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Por Alfredo García Almeida*
El cada vez más generalizado llamado internacional a prolongar la tregua entre Israel-Hamás y crear condiciones para establecer dos Estados que solucione el histórico conflicto, se está convirtiendo en una tendencia a escala mundial.
Si juzgamos la guerra en la Franja de Gaza, midiendo las víctimas mortales y la destrucción material ocasionada por Israel en comparación con las provocadas por Hamás, los israelíes están ganando. Sin embargo, si cuantificamos la guerra por el costo moral en ambas partes, los palestinos están derrotando a los israelíes.
La insurrección de Hamás el pasado 7 de octubre, no fue una operación improvisada, sino el resultado de una cuidadosa planificación y ejecución dentro de un enfoque estratégico, que confirma el meticuloso estudio hecho de la Inteligencia y Fuerzas militares israelíes, para sacar provecho de sus aspectos más vulnerables.
El ataque sorpresa de Hamás contra Israel, fue bautizado por el grupo palestino como la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, en referencia a la mezquita de Al-Aqsa. Ubicada en la Ciudad Vieja de Jerusalén, Al-Aqsa, se encuentra en una colina conocida por los musulmanes como El Noble Santuario y por los judíos como Monte del Templo, ambos sitios son sagrados para sus fieles. El pasado año se produjeron escenas violentas, cuando la policía israelí desalojó por la fuerza a los palestinos del patio en favor de los visitantes judíos, lo que fue considerado por los musulmanes como una “profanación” del Islam”.
Según los expertos, el desarrollo de los acontecimientos militares demostró que la incursión de Hamás en Israel, fue un meticuloso plan que revela al menos tres objetivos: Poner el tema del Estado Palestino en primer plano en el escenario internacional, liberar la mayor cantidad de prisioneros palestinos en cárceles israelíes (a cambio de los rehenes) y obligar a Israel a renunciar a la “profanación” de la mezquita de Al-Aqsa.
La irracional reacción de Israel, fue exterminar a Hamás como organización, asegurando que no aceptaría un alto el fuego bajo ninguna condición. El acuerdo de tregua, aunque alcanzado por ambas partes, favorece a Hamás en su doble intención al destacar la necesidad del Estado Palestino y la liberación de rehenes y presos palestinos.
La operación de Hamás el pasado 7 de octubre, pareció ser diseñada para detonar una reacción emotiva de odio racial en el Gabinete ultraderechista israelí, que facilitara cumplir con sus objetivos. Israel llevó a cabo ataques desproporcionados en Gaza contra blancos civiles, ignorando los Convenios de Ginebra sobre la guerra. Se estima que hasta la fecha, 13.000 civiles palestinos murieron, entre ellos más de 5.000 niños y 2,187 mujeres, 21,500 heridos y unas 700 mil personas desplazadas por la guerra.
El nivel moral de los combatientes, es decisivo en una contienda bélica. Escuché en una ocasión a un experimentado guerrero, opinar sobre la moral en la guerra: “La moral entre los combatientes, nunca es igual en ambos bandos. Cuando en uno aumenta, en el otro disminuye en la misma proporción y viceversa”. A pesar de la asimetría militar que favorece a Israel, según los hechos y no el discurso, la moral de los combatientes palestinos, supera la de los soldados de las FDI.