRT, Instituto Cubano y de Radio y Televisión, entrega desde 2002 el Premio Nacional de Radio y Televisión, el más alto reconocimiento que se otorga en ambos medios a quienes se hagan merecedores de tal distinción por el conjunto de la obra de toda la vida.

Como este año el Día Mundial de la Televisión será un domingo, adelantamos la celebración para el viernes 19 de noviembre y nuestro invitado especial será Danylo Sirio López, Premio Nacional de Televisión en 2021.

Danylo Sirio, es en la actualidad Vicepresidente del ICRT, y tiene una larga y brillante trayectoria en la televisión cubana. Se inició en 1969 como operador de Control Maestro, y durante más de cinco décadas ha simultaneado diferentes funciones, como director de programas de televisión, de transmisiones deportivas y de las visitas al exterior del Comandante Fidel Castro.

Conocí a Danylo Sirio en Nueva York, en 1979, a propósito del viaje de Fidel a la ONU en su doble condición de Presidente de Cuba y del Movimiento de Países No Alineados, pues un mes antes se había efectuado en La Habana la VI Conferencia Cumbre de los NOAL.

Yo tuve el honor de ser uno de los periodistas cubanos que dio cobertura a esta segunda visita de Fidel Castro a la ONU, porque fui designado para esa misión por el entonces director de Radio Habana Cuba, Alfredo Viñas. 

Imagenes de archivo.

La intervención del líder histórico de la Revolución Cubana se produjo el viernes 12 de octubre de 1979 en el 34 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

 Fui testigo de aquel acontecimiento histórico, en el salón plenario de la ONU abarrotado de público, pues a los diplomáticos se agregaron trabajadores de la ONU que llenaron los pasillos, y algunos se sentaron en el piso del magno recinto.

 El discurso de Fidel fue interrumpido por aplausos en cerca de treinta ocasiones, y yo vi aplaudir a embajadores que representaban a países que en esos momentos no tenían relaciones diplomáticas con Cuba.

Inolvidable para mí fue el momento en que el Primer Ministro de Granada, el joven Maurice Bishop, rompió las normas diplomáticas y el protocolo y fue a abrazar al Comandante Fidel Castro una vez finalizado su discurso.

Ese 12 de octubre, en horas de la noche, el Presidente Fidel Castro ofreció una recepción en la sede de la Misión de Cuba en la ONU, situada en las calles Lexington y 38 en la ciudad de Nueva York.

Recuerdo que yo entrevisté esa noche a varios cancilleres, entre ellos al de Bolivia, Antonio Araníbar, a quien había conocido el año anterior en Quito, en la casa del arquitecto Handel Guayasamín, sobrino del Pintor de Iberoamérica, quien fue años más tarde el constructor de la famosa Capilla del Hombre.

Danylo Sirio estaba en la Misión de Cuba ante la ONU con Bernardo Zayas, quien por esa época se desempeñaba como el ingeniero jefe de las transmisiones internacionales de la Televisión Cubana.

Según me explicó Danylo no pudo viajar a esa importante misión en la ONU un periodista de la televisión cubana y por eso me pidió a mí que lo ayudara en conseguir un testimonio de Fidel para la TV de Cuba.

Conociendo a Fidel Castro desde mis tiempos de Prensa Latina, cuando en mayo de 1972 di cobertura al extenso periplo realizado por el presidente de Cuba, el cual se inició Guinea y finalizó más de dos meses después en la antigua Unión Soviética, le comenté a Danylo Sirio que además del camarógrafo de la televisión cubana necesitaría un intérprete, pues en la estrategia para llegar al Comandante, me proponía antes entrevistar a Maurice Bishop y al Secretario General de la ONU, Kurt Waldheim, ambos presentes en la recepción de esa noche en la sede de la Misión de Cuba.

Y así lo hice. Fueron tres entrevistas para la televisión cubana, dos en inglés y una en español, nada menos que con el Comandante Fidel Castro, a quien recuerdo haberle dicho, para iniciar el diálogo, que los periodistas que habíamos viajado a Nueva York sacábamos la cuenta del tiempo que hacía que el Presidente de Cuba no viajaba a la ONU.

Fidel, como de costumbre, respondió con la pregunta de qué tiempo hacía de su anterior visita a Naciones Unidas, y sin vacilar le dije: 19 años y 17 días.Mi rápida y precisa respuesta a la pregunta de Fidel estimuló al Comandante a exclamar: “Ahora me siento más joven”, e iniciamos el diálogo para la televisión cubana, cuyo audio

Cuatro años después, en Nueva Delhi, se presentó una situación parecida. El lunes 7 de marzo de 1983 habló en el Palacio Biyan Baban el Presidente de Cuba, quien entregó a Indira Gandhi la presidencia de los No Alineados.

