Por Leonardo Ferrer Llópiz
El 8 de enero de 1959 La Habana sentía el fresco sabor a victoria, pues los rebeldes hacían su entrada triunfal en una caravana que a simple vista mostraba la pasión y el sacrificio con que aquellos hombres barbudos y de verde olivo lograron liberar a Cuba de la tiranía batistiana.
En la madrugada del 2 de enero, sale el Ejército Rebelde de la provincia Santiago de Cuba rumbo a La Habana, llevando a su paso la confirmación del triunfo revolucionario.
Al llegar fueron testigos del vuelo libre de las palomas y las sonrisas que florecían, accesorios que complementaron aquella lucha en la que se derramó tanta sangre inocente.
Por tal motivo hubo también lágrimas de emoción y de evocación por esos que dieron la vida con el propósito de ver su patria soberana.
Las calles habaneras fueron coronadas con esos sentimientos que hacen posible que hoy a 57 años de ese gran evento, todavía se respire esa brisa de invierno con sabor a victoria.
(Tomado de la ACN)