Por Martha Ríos
Una de las naciones que más hondamente caló en José Martí fue, sin dudas, Guatemala. Allí vivió 16 meses de su fecunda existencia. Era muy joven cuando llegó procedente de México donde se encontraba exiliado. Recién comenzaba 1877. Tenía 24 años.
Muchas cosas positivas tuvieron que haberle ocurrido para que se prendara tanto de la nación centroamericana hasta el punto de querer radicarse en esas tierras.
No fue precisamente el contacto con los encantos naturales lo que lo atraparon totalmente, o los tesoros que exhibía de una de las civilizaciones indígenas más importantes de América: la de los mayas.
Resultaron ser las posibilidades que tuvo de desarrollarse académica e intelectualmente, las muestras de confianza y cariño que le dieron los guatemaltecos, la admiración y respeto que sintieron por él. En otras palabras: Guatemala le abrió sus brazos.
¿Cómo lo hizo? Escuche el siguiente material y encontrará, en poco más de cinco minutos, las respuestas a sus inquietudes.