La Habana, 22 dic (RHC) Bárbara Dane, ícono de la música tradicional y folclórica norteamericana y activa luchadora por la justicia social, se encuentra nuevamente en Cuba para renovar sus votos solidarios con la Revolución e iniciar en la Casa de las Américas el programa conmemorativo por el cincuentenario del histórico Encuentro de la Canción Protesta.
Este jueves será investida como Miembro de Honor de la Uneac, organización que la considera, por su obra y la coherencia de su actitud militante, un paradigma del artista de nuestra época, resalta el periódico Granma.
El próximo miércoles 28 ofrecerá en la sala Che Guevara, de la institución fundada por Haydée Santamaría, un concierto en el que evocará su participación en un encuentro que reunió, entre el 27 de julio y el 8 de agosto de 1967 en Cuba, a destacados autores e intérpretes de nueve países, bajo un término que hacía explícito el compromiso de la canción con la transformación revolucionaria de la realidad.
Bárbara había estado un año antes en la isla y luego vendría varias veces más. Aquí estudiaron sus hijos, uno de ellos, Pablo Menéndez, guitarrista y compositor vinculado al Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, a Síntesis y fundador de Mezcla.
Ya desde entonces Bárbara era una leyenda. Instalada desde 1949 en California, comenzó a incursionar en los medios donde se difundía el jazz y la canción folclórica y a relacionarse con los veteranos cantores de Nueva Orleans. En 1959, Louis Armstrong reconoció públicamente su talento. Dos años más tarde abrió un local propio en San Francisco.
Hizo del blues una fortaleza: «Son canciones que hablan desde el corazón hasta el corazón. Los blues vinieron al mundo con el espíritu de convertir la locura en cordura, el dolor en alegría, la esclavitud en libertad y la enemistad en unidad. Esto es música para los supervivientes, y este espíritu es algo para ser aprendido, compartido y difundido hasta donde llegue. No importa lo que dicen las palabras, no importa a quién esté cantando, siempre es de lo que estoy cantando».
Junto a su arte creció una conciencia política y social que se expresó en su lucha contra la segregación racial, por los derechos de la mujer, por el respeto a las minorías, contra las agresiones imperialistas a otras tierras, y por la autodeterminación de los pueblos.
Con la fundación de la casa discográfica Paredon Records apoyó los movimientos revolucionarios y progresistas de todo el mundo. Más de 50 álbumes dieron cuenta de esa labor. «El sello —ha dicho— surgió para ayudar a romper las paredes etnocéntricas que separan a la gente, y la música es siempre un buen lugar para comenzar.
Grabamos música política de Cuba, Angola, Vietnam, Chile, Haití e Irlanda».
A los 89 años de edad, Bárbara permanece fiel a sus convicciones. Hace apenas unos meses puso a circular su más reciente disco, Throw It Away, con la pianista Tammy Hall, en el que ofrece versiones muy singulares de temas de Leonard Cohen, Paul Simon y Abbey Lincoln.
En la memoria de varias generaciones han dejado huellas sus interpretaciones de I Hate the Capitalist System (Odio el sistema capitalista) y Working Class Woman (Mujer de la clase obrera).
A finales de noviembre, interpelada por la publicación East Bay Times acerca del deceso del líder histórico de la Revolución Cubana, Bárbara expresó: «Era un verdadero líder, un ejemplo de cómo podías hacer frente al poder».