Foto: Clarín.
Seis semanas después de reemplazar al dimitente Boris Johnson, la primera ministra conservadora británica, Liz Truss, estaría a punto de seguir los pasos de su predecesor, tras el caos generado por su errática política económica.
Si bien Johnson fue obligado a dimitir por unos correligionarios cansados de su desparpajo, escándalos constantes y falta de liderazgo, el caso de Truss tiene un cariz más serio, porque atañe no solo al partido gobernante, sino a todos los británicos, y pone en riesgo la estabilidad económica del Reino Unido.
Johnson tuvo que irse por su incapacidad de ceñirse a la verdad y su poca voluntad para serle fiel a sus amigos en el Gobierno, y será perdonado, pero la incompetencia y el analfabetismo económico de Truss, que costó decenas de millones de libras al Reino Unido, y empobrecerá más a los ciudadanos, no serán perdonados, aseguró el economista Steven McCabe.
En declaraciones a Prensa Latina, el profesor de Economía Política de la Universidad de la Ciudad de Birmingham dijo no tener dudas de su destitución, y de que su corto mandato quedará registrado como una decisión desastrosa tomada por unos electores desconectados de la realidad, en alusión a que fue elegida solo por los 170 mil miembros del Partido Conservador.
Durante el concurso interno de liderazgo celebrado por los “Tories” en agosto pasado para escoger al sustituto del controvertido gobernante, la entonces canciller prometió enfrentar la crisis del costo de la vida y la inflación con una rebaja de impuestos sin precedente.
Tres semanas después de mudarse al número 10 de Downing Street, la flamante primera ministra anunció por intermedio del titular de Hacienda, Kwasi Kwarteng, el ´mini presupuesto´ con el cual pretendía estimular el crecimiento económico del país, atraer a los inversionistas y sortear la crisis global provocada por los coletazos de la pandemia de la COVID-19 y la guerra en Ucrania.
El tiro, sin embargo, la salió por la culata, pues la falta de detalles sobre la forma en que financiaría el histórico recorte fiscal y los temores de que se disparara la deuda pública británica derrumbaron temporalmente la libra esterlina, y obligaron al Banco de Inglaterra a comprar apresuradamente los bonos del Estado para apuntalar a la divisa británica.
El enfoque económico basado en la oferta que adoptó la primera ministra, y que ya se conoce popularmente como “Trussonomía”, fue rechazado por los mercados financieros internacionales, el Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos, y ahora por los Tories.
El infame mini presupuesto no solo provocó un caos financiero que hizo lucir al Reino Unido como una economía emergente, sino que destrozó la autoestima que sostiene al Partido Conservador, remarcó McCabe.
Para apaciguar a sus críticos, entre los que se cuentan un número cada vez mayor de diputados conservadores, Truss dio marcha atrás a algunas de sus propuestas, destituyó a Kwarteng, y finalmente, su nuevo ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, voló en pedazos este lunes el polémico plan fiscal, pero todo indica que la suerte de la gobernante ya está echada.
Al menos cinco diputados de la bancada conservadora ya pidieron públicamente la renuncia de la primera ministra Truss, y según la prensa local, en los corrillos parlamentarios ya se barajan los nombres de sus posibles sustitutos.
Los laboristas, que disfrutan de una ventaja sin precedente en la intención de voto como resultado del errático plan económico del Gobierno, presionan, por su parte para adelantar las elecciones generales previstas para finales de 2024.
Los conservadores no tienen autoridad, credibilidad ni un plan de crecimiento (económico), se encargó de remarcar Rachel Reeve, contraparte de Hunt en el llamado gabinete a la sombra (opositor), tras la intervención del ministro de Hacienda en la Cámara de los Comunes.
Truss tampoco es muy popular entre los británicos, ya que solo el 19 por ciento cree que debe seguir en Downing Street, según sondeos recientes, y una petición online para adelantar los comicios generales acumula más de 634 mil firmas.
Las reglas internas del Partido Conservador dan un margen de un año al jefe de Gobierno para demostrar su capacidad en el cargo, pero no se descarta que los diputados tories busquen la forma de reemplazar a la primera ministra si ven peligrar sus curules en unas eventuales elecciones adelantadas. (Tomado de Prensa Latina).