La industria textil ocupa el poco honroso segundo puesto entre las más contaminantes del mundo, pues, la descomposición de algunas fibras tarda siglos.
Los expertos recuerdan que para producir poliéster se usa 70 millones de barriles de petróleo al año, mientras que la fibra, según los expertos, necesita 200 años para descomponerse. El rayón o Iyocell (tencel) acaba con 70 millones de árboles al año.
El cultivo de fibras naturales, como el algodón, resulta que es el que más consume plaguicidas: 24 % de todos los insecticidas y 11 % de todos los pesticidas del mundo que afectan la tierra y el agua.
Incluso si es algodón orgánico, se pueden haber necesitado 5000 galones de agua para hacer tu camiseta y tus pantalones vaqueros.
Respecto a los jeans, el resultado de la investigación sobre el denim o mezclilla demostró que se trataba de una cuestión muy tóxica”, según indicó el domingo a BBC Mundo el argentino Juan Diego Gerscovich, quien con sus hermanos fundaron Industry of All Nations (Industria de todas las naciones, en español).
Tras una charla con el propietario de una marca conocida de jeans en Argentina, quien le dijo que no sabía de ningún lugar en el que se produjeran los jeans como originalmente se hacía -con algodón orgánico e índigo, un tinte que se obtiene de la planta Indigofera tinctoria-, Juan Diego se sumergió en la Web para comprobar si era cierto.
Eventualmente, encontró un pequeño lugar en el sur de La India, llamado Auroville, donde llevaban años investigando cómo revivir la industria del teñido natural.
"Era una industria muy importante y arraigada a la cultura india pero la Revolución Industrial trajo los tintes químicos y la industria del teñido natural desapareció... era mucho más económico y rápido con los métodos modernos", indicó Gerscovich.
En las sociedades, tan expertas en consumir y tan ansiosas por comprar, usar y botar, el daño se multiplica agregando varios ceros en las estadísticas.
La cadena es larga y los problemas surgen en casi todas las etapas del proceso: desde las semillas -que a menudo son genéticamente modificadas, lo que le cuesta más a los agricultores-, hasta los residuos tóxicos (que afectan hasta el equilibrio hormonal de los animales), y eso antes de que las prendas sean transportadas al otro lado del mundo. De ahí que algunos se refieran a todo el proceso como "el sucio secreto de la ropa".
(Con información de Hispantv)