El presidente, Joe Biden, se encuentra en un dilema existencial. (Foto:Estrategias&Negocios)
Por Alfredo García Almeida*
El presidente, Joe Biden, se encuentra en un dilema existencial. El mandatario intenta presentar un panorama político, económico y social lo más estable posible, tanto interno como en política exterior para seguir en la Casa Blanca en 2024, mientras sus decisiones tienen un resultado contrario a los propósitos.
Aunque aparentemente el mandatario no quiere una escalada de la guerra en Ucrania, ni su expansión a otros países durante la campaña electoral, por su posible impacto en la economía, solicita al Congreso un nuevo paquete de ayuda militar a Kiev por 21 mil millones de dólares. Según el “think tank” alemán, “Instituto para la Economía Mundial de Kiel”, Washington ha entregado a Ucrania hasta la fecha, 77,678 millones de dólares, el 60,5% en ayuda militar.
Contrario a crear un escenario político lo más tranquilo posible, el pasado jueves en un mitin de recaudación de fondos en Park City, Utah, Biden, declaró que China está en “problemas debido a problemas económicos y de población” (…) “cuando la gente mala tiene problemas, hace cosas malas”, añadió, tras calificar la situación económica del gigante asiático como “una bomba de relojería”.
Al mismo tiempo, Biden, aprobó una ayuda militar a Taiwán por 345 millones de dólares, en esta ocasión, similar al esquema que usa el Pentágono con Ucrania enviando el armamento procedente del inventario del Departamento de Defensa, en vez de hacerlo a través del programa de ventas militares en el extranjero. Con este giro y el reciente viaje “camuflageado” a EEUU del vicepresidente taiwanés, William Lai, acérrimo secesionista, Washington atiza la corriente “independentista” en la isla rebelde.
El Congreso de EEUU autorizó en el presupuesto de 2023, una ayuda en armamentos para Taiwán por valor de hasta 1,000 millones de dólares, bajo el programa “Autoridad Presidencial de Reducción”, usado para agilizar la ayuda de seguridad que permite al presidente norteamericano, transferir equipos y armamentos de los arsenales del Pentágono.
Con este apoyo militar a Taiwán, similar al que Biden emplea con Ucrania y utiliza desde décadas con Israel, el mandatario norteamericano ha encontrado un camino intermedio para desafiar a Rusia y China, evitando un conflicto directo.
Con las alianzas militares, “QUAD”, (Estados Unidos, India, Japón y Australia) y AUKUS, (Australia, Estados Unidos y Reino Unido), así como la “unidad” europea en torno a la OTAN, el mandatario norteamericano trata de fortalecer una supuesta política de “disuasión” frente a Moscú y Pekín, mientras aumenta los beneficios del complejo militar industrial al incrementar los gastos militares de EEUU, Europa y sus aliados en todo el planeta.
Sin embargo, cada día llegan noticias sobre alianzas políticas y preparativos bélicos de Bielorrusia, Irán, Corea del Norte, Corea del Sur e Israel, aliados de las diferentes potencias contendientes en medio de la “guerra subsidiaria”, (cuando dos o más potencias utilizan a terceros como sustitutos evitando enfrentarse directamente), en Ucrania. Lo que sugiere preparativos ante una eventual ruptura del volátil equilibrio que intenta mantener el veterano exsenador, en un mundo donde cada día es más evidente el moribundo orden mundial unipolar y la lucha por nacer del nuevo orden multilateral, basado en la equidad, la igualdad soberana y la cooperación entre todos los Estados.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.