por Yuris Nórido
Algunos creen que las bibliotecas son cosa del pasado. Creen que la informatización de la sociedad contemporánea deja obsoletas a las bibliotecas.
No compartimos esa idea. Y en todo caso, si nuestra sociedad se informatiza hasta el punto de que no tenga sentido ir a una biblioteca, eso no va a pasar ni a corto ni a mediano plazo.
Lo que sí es evidente es que los servicios de nuestras bibliotecas, incluso, su concepción, tendrán que tomar cada vez más en cuenta las peculiaridades y las posibilidades de las nuevas tecnologías.
Algo ya se hace al respecto, pero está claro el desafío para las bibliotecas cubanas es inmenso…
En los tiempos que corren y los que correrán, las bibliotecas coexistirán con los emergentes canales, pues se supone que allí se jerarquice la información, se organice en función de su mejor aprovechamiento.
El maremágnum de información de las sociedades contemporáneas es sencillamente abrumador para el usuario corriente. Las bibliotecas facilitan el acceso a la información precisa, y por eso también es tan importante la permanente superación del personal que allí trabaja.
Resumamos: las bibliotecas no pueden dar la espalda a las nuevas tecnologías. En Cuba, ahora mismo, no están creadas todas las condiciones para garantizar esa necesidad.
Téngase en cuenta que estamos hablando de una inversión considerable. Pero insistimos, es una necesidad y al menos las principales instituciones ya están dando pasos concretos en ese sentido.
Muchas personas se quejan del estado constructivo de muchas de las bibliotecas y de la conservación de los fondos de esas instituciones en los municipios y poblaciones importantes.
Está claro, el desafío es titánico y se precisa de acciones a nivel nacional. Pero estamos convencidos de que muchos de los gobiernos locales pudieran hacer más por la reparación y la habilitación de los locales.
La biblioteca es una institución básica en la comunidad y no siempre es aprovechada a fondo. Es inconcebible el divorcio que existe entre muchas bibliotecas municipales y comunitarias con las escuelas de los territorios.
El público lector tampoco aprovecha del todo los servicios de nuestras bibliotecas.
Y no hablamos de las instituciones nacionales, o las principales bibliotecas de las capitales provinciales, que suelen estar llenas… sino de bibliotecas que parecen dormir el sueño de la inactividad.
Nos quejamos, con nuestras razones, del precio de los libros. Pero es posible acceder a esos mismos libros en la red de bibliotecas públicas, de manera absolutamente gratuita.
El que quiera leer en Cuba, tiene qué leer, tiene dónde leer… sin que eso signifique un sacrificio para su bolsillo. Y hay bibliotecas públicas en todo el país, sencillamente hay que inscribirse, el servicio de préstamos está perfectamente establecido.
Por si fuera poco, la biblioteca puede (tendría que) ser un centro cultural que vaya más allá de la promoción de la literatura y el apoyo a la investigación. Puede acoger también una diversa programación artística: conciertos, exposiciones, tertulias...
La biblioteca pública podría ser, en definitiva, epicentro de la vida artística de las comunidades.
(Tomado de CubaSí)