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Brasilia, 23 agos (RHC) La deforestación en la Amazonía brasileña ha alcanzado el nivel anual más alto en una década, según mostró un nuevo informe, a pesar de la creciente preocupación mundial por la devastación acelerada desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el poder en 2019.
Entre agosto de 2020 y julio de 2021, la selva tropical perdió 10 476 kilómetros cuadrados, un área casi siete veces más grande que el Gran Londres (Greater London) y 13 veces el tamaño de la ciudad de Nueva York, según datos publicados por Imazon, un instituto de investigación brasileño que ha estado siguiendo la deforestación del Amazonas desde 2008. La cifra es 57% más alta que en el año anterior y representa el peor conteo desde 2012.
“La deforestación aún está fuera de control”, dijo Carlos Souza, investigador de Imazon. “Brasil va en contra de la agenda climática global, que busca reducir urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Souza pidió la reanudación urgente de las acciones del Gobierno para detener la destrucción, incluida la aplicación de medidas contra la deforestación impulsada por la agricultura ilegal en la región, que se ha visto afectada por los recortes presupuestarios del Ministerio de Medio Ambiente y las agencias de protección ambiental.
Aun mientras enfrenta acusaciones de desmantelar sistemáticamente las protecciones ambientales, Bolsonaro ha desplegado soldados para combatir la deforestación ilegal y los incendios. Pero esa política ha resultado ineficaz, dijo Marcio Astrini, secretario ejecutivo de la organización Climate Observatory.
“Los datos muestran que no funcionó”, dijo Astrini. “Ninguna operación del ejército podrá enmascarar o revertir los ataques del Gobierno federal contra el bosque”.
Astrini señaló que se espera que las tasas de deforestación en 2021 sean casi 50% más altas que en 2018, antes de que Bolsonaro asumiera el cargo.
En junio, el entonces ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, renunció en medio de una investigación criminal por acusaciones de que se bloqueó una investigación policial sobre la tala ilegal en la Amazonia.
Pero el liderazgo del ministerio “no ha mostrado ningún progreso”, dijo Astrini.
“Las medidas que benefician la exportación de madera ilegal, razón por la que Salles tuvo que dejar el cargo, siguen vigentes”, denunció.
Las nuevas cifras se dieron a conocer cuando los legisladores celebraron una audiencia pública para impulsar cambios en las políticas ambientales de Brasil.
“Estamos pasando por un momento muy duro en la historia de Brasil. Hay mucho negacionismo y muchos intentos de debilitar nuestra política ambiental”, declaró en la audiencia la senadora Eliziane Gama.
Principal reserva hídrica del planeta se está secando, advierte estudio
En el verano de 2020 las llamas alcanzaron unos dos millones de hectáreas del Pantanal. Foto: MAYKE TOSCANO/SECOMMT/BBC.
Brasil perdió la sexta parte de sus áreas cubiertas de agua dulce en tres décadas, un indicador que para los expertos indica que la principal reserva hídrica del mundo “se está secando”. La problemática pone bajo la lupa al Pantanal, el mayor humedal del planeta y el principal bioma afectado en el país.
En total, fueron tres millones de hectáreas de aguas superficiales perdidas en el gigante sudamericano, un área equivalente al tamaño de Bélgica, según un estudio publicado este lunes por la iniciativa Mapbiomas.
La superficie con agua dulce de Brasil pasó de 19.7 millones de hectáreas en 1991 a 16.6 millones de hectáreas en 2020, una reducción de 15.7%.
Los datos corresponden al análisis de imágenes satelitales de todo el territorio brasileño entre 1985 y 2020, un mapeo inédito de la dinámica de las aguas superficiales del país realizado por Mapbiomas, una iniciativa multidisciplinaria en la que participan varias ONG, universidades y empresas de tecnología.
Las aguas dulces superficiales (ríos, arroyos, lagunas, humedales, etc.) son las que se forman tras la escorrentía generada de las lluvias o por el afloramiento de aguas subterráneas.
Brasil, que vive su peor crisis hídrica en los últimos 91 años, tiene en su territorio el 12% de las reservas de agua dulce del planeta y el 53% de los recursos hídricos de Sudamérica.
Los cambios climáticos, la deforestación (especialmente la de la Amazonia brasileña, pues un tercio de las lluvias del país provienen de esa gigantesca selva tropical), la construcción de hidroeléctricas y el uso excesivo del agua para el agronegocio, entre otros factores, son las principales causas de que el gigante sudamericano se esté secando, según los expertos.
Si bien algunos de estos ecosistemas pueden recuperarse, el proceso es “demorado” y, en el caso específico de biomas como la Amazonia brasileña, es irreversible.
“La pérdida de selva en la Amazonia puede provocar un proceso de sequía de la vegetación a larga escala, y en ese caso no tiene cómo recuperarse, porque no tiene como revertir la falta de lluvia”, aseguró a Efe Tasso Azevedo, coordinador general de Mapbiomas.
Según datos oficiales, la deforestación de la mayor selva del planeta en 2020 fue de 10 851 kilómetros cuadrados.
De acuerdo con el estudio, existe una “clara tendencia” de pérdida de superficie de agua en ocho de las 12 regiones hidrográficas y en todos los biomas del país. No obstante, el Pantanal es el que ha sufrido el mayor impacto.
El gigantesco humedal, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y considerado uno de los ecosistemas más ricos del mundo en biodiversidad de flora y fauna, es compartido por Brasil, Bolivia y Paraguay, y de sus 250 000 kilómetros cuadrados de extensión, el 60% está en territorio brasileño.
El bioma registró su mayor extensión de aguas superficiales en 1988 (dos millones de hectáreas), pero en 2020 el área solo sumaba 458 903 hectáreas, lo que supone una reducción del 78%.
Las superficies de agua dulce en el humedal pueden reducirse aún más si continúan la devastación de la vegetación en sus cabeceras y las prácticas agropecuarias de las regiones limítrofes, y si se da luz verde para un centenar de hidroeléctricas que se planea levantar en los ríos que conforman este bioma, explicó a Efe Cassio Bernardinho, coordinador de proyectos de la WWF Brasil.
Otros biomas y cuencas hidrográficas del país también se han visto afectados por las sequías e incendios producidos por la crisis climática, un efecto para el que la mano del hombre ha colaborado con actividades como arrasar la vegetación nativa para comercializar madera de forma ilícita o practicar la minería ilegal.
En las últimas tres décadas, las pérdidas de áreas con agua fueron menores para biomas brasileños como la Pampa, la Mata (bosque) Atlántica y el Cerrado, con una reducción de entre 1% y 2%, pero en la Amazonía las pérdidas fueron de 10% y en la Catinga de 17% en ese mismo periodo.
No obstante, si se analizan las pérdidas en la Amazonía desde 1999, cuando registró la mayor superficie de agua, la reducción es más fuerte.
En ese lapso, las pérdidas fueron de 16.3% de su superficie de aguas, que se redujo de 11.9 millones de hectáreas en 1999 hasta los 10 millones de hectáreas en 2020, una extensión algo mayor que el área de Portugal.
El principal impactado en la selva fue el gigantesco y caudaloso río Negro, el principal afluente del río Amazonas en su margen izquierdo, pues la cuenca por donde corre perdió el 22% de su superficie de agua. (Fuente: The Guardian/EFE)