Recorría yo los cubículos de la prensa acreditada en áreas de la sede de la VII Cumbre con el amigo Julio Muriente, representante de Puerto Rico, cuando al pasar por el sitio desde el cual transmitía la televisión cubana el Ingeniero Bernardo Zayas alertó al Presidente del ICRT, Nivaldo Herrera, que yo podía narrar para Cuba la ceremonia inaugural, que estaba siendo transmitida en idioma Inglés.

Supe que el periodista de la televisión cubana no había podido acceder al Palacio donde se efectuaba la ceremonia y era indispensable narrar en español para Cuba el momento trascendental en que Fidel entregaba a la Primera Ministra de la India la Presidencia de los No Alineados.

Lo asumí como una nueva e impostergable colaboración con la televisión cubana y estuve durante 55 minutos describiendo para Cuba la ceremonia de inauguración de la VII Cumbre. Por suerte estaba bien informado sobre la historia y la participación de Cuba en el Movimiento de los No Alineados, fundado en 1961 en Belgrado, y aproveché la escala de tres días en Moscú para profundizar en los estudios no solamente de los NOAL, sino también de la India y de la para mí atractiva personalidad de Indira Gandhi. 

Recuerdo el orgullo que sentí al ver a Fidel romper el protocolo en su saludo a la Primera Ministra de la India.

El ingeniero Bernardo Zayas, ya fallecido pero a quien recuerdo siempre por su talento y eficiencia, me había ayudado técnicamente a transmitir a Radio Habana Cuba siete crónicas que elaboré y grabé en los días previos a la VII Cumbre de los No Alineados.

Pero no fueron ni en Nueva York ni en Nueva Delhi mis primeras colaboraciones con la televisión cubana. Fue en La Habana, en los estudios del edificio FOCSA, en 1968, cuando hice mi primera contribución al programa RAÍCES DE NUESTRA HISTORIA, inaugurado por Faustino Pérez, dirigente histórico de la Revolución, porque el 10 de octubre de ese año el Comandante Fidel Castro había pronunciado un importante discurso sobre los cien años de lucha por la independencia y la soberanía nacionales, iniciada por el Padre de la Patria cubana, Carlos Manuel de Céspedes.

Recuerdo que el programa RAICES DE NUESTRA HISTORIA se realizaba en vivo con una duración de noventa minutos, y los panelistas eran destacados historiadores y estudiantes cubanos.

En esa etapa yo laboraba en la Agencia Prensa Latina y era profesor de Historia de Cuba en los cursos dirigidos de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana.

Imagen archivo

Pero volvamos a los años ochenta del pasado siglo porque fue una década de un trabajo intenso dentro y fuera de Cuba, años en los cuales realicé numerosas colaboraciones para la televisión cubana.

Durante dos años di cobertura en la ciudad suiza de Ginebra a los debates en la antigua Comisión de Derechos Humanos de la ONU, altamente politizados por el obsesivo afán de Estados Unidos de acusar a Cuba de violación de los derechos humanos.

Fueron los tiempos en que Ronald Reagan nombró como Embajador de Estados Unidos en Ginebra nada menos que al falso poeta y paralítico cubano Armando Valladares, pero el verdadero jefe del farsante en los debates de la CDH era el general Vernon Walters, embajador yanqui en la ONU y exdirector adjunto de la CIA.

Nunca olvidaré las brillantes intervenciones del embajador Raúl Roa Kouri, enviado por Cuba a los debates en la Comisión de Derechos Humanos, ni a tres personalidades que apoyaron con su presencia en la sala de prensa del organismo, las verdades de Cuba. Ellos fueron el Reverendo Raúl Suárez, el poeta y novelista recién fallecido Pablo Armando Fernández y Miguel Barnet, poeta, narrador, ensayista y etnólogo.

En esa época tuve el apoyo del camarógrafo de la televisión cubana Tomás Oliveros, quien me apoyó en Ginebra, y también en Trípoli, donde dimos cobertura al juicio a Ronald Reagan organizado por el Tribunal Antiimperialista de Nuestra América, que presidía el excanciller guatemalteco y fundador de la ONU Guillermo Toriello Garrido, nacido en su país el 11 de noviembre de 1911 y fallecido en La Habana, donde reposan sus restos, el 24 de febrero de 1997.

