La Habana, 2 agos (RHC) La filial guantanamera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba -UNEAC-, entrega esta noche el Premio Guamo a la figura más destacada del último año por su aporte a la cultura e impacto social, y el lauro Honorífico, por la obra de toda una vida dedicada a ese ámbito en la provincia Guantánamo.

El jurado de este lauro -que llega a su trigésima edición- escoge entre siete nominados con excelentes desempeños en 2018, incluidos tres creadores muy jóvenes y reconocidos en sus ámbitos: la fotógrafa y artista visual Aneli Pupo, el actor Yosmel López, y la bailarina Aracelis Lobaina, esta última con amplia cosecha de premios en el período, entre ellos el Nacional Ramiro Guerra y el de interpretación del Grand Prix Vladimir Malakhov.

Valorados además por el tribunal los logros de impacto sociocultural de otros destacados afiliados de la UNEAC: la cantante Paula Villalