Iglesia Parroquial Mayor del Espíritu Santo.
Sancti Spíritus, 8 ago (Prensa Latina) La iglesia Parroquial Mayor del Espíritu Santo, en esta villa patrimonial, es una de las joyas coloniales más antiguas e importantes de Cuba, aseguró hoy Roberto Vitlloch, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad.
El templo católico, junto al puente Yayabo y el teatro Principal, son los símbolos más relevantes de la villa que en 2024, en el mes de junio, cumplirá 510 años de fundada por el Adelantado Diego Velázquez.
Está situado en una colina y se terminó de construir en 1680, al santuario con su planta casi idéntica a la Iglesia Parroquial mudéjar de Villa de Alcor (Huelva, España) lo acompañan realidades como contar con la atalaya más alta de América a inicios del siglo XIX.
Vitlloch explicó a Prensa Latina que en la segunda visita del Obispo Espada y Landa a la catedral (1819) aprobó el diseño de la torre que ejecutó el maestro andaluz Domingo Valverde, de 40 metros de altura y un graderío de 103 escalones, equivalente a un edificio de unos 15 pisos.
La cúpula, asediada por los rayos, sufrió gran deterioro a mediados del siglo XIX autorizándose darle la terminación que mantiene hasta nuestros días; ahora se redujo en 17 peldaños la escalera hasta el campanario.
Al valorar las características del templo precisó el ingeniero que es un inmueble uninave con un techo de armadura típico de la época, con tratamiento esquistos de las maderas preciosas todas de la propia zona de la ciudad.
Explicó que diversos estudiosos en arquitectura -que en el tiempo visitaron el conjunto católico- No lograron definir su estilo, donde se unen aportes de los ejecutores ibéricos y una elegancia local muy acentuada por sus líneas rectas, propias del prebarroco.
Sobre su oriente se refiere es de este a oeste muy característico de los templos católicos y tenía como fin lograr que los primeros rayos del sol le dieran la bienvenida al Espíritu Santo, patrón de la villa.
Su nave principal, anotó, conserva por mas de 300 años sus elementos principales, un techo formado por finos tableros, esquinas en forma de puente diagonal, vigas y ornamentos en soportes o refuerzos.
Los habitantes de la villa espirituana, al igual que sus iguales en el país, tuvieron más de un siglo con más o menos progreso, en correspondencia con las tendencia de la corona española, paz que se ve interrumpida por la presencia de corsarios y piratas.
En las Pascuas de 1665, por el sur aparecen una invasión de piratas ingleses, se llevaron de la iglesia los ornamentos y vasos sagrados, y con ellos un gallo de oro que había donado el capitán don Pedro Pérez de Corcha, se encontraba en el Altar Mayor.
El adinerado lugareño edificó la Capilla del Rosario y un año más tarde falleció a los 90 años y fue enterrado de la cripta creada. Se narra que heredó los bienes del Cacique de Magón (comarca india), agradecido por el trato recibido por parte de los ascendientes.
Este suceso llevó a los vecinos a promover la ejecución de un templo más seguro y mayor. Obra que autoriza y costea parte el sargento mayor, don Ignacio de Valdivia, alcalde de Sancti Spíritus. El edificio se erige en el mismo lugar que nació la pequeña ermita y se inaugura en 1680.
Con la visita del Obispo de Espada a la villa en 1804, entra en vigor la disposición de prohibir los enterramientos en las iglesias. Según registros históricos en los sótanos de la Parroquial Mayor fueron sepultadas cerca de 12 mil personas,
En recordación de aquellos ritos se conserva una bóveda en la antigua capilla del Rosario o del Santísimo, con los restos del Monseñor Pablo T. Noya Mínguez, quien durante 46 años fue su párroco principal.
El reloj que sigue marcando el tiempo para los espirituanos data de 1911, el primero fue adquirido en 1771 con el aporte de los locales.
Mientras en la atalaya, donde se dice aparece el güije (duende negro de la cultura cubana caribeña) en noches tenebrosas, muestra cuatro campanas fundidas en oro, plata y bronce que datan de 1771, 1835 y 1853.
Otras de las leyendas locales refieren que un peregrino llegó al santuario sin esperarlo y después de tallar la imagen de Cristo desapareció, mientras Rosa Castillo, casada muy joven, al fallecer en 1766, fue inhumada debajo de la puerta principal de la Parroquial, deseo solicitado para expiar sus pecados.