Gracias al impacto de ANGULO ANCHO, un programa monotemático, de 58 minutos de duración, en el cual prevalecía el periodismo de investigación, y del cual realicé 42 espacios, la Embajada de Francia en La Habana me invitó a un Encuentro Mundial de Presentadores de Programas de Televisión, en París, adonde me acompañó también el camarógrafo Tomás Oliveros e hicimos un gran reportaje, que incluyó entrevistas a Ignacio Ramonet, Alba de Céspedes, el actor Pierre Richard, el historiador Paul Estrade y directivos de la Torre Eiffel.

En 1989 volví a París con el Historiador de La Habana Eusebio Leal Spengler, invitado a los actos por el Bicentenario de la Revolución Francesa. En ese viaje volví a la Isla San Luis, en el río Sena, a entrevistar a Alba de Céspedes, pero no para la televisión, sino para Radio Habana Cuba.

Las dos entrevistas que hice a la nieta de Carlos Manuel de Céspedes fueron utilizadas por la colega Maritza Deschapelles en la elaboración por ella de un hermoso documental de catorce minutos de duración transmitido por el Canal Educativo con el título Entre las Palmas y el Azul.

Y en agosto de 1988 volví a colaborar con la televisión cubana mediante la cobertura de la primera visita a Quito del Comandante Fidel Castro, quien asistió a la toma de posesión del Presidente de Ecuador Rodrigo Borja, invitado por el primer mandatario saliente León Febres Cordero, quien había visitado a Cuba en abril de 1985.

Recuerdo haber enviado en días sucesivos cuatro reportajes de quince minutos cada uno a la televisión cubana, los cuales editaba con la ayuda del ingeniero Madriñán, primer esposo de Verenice, hija del Pintor Oswaldo Guayasamín, en un estudio de la Fundación, y teníamos que llevar el casete hasta un lejano centro de transmisiones por satélite ubicado en las afueras de Quito.

Fue un trabajo intenso, pero muy agradable para mí, pues conocía muy bien a la capital ecuatoriana, donde había cumplido misión diplomática en la década de los años sesenta, y me unían lazos de estrecha amistad con la familia Guayasamín.

La toma de posesión de Borja fue el 10 de agosto, pero dos días después, a las doce de la noche, la familia Guayasamín le celebró el 62 cumpleaños a Fidel Castro, quien había posado para el pintor en tres ocasiones en La Habana, en 1961, 1981 y 1986.

En uno de los reportajes que envié desde Quito a la televisión cubana, antes de la toma de posesión de Rodrigo Borja, el pintor Oswaldo Guayasamín me habló de las fuertes presiones ejercidas por la embajada yanqui en Quito, para que fuera eliminada la alusión a la CIA contenida en el gran mural creado por el artista y que sería inaugurado el 10 de agosto de 1988.

Fue una primicia que tuvieron los televidentes cubanos, quienes pudieron ver a Guayasamín frente a su mural del Congreso Ecuatoriano en Quito, reiterando que permanecería en él la denuncia de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

En 1989 recibí de la Unión de Periodistas de Cuba, presidido entonces por el colega Julio García Luis, el Premio de Televisión por la obra del año. Fue un lauro que reconocía especialmente la calidad y el impacto periodístico de los programas ANGULO ANCHO.

De 1991 a 1997 colaboré cada noche, en forma voluntaria y sin remuneración, en el Canal Hoy Mismo, surgido luego de los Juegos Panamericanos con la conducción del periodista deportivo Héctor Rodríguez.

Fueron años de período especial. Trabajaba todo el día en Radio Habana Cuba y en las noches en HOY MISMO, donde lo mismo hacía entrevistas que comentarios, acompañado durante un tiempo con el colega chileno Orlando Contreras Castro, y alguna que otra vez como Conductor en sustitución de Héctor Rodríguez.

Imagen de archivo.

En Hoy Mismo tuvimos en varias ocasiones a Fidel, especialmente luego de las elecciones de 1993 cuando fuimos electos como Diputados Héctor Rodríguez, Rosalía Arnáez y yo, para un mandato de cinco años.

En Hoy Mismo el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, entrevistado por mí, anunció en el llamado Período Especial, que la Fundación Guayasamín asumía la edición anual de los calendarios de bolsillo de Radio Habana Cuba, y aportaría sus obras y su financiamiento.

