Foto: Archivo.
Por Pedro Martínez Pírez
Cincuenta y dos años se cumplieron este 3 de mayo de la primera visita del Comandante Fidel Castro a un país de África.
Junto al fotógrafo Rogelio Moré, quien me acompañó durante toda la extensa gira de Fidel, pudimos ser testigos del cálido encuentro en Conakry, entre el líder histórico de la Revolución Cubana y el presidente de Guinea, Ahmed Sekou Touré.
Recuerdo que nuestro Embajador en Guinea era el diplomático Oscar Oramas, quien recientemente fue distinguido por el gobierno de Angola porque también fue el primer jefe de misión en esa nación hermana.
El 3 de mayo de 1972, Fidel inició un amplio recorrido el cual culminaríamos meses después en Moscú, la capital de la ex Unión Soviética,luego de realizar visitas a Argelia, Bulgaria, Rumanía, Hungría, Polonia,Alemania Democrática, Checoslovaquia y la URSS.
Entonces, y por decisión de Armando Hart, Organizador del Partido Comunista de Cuba, yo laboraba en la Agencia Prensa Latina, y su director, Manuel Yepe Menéndez –fallecido en mayo de 2022 en La Habana- organizó meticulosamente la cobertura de la gira de Fidel.
Yo había conocido a Yepe en el Ministerio de Relaciones Exteriores donde él fue el primer Director de Protocolo de la Cancillería cubana, dirigida con mucha brillantez y dignidad por el doctor Raúl Roa García. Como funcionario de la Cancillería cubana cumplí dos misiones diplomáticas en América Latina, Ecuador y Chile, en los primeros años de la década de los sesenta.
Me correspondía a mí, como periodista, la cobertura de las visitas de Fidel a Guinea, Bulgaria, Hungría, Alemania Democrática y la Unión Soviética. Siempre acompañado por el notable fotógrafo, Rogelio Moré, ya fallecido, y un teletipista, pues en aquellos tiempos no disponíamos de las tecnologíasque llegarían años después.
Para garantizar la información de la llegada de Fidel a Guinea hicimos varias gestiones previas en Conakry, y descubrimos que podíamos hacer llegar los despachos de Prensa Latina por la vía de Bamako-París-La Habana.
Una pieza clave en aquel ajedrez de las comunicaciones fue el corresponsalde Prensa Latina en Francia, el brasileño Aroldo Wall, quien sirvió de puente con la oficina central de Prensa Latina en La Habana para hacer llegar el primer despacho –un flash– con la noticia de la llegada de Fidelal aeropuerto de Conakry, lo cual mereció una llamada telefónica de felicitación de la inolvidable Celia Sánchez Manduley, ayudante delComandante.
En la delegación que presidía Fidel figuraban dos comandantes que siempre admiré, Juan Almeida y Manuel Piñeiro. Y entre los periodistas el muy destacado cineasta Santiago Álvarez, y los fotógrafos Jorge Oller y Rogelio Moré, con quienes compartí muchas de las vicisitudes que enfrentamos en esa importante cobertura.
Fue una visita muy intensa. La delegación cubana que presidía Fidel fue objeto de un masivo recibimiento en el Estadio “28 de Septiembre”, visitó las regiones de Kankan, Kissidougou, Faranah, Labé y Kindia, así como el Instituto Politécnico “Gamal Abdel Nasser” de Conakry. Participó en la inauguración de la escuela formadora de cuadros para la juventud “Kwame Nkrumah” y asistió a varias presentaciones artísticas en el Palacio del Pueblo, donde pudimos disfrutar en más de una ocasión de las brillantes presentaciones del famoso Ballet Nacional de Guinea y recrearnos con las hermosas canciones de la sudafricana Miriam Makeba.
Fueron días inolvidables. Fidel, en el comunicado conjunto firmado con Ahmed Sekou Touré el día 7 de mayo, al finalizar la visita, agradeció emocionado las excepcionales demostraciones de cariño, amistad y solidaridad que le ofrecieron en todas partes las autoridades y el pueblo de Guinea.
Durante la mayor parte del tiempo que duró la visita al primer país africano visitado por Fidel, el líder cubano estuvo siempre acompañado por Sekou Touré, y entre ambos dirigentes se estableció un clima de fraterna amistad e identificación en los temas abordados, entre ellos la denuncia del genocidio yanqui contra el pueblo vietnamita, el apoyo a los movimientos de liberación nacional y a los derechos del pueblo palestino,la denuncia del imperialismo, el colonialismo, el racismo y el apartheid en Sudáfrica, y la consideración de otros asuntos todavía no resueltos, como la reunificación de Corea.
