Ibrahim Traoré, presidente de Burkina Faso, se ha convertido
en voz de la soberanía africana.
Por Alfredo García Almeida*
El conflicto de Niger, ha movido el foco de atención de la opinión pública hacia África. Una emergente generación de líderes africanos, desafían el neocolonialismo que arrastran desde el final de la II Guerra Mundial, cuando las potencias europeas se vieron obligadas a conceder la independencia de sus colonias africanas, conservando los intereses políticos y económicos de sus conquistas imperialistas.
A finales del siglo XVIII, las potencias europeas se lanzaron en una carrera de colonización de territorios africanos. Gran Bretaña colonizó, Sierra Leona, Costa de Oro, Nigeria, Egipto, Sudán, Anglo-Egipto, Somalia, Uganda, África del este británico, Rhodesia, Bechuanalandia, Unión Sudafricana y Gambia. Las colonias francesas fueron: Argelia, Túnez, Marruecos, Mauritania, Senegal, Mali, Guinea, Camerún, Costa de Marfil, Niger, Burkina Faso y Benín. Alemania, ocupo Camerún, Togo, Tanzania y Namibia. España colonizó el norte de África con grandes zonas de Marruecos. Portugal los territorios de Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Guinea-Bisáu, Angola y Mozambique. Bélgica el Congo Belga, Ruanda y Burundi.
Sin embargo, el ejemplo de Burkina Faso, que obtuvo su independencia de Francia en agosto de 1960, es esperanzador. La nación mediterránea, con una superficie de 274,2005 km2 y una población de 22,673,762, presidida por el capitán, Ibrahim Traoré, (35 años), se ha convertido en voz de la soberanía africana. El joven militar, se sitúa como un referente de la región del Sahel: “Lucha contra el yihadismo, descolonización europea y acercamiento a los BRICS para el desarrollo”, son los puntos que sostiene quien también ha prometido, ayuda militar a Niger en caso de invasión extranjera.
Durante su participación en la última cumbre Rusia-África, el pasado 28 de julio, el capitán Traoré, dijo en su discurso: “Las preguntas que se hace mi generación son las siguientes: No entendemos cómo África, con tantas riquezas en su suelo y una naturaleza generosa, con mucha agua, sol y abundancia; África es hoy el continente más pobre. África es un continente hambriento y sus jefes de Estado, recorren el mundo mendigando. Hay muchas preguntas sin respuesta. Hoy tenemos la oportunidad de construir una nueva relación y espero que esto sirva para dar un mejor porvenir a nuestros pueblos. Hoy nos enfrentamos a las formas más bárbaras y violentas del neocolonialismo y del imperialismo. La esclavitud todavía se nos impone; nuestros predecesores nos han enseñado que el esclavo que no es capaz de asumir su rebeldía, merece vivir en su lamento” (…) “Estar aquí hablando no es suficiente para nosotros y es vergonzoso. Necesitamos líderes africanos que dejen de comportarse como marionetas que bailan cada vez que los imperialistas tocan el instrumento. Nuestros pueblos han dicho: ¡Basta! ¡Gloria para nuestros pueblos! ¡Dignidad para nuestros pueblos! ¡Victoria para el pueblo! Patria o muerte. Gracias, camaradas”.
En la colonización impuesta por la fuerza y sus remanentes neocoloniales en nombre de la civilización, está el origen de la inestabilidad política y la pobreza que caracteriza la región africana. Sin embargo, seis décadas después de obtener su independencia y arrastrando la pesada herencia de sistemas políticos impuestos, ignorando la historia, cultura y costumbres de la población, una nueva generación revolucionaria desafía el “orden” neocolonial implantado por las antiguas metrópolis.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.