El italiano Mauro Casagrandi, uno de los agentes de la Seguridad Cubana rebelados en 1987, compareció conmigo una noche en HOY MISMO, para anunciar que asumía el costo de los cristales rotos del Hotel Deauville durante los disturbios del 5 de agosto de 1994. Y el dinero, calculado en unos cuatro mil dólares, saldría de los salarios que a él le pagó la CIA durante diez años.

Con Mauro y José Fernández de Cossio, Presidente entonces de una de las cadenas turísticas de Cuba, realizamos un acto con los trabajadores del Hotel Deauville luego de la instalación de los cristales dañados durante la acción vandálica del 5 de agosto, la cual fue sofocada personalmente, con valentía e inteligencia, por el Comandante Fidel Castro.

Algo muy significativo en la década de los noventa del pasado siglo, en cuanto a mi colaboración con la televisión cubana, fue la visita a Cuba, del 21 al 25 de enero de 1998, del Papa Juan Pablo II.

Los directivos de la televisión cubana me pidieron presentar al Cardenal Jaime Ortega, quien anunciaría la visita del Papa. No fue difícil para mí porque conocía desde hacía años al Cardenal Ortega, un cubano inteligente y patriota.

Al mismo tiempo me pidieron narrar dos de las cuatro misas que celebraría el Papa. La primera en la ciudad de Santa Clara, y la tercera, en Santiago de Cuba. Y otro periodista de la televisión tendría a su cargo la narración de las dos restantes.

Pero narré para la televisión cubana y para Radio Habana Cuba la primera misa del Papa, celebrada en mi ciudad natal, Santa Clara, y el Comandante Fidel Castro pidió que continuara yo narrando las tres misas restantes. Y así lo hice, también las de Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana, hasta el 25 de enero de 1998.

Fue una experiencia formidable en lo personal y un acontecimiento en los medios de prensa de Cuba. Pero no estuve sólo en la televisión, pues tuve el apoyo de dos sacerdotes católicos, un venezolano y un cubano, que se alternaron en su acompañamiento en las transmisiones de la televisión cubana.

Por ese trabajo en la televisión cubana recibí en la Nunciatura Apostólica de La Habana, la Moneda de la visita del Papa. Y también la invitación de Fidel Castro de participar con él y con Julio García Luis, en una comparecencia especial para hacer una evaluación de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba.

El colega y amigo Julio García Luis había viajado en el avión del Papa y yo había narrado las cuatro misas celebradas por Juan Pablo II en Cuba.

Recuerdo que Fidel nos invitó a Julio y a mí a una reunión con él en la Presidencia de la República. Y le comenté a Julio que debíamos, como periodistas, evitar que Fidel convirtiera la comparecencia en un monólogo, y así lo hicimos.

El texto íntegro de la comparecencia de Fidel con Julio y conmigo fue publicada en el periódico Granma, y allí puede apreciarse el diálogo cordial e interactivo de aquella noche en el Estudio 13 de la televisión cubana.

Semanas después de la visita a Cuba del Papa Juan Pablo II, debí narrar, también para la televisión cubana, cuatro cultos de las Iglesias Evangélicas de Cuba, pero también disfruté de la compañía del doctor Reineiro Arce Valentín, Rector del Seminario Teológico de Matanzas.

Después de aquellas intensas jornadas tuve contactos esporádicos con la televisión cubana, en Mesas Redondas sobre la colaboración médica cubana, la batalla por el rescate y regreso del niño Elián y el aniversario 60 de Radio Habana Cuba, que todavía hoy estamos celebrando.

En mi vida periodística aprecio las experiencias ganadas en la Revista OCLAE, de frecuencia mensual, el trabajo en el vespertino diario Juventud Rebelde, la agencia Prensa Latina, la televisión cubana, así como mis 48 años en Radio Habana Cuba, donde he recibido muchos estímulos y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Radio y el Premio Nacional de Periodismo “José Martí” por la obra de la vida.

Pero “a fuer de ser sincero”, como diría al Canciller Raúl Roa García, nada es comparable como haber recibido el Día de la Prensa Cubana, el 14 de marzo de 2017, el título de HIJO ILUSTRE DE LA CIUDAD DE SANTA CLARA, y haberlo recibido al pie del Monumento al Ché, obra grandiosa de mi amigo escultor José Delarra.

Y como “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, como nos dijo José Martí, nos proponemos homenajear este año en el Día Mundial de la Televisión, a un hombre que ha consagrado su vida a la televisión cubana: Danylo Sirio López.



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