Después de esa primera visita a Guinea –con una breve escala en Sierra Leona–, Fidel estuvo varias veces en Angola, Zimbabwe y la nueva Sudáfrica, pero la puerta del gran continente africano se abrió para el líder de la Revolución Cubana en Conakry el 3 de mayo de 1972, donde uno de los colegas periodistas, Luis Báez, ya fallecido, me comentó: Pedro, este es el encuentro entre El Caballo –Fidel– y El Elefante –Sekou Touré.
Y de aquella gira guardo en mis recuerdos las lágrimas que vi en los ojos de Janos Kadar en el aeropuerto internacional de Budapest, al despedir a Fidel, y la entrevista que hice en Conakry a otro gran africano; Amílcar Cabral.
Yo tuve posteriormente el honor de dar cobertura como enviado de Radio Habana Cuba a la visita realizada por el Comandante Fidel Castro a Zimbabwe, donde en su capital, Harare, se realizó en 1986 la Octava Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.
Al término de esa Cumbre la delegación cubana encabezada por Fidel viajó a Angola, donde yo cumplía una misión internacionalista como profesor del Instituto de Periodismo, en Luanda. Recuerdo que me correspondió también dar cobertura de esta visita de Fidel a Angola, para Radio Habana Cuba y laAgencia Prensa Latina, así como acompañar en una gira por varias provincias angolanas al entonces vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez.
Con Carlos Rafael Rodríguez tenía una relación de trabajo de muchos años.Lo entrevisté para la Revista Cuba en la década de los setenta, y en los ochenta para el programa de televisión Angulo Ancho, y recibí de sus manos uno de los trofeos que a lo largo de mi vida me entregó la Unión de Periodistas de Cuba, tanto en radio como en televisión.
Fue Carlos Rafael Rodríguez quien, en octubre de 1981, me recibió en su despacho del Consejo de Estado en la víspera de la Conferencia Internacional conocida como Diálogo Norte-Sur, efectuado en Cancún, México. A esa cumbre me acompañaron los colegas Lino Betancourt y Marta Rojas.
A ese encuentro el entonces Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan,había vetado la presencia de Fidel. Hecho que aproveché para ponerlo en evidencia en forma pública en una pregunta que hice en la conferencia de prensa que ofreció el presidente francés François Mitterrand, quien rechazó la exclusión de Cuba de un foro en el cual había muchos amigos de Fidel, como Julius Nyerere e Indira Gandhi.
Recuerdo que Jorge Risquet, uno de los dirigentes que también, por encargode Fidel, recorrió varias provincias angolanas, quiso que lo acompañara como periodista, pero ya estaba yo designado para acompañar a CarlosRafael, con quien estuve en varias unidades militares cubanas bajo tierra, una de ellas en la provincia de Huambo, considerada el bastión principal de la UNITA, liderada por Jonás Savimbi, acérrimo enemigo del MPLA, Movimiento por la Liberación de Angola, fundado por Agostinho Neto.
Hace años doné a la Universidad Carlos Rafael Rodríguez de Cienfuegos una de las siete grabaciones que hice en el recorrido por varias provincias angolanas acompañando al vicepresidente cubano, en la cual el inolvidable vicepresidente cubano resaltó la intervención de Fidel en Harare, que en el tema de Palestina dio continuidad a lo dicho por el Comandante sobre el crimen que se cometía contra el heroico pueblo palestino.
Con Fidel Castro estuve en muchas ocasiones después de 1972, lo entrevisté el 12 de octubre de 1979 en la sede de la Misión de Cuba ante la ONU, en Lexington y 38, en Nueva York a solicitud de Danylo Sirio y Bernardo Zayas. Y aproveché la ocasión para entrevistar también al Primer Ministro de Granada, Maurice Bishop, y al Secretario General de la ONU, Kurt Waldheim, presentes en la recepción que ofrecía el Comandante Fidel Castro.
Pero resulta inolvidable para mí la cobertura de aquella gira desde Guinea hasta la antigua URSS, durante la cual Fidel no se cansó de solicitar apoyo y colaboración de los países socialistas de Europa hacia las naciones del llamado Tercer Mundo.
