por Pedro Martínez Pírez
Este lunes 6 de junio, se cumplieron 55 años de una de las leyes más importantes que han sido aprobadas en toda la historia de Cuba: La Ley de nacionalización general y gratuita de la enseñanza, la cual suprimió la educación privada y los viejos métodos de enseñanza y convirtió la educación en un derecho del pueblo y un deber del Estado cubano.
La ley fue aprobada a menos de dos meses de la histórica victoria cubana en las arenas de Playa Girón y en el mismo año en que el pueblo cubano escribió su más trascendente obra cultural al erradicar el analfabetismo del país.
Cuando se mira con objetividad los logros de la Revolución Cubana, realizados a partir de 1959 siempre en medio del asedio de los gobiernos de Estados Unidos y de los elementos contrarrevolucionarios que se establecieron especialmente en la ciudad de Miami, resultan el de la Educación y la Salud los más descollantes y que han merecido el reconocimiento internacional.
Más allá de cualquier imperfección, provocada en gran medida por el hostigamiento y el bloqueo, Cuba ha logrado no solamente resistir sino también desarrollarse, como lo reconocen la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, así como la Oficina Panamericana y la Organización Mundial de la Salud.
Dos datos serían suficientes para probarlo: la colaboración de Cuba a la alfabetización en Nuestra América y otras regiones del mundo mediante el reconocido método de aprendizaje a leer y escribir denominado “Yo si puedo”, y las decenas de miles de médicos cubanos que en la actualidad prestan servicios en más de medio centenar de naciones en el mundo.
Y como acaba de ser reconocido por la mayoría de los Jefes de Estado y de Gobierno que asistieron a la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe, ha sido extraordinario el papel cumplido por Cuba en la formación de médicos y otros profesionales de esas naciones y del resto del mundo.
Una verdadera hazaña que ha sido posible en gran medida por aquella ley de nacionalización y gratuidad de la enseñanza en Cuba, de la cual se han beneficiado también muchos jóvenes de este y otros continentes, gracias a la obra pedagógica de José Martí, el más universal de los cubanos.