Washington, 26 oct (PL) El agujero en la capa de ozono, que se forma sobre la Antártida cada septiembre, alcanzó un tamaño en 2016 inferior al que se registró el pasado año, informó la NASA.
Este año hemos visto un agujero de ozono de 14,3 millones de kilómetros cuadrados antes de comenzar a recuperarse, un valor por debajo de la media, dijo Paul Newman, jefe científico de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard, de la Administración estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA).
En su punto máximo, alcanzado el pasado 28 de septiembre, el agujero de ozono se extendía por un área casi tres veces el tamaño de los Estados Unidos, mientras que la superficie media observada desde 1991 ha estado próxima a los 16 millones de kilómetros cuadrados.
En 2015, ese fenómeno creció hasta los 17,4 millones de kilómetros cuadrados, un 19 por ciento más grande que este año, antes de regresar a niveles relativamente normales de verano.
Lo que estamos viendo es consistente con nuestras expectativas y nuestra comprensión de la química del agotamiento del ozono y el tiempo estratosférico, declaró Newman al respecto.
Su tamaño más grande el año pasado fue debido a las temperaturas más frías de lo normal en la estratosfera, que amplifican la destrucción de la capa de ozono por la reacción de la luz solar con el cloro y el bromo a partir de sustancias químicas artificiales; en 2016, las temperaturas estratosféricas más cálidas han restringido el crecimiento del agujero, dijeron los científicos.
El ozono, que se produce naturalmente en pequeñas cantidades en la atmósfera, se compone de tres átomos de oxígeno en lugar de los dos que forman el oxígeno molecular mucho más abundante.
En la estratosfera, aproximadamente de nueve a 48 kilómetros por encima de la superficie, la capa de ozono actúa como protector solar, protegiendo la Tierra de la radiación ultravioleta potencialmente dañina que puede causar cáncer de piel, cataratas y suprimir el sistema inmunológico, así como dañar las plantas.
El ozono es también uno de los gases de efecto invernadero primarios que regulan la temperatura de la Tierra.
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