Los periodistas que dimos cobertura a aquella extensa gira salimos días antes de Cuba sin anunciar el destino de nuestro viaje, pero despuéssupimos que Fidel había anunciado que iniciaría un amplio recorridoprecisamente en el acto del primero de mayo de 1972.
Momento especial de nuevo encuentro con Fidel fue la invasión yanqui a la pequeña Granada.
El Comandante sabía que yo, desde la Sala Internacional de Radio Habana Cuba, estaba todos los días haciendo entrevistas con personalidades de Nuestra América y quería que estas fueran publicadas en el periódico Granma.
Por eso me citó al Comité Central y también lo hizo con el colega de la Osa, de Granma, para pedirme que todas las entrevistas que había hecho se las diera a este periodista que era también un gran taquígrafo. Así lo hice y a partir de ese momento el trabajo que hacía semanas realizaba desde la Sala Internacional de Radio Habana Cuba comenzó a publicarse también en el diario Granma.En aquellos tiempos entrevisté al pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, al escultor brasileño Oscar Niemeyer, al escritor y ex presidente dominicano Juan Bosch y otras personalidades de Nuestra América, y Fidel, gran conocedor de la prensa cubana y autor indiscutible de la Batalla de Ideas, logró que el esfuerzo de RHC se materializara también en el diario Granma.
Recuerdo que yo había llegado en esos días de Nicaragua, donde asistí a una Sesión Solemne del Tribunal Antimperialista de Nuestra América, presidido por el ex canciller guatemalteco Guillermo Toriello Garrido.
Toriello, quien había venido a la Sexta Cumbre de los NOAL celebrada en septiembre de 1979 en La Habana como Asesor del Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, fijaría dos años más tarde su residencia en Cuba, donde tenía grandes amigos encabezados por Fidel Castro.
Fueron años de un gran protagonismo del Comandante Fidel Castro, a quien entrevisté en Nueva York el 12 de octubre de 1979, en Sevilla el 26 de julio de 1992, y acompañé como periodista a México, Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, India y Zimbabue. Nunca olvidaré la VII Cumbre de los No Alineados donde Fidel entregó la presidencia de los NOAL a Indira Gandhi, en una lúcida ceremonia que narré para la televisión cubana durante más de 50 minutos y por una significativa anécdota en la cual también fue testigo y actor el Embajador de Cuba en la India, Pérez Novoa. Sucede que los jefes de Estado estaban en un gran salón efectuando reuniones con sus colegas, mientras los funcionarios estábamos en un bar desde donde podíamos ver a los jefes de delegaciones. En ese momento me dice Pérez Novoa: para acá viene Fidel… Y efectivamente el Comandante llegó, nos saludó y tomó los vasos con la bebida que tomábamos Pérez Novoa y yo, mientras que la que le habían servido a él estaba intacta. Y así permaneció. Fui testigo también, unos años antes en el Hotel Riviera de La Habana del importante dialogo con la Comunidad Cubana, iniciado en 1978 y que me permitió a mí entrevistar al año siguiente al piloto Antonio Soto Rodríguez que se había llevado a Batista de Cuba el primero de enero de 1959, y quien salió legalmente de nuestro país. Yo despedía en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana a Doña Carmen Quidiello, compañera de Juan Bosch, y me avisaron los amigos del Minint de este inesperado viaje del piloto del dictador Batista, que yo suelo transmitir cada fin de año por las ondas de RHC, donde Antonio Soto reconoce que le debe la vida a la magnanimidad de la Revolución Cubana.
En la Asamblea Nacional del Poder Popular, compartí durante cinco años con el Comandante en Jefe. En mi calidad de Vicepresidente del Grupo Parlamentario de Amistad con Brasil.
Estuve también en la inauguración el 8 de enero de 1993 de la Casa Museo Oswaldo Guayasamín, en la cual el artista ecuatoriano reiteró el derecho que le asistía de celebrar los cumpleaños de Fidel, luego de haberlo hecho en Quito, en agosto de 1988, luego de la toma de posesión del presidente Rodrigo Borja.
Recuerdo haber acompañado a Fidel a conocer la choza donde nació y vivió su padre, Don Ángel Castro Argis, el 29 de julio de 1992, en el municipio gallego de Láncara. Tres días antes, en Sevilla, le había hecho yo la mejor entrevista de mi vida a Fidel, y fue porque él quiso conversar conmigo ese memorable día, en el Pabellón cubano de la Exposición Universal de Sevilla, Andalucía, en el año en que el Comandante participo también en la II Cumbre Iberoamericana, en la inauguración de las Olimpiadas de Barcelona y realizó una visita a Galicia invitado por su amigo Manuel Fraga Iribarne, presidente de la Junta de Galicia de 1990 a 2005.
Durante mis tiempos como diplomático en Quito y Santiago de Chile, recuerdo en este último país haber visitado la casa de Pablo Neruda, en octubre de 1962, en Isla Negra, para pedirle que enviara un mensaje de solidaridad con Cuba al Secretario General de la ONU, U Thant.
Al año siguiente celebramos en la Universidad de Chile, con un abrazo de los poetas Pablo Neruda y Nicolás Guillén el décimo aniversario del Ataque al Cuartel Moncada. Ese año viajé con Guillén a inaugurar una escuela donada por Cuba a los mineros de la población de Lota, y algo que jamás he contado; Haydee Santamaría me pidió un préstamo para obsequiarle una corbata a su esposo Armando Hart. -Y tú saliste de Cuba sin dinero-, le pregunté a la amiga Haydee Santamaría, y ella me respondió: no, tengo todas las dietas de este viaje, soy la tesorera, pero quiero devolverlas en forma íntegra como las recibí. Con esta anécdota está dicho todo sobre la integridad de una de las heroínas del Moncada.
Y en 1964, a mi retorno de Chile, recuerdo haber estado en un programa de Radio Habana Cuba dirigido por los chilenos Paz Espejo y Orlando Contreras a iniciativa del Comandante, y que llevaba por título FRENTE AL REFORMISMO BURGUES, LA REVOLUCION DEL PUEBLO, concebido por Fidel en medio de la batalla ideológica contra Eduardo Frei.
Más tarde supe, en dialogo telefónico conmigo, que el presidente Hugo Chávez había oído por Radio Habana Cuba, cuando tenía 19 años de edad el discurso pronunciado en La Habana, la noche del 28 de septiembre de 1973 por el Comandante Fidel Castro, en homenaje a Salvador Allende y la denuncia de los crímenes de la dictadura de Pinochet. Fue la primera vez que Chávez oyó la voz de Fidel.
Por esos días consulté con el Comandante Piñeiro si devolvía la Medalla que al término de mi misión diplomática me había entregado el gobierno conservador de Jorge Alessandri. Se trató de la Orden al Mérito en el Grado de Comendador que me impuso en La Habana el embajador de Chile pocas semanas después de mi retorno de la nación austral. Recuerdo que el Canciller Raúl Roa designó al viceministro Arnold Rodríguez para que me acompañara a la Embajada chilena, que entonces estaba muy cerca del MINREX, en la casona que está en Avenida de los Presidentes y calle Línea, que ocupa hoy la Biblioteca de la Casa de las Américas. Barbaroja me sugirió no devolverla, pues la Distinción podía ser útil a Cuba en el futuro.
Siempre fui un admirador del Comandante Fidel Castro, fue mi guía y este sentimiento se ha intensificado con el paso del tiempo. Tuve el privilegio de estar presente en la Casa de Protocolo número 30 cuando Guayasamín le hizo el cuarto y último retrato, que al año siguiente entregó a Fidel en un acto en el Salón de Protocolo del Laguito como regalo por el 70 cumpleaños del Comandante.
Fidel quedó impresionado por el retrato con manos que le hizo el pintor, y le pidió a Eusebio Leal que diera sus impresiones sobre el retrato. Antes le había pedido a Antonio Núñez Jiménez que dijera cómo Cuba apoyaría la construcción de la Capilla del Hombre, obra magna del pintor ecuatoriano. -muy fácil, Comandante-, respondió Núñez Jiménez, con habanos cubanos para los humidores de la Fundación Guayasamín.Recuerdo que el primer humidor, con las firmas de Fidel y Guayasamín, fue subastado por ambos entrañables amigos en el Cabaret Tropicana.
Casi tres años después de la muerte del pintor ecuatoriano, el 29 de noviembre de 2002, estuve en el acto en que con la presencia de Fidel y Chávez, fue inaugurada en Quito la Capilla del Hombre. En ese acto el Comandante pronunció un hermoso discurso en el cual hizo un recuento de su entrañable amistad con Guayasamín y de los cuatro retratos que el Pintor de Iberoamérica le había hecho a lo largo de la vida.
Hace pocos años y en mi condición de Miembro de Honor de la Fundación Guayasamín, categoría que me había entregado el propio Oswaldo en 1994, fui el prologuista del libro sobre las cuatro visitas de Fidel a Ecuador, tres a Quito y una a Guayaquil, editado por la presidenta del Consejo Provincial de Pichincha.
De todos mis recuerdos de Fidel, que colman e iluminan mi vida estará siempre la visita del Comandante a conocer la choza donde vivió su padre.
Yo había estado antes en Láncara con el vicepresidente José Ramón Fernández, y nos habíamos anticipado a conocer la choza donde nació Don Ángel Castro Argis. Eso me facilitó el inolvidable diálogo con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 26 de Julio de 1992 en el Pabellón de Cuba en la Feria Internacional de Sevilla. Guardaré hasta el último día de mi existencia, en el corazón, esa entrevista al Líder Histórico de la Revolución Cubana.
Pero la prueba de la valoración que tenía Fidel de mi trabajo periodístico la tuve el 23 de enero de 1998. Ese día yo narré para la televisión cubana y Radio Habana Cuba la primera misa que celebró en Cuba el Papa Juan Pablo II. Fue en Santa Clara, mi ciudad natal, que años más tarde, en 2017, me otorgó el título de Hijo Ilustre, en una fecha muy significativa para mí, la del 14 de marzo, Día de la Prensa cubana.
En la planificación que hizo el ICRT de las cuatro misas que oficiaría en Cuba el alto representante del Vaticano, Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana, a mí me correspondían, dos, las de Santa Clara y Santiago de Cuba.
Pero para mi sorpresa Fidel encargó al Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, Rolando Alfonso, a que visitara Radio Habana Cuba inmediatamente después de la narración de la primera Misa para indicarme que yo debía narrar las cuatro misas que celebraría el Papa Juan Pablo II. Fue una decisión del Comandante en Jefe, que obligaba a hablar con la compañera Irma Cáceres, a quien habían asignado narrar la segunda y cuarta misas del Papa.
Recuerdo que las misas siempre se realizaban en el horario de la mañana desde uno de los estudios de la televisión cubana que yo conocía muy bien pues colaboré durante siete años en HOY MISMO, con el conductor Héctor Rodríguez, por las noches y en forma absolutamente voluntaria.
En ese estudio entrevisté al Comandante en Jefe en varias ocasiones y al final de la visita de Juan Pablo II, el colega Julio García Luis y yo participamos en un programa especial en el cual Fidel hizo la valoración final de la visita a Cuba del Santo Padre.
Julito era el Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba quien hizo el viaje en el mismo avión del Papa desde el Vaticano, y yo el periodista cubano que había narrado las cuatro misas de Juan Pablo II, y antes, en la víspera, había presentado en la televisión cubana al Arzobispo de La Habana, mi amigo Jaime Ortega, quien, con la Virgen de la Caridad del Cobre en el set, dio la bienvenida al máximo representante de la Iglesia Católica.
Recuerdo que mis amigos de las iglesias protestantes, en particular el Reverendo Raúl Suárez y también Reineiro Arce, reclamaron un espacio para sus Cultos Evangélicos y que yo fuera el periodista que los acompañara en la televisión. Lo hice con sumo placer, pues tenía viejas relaciones con estos representantes de Iglesias muy solidarias con la Revolución Cubana.
Al final este trabajo periodístico fue un enorme apoyo a la política diseñada por Fidel desde la publicación de su libro FIDEL Y LA RELIGION, de la autoría de Frei Betto, en medio de algunos que se oponían a la visita de Juan Pablo II, el Papa polaco a quien acusaban de haber contribuido a la desaparición del socialismo en Europa.
Yo recibí no solamente el alto reconocimiento de Fidel, sino también de la FELAP, y merecí el Premio Anual de Televisión Juan Gualberto Gómez de ese año, propuesto por la Presidencia de la UPEC. Y también la Nunciatura me entregó la Medalla de la Visita del Papa a Cuba, que guardo en mi oficina de RHC, junto a las cartas que me hicieron desde las cárceles en los Estados Unidos, dos de los Cinco Héroes cubanos, Gerardo Hernández y Antonio Guerrero.
Pero el verdadero Premio lo merece Fidel Castro, con su sabia conducción de la política de la Revolución Cubana hacia las creencias religiosas. Yo fui un humilde soldado del Comandante en Jefe. A quien acompañé en todas sus batallas. Especialmente aquellas que daban continuidad en nuestra Patria a las enseñanzas del Maestro José Martí, autor intelectual del asalto al Moncada y de la propia obra de la Revolución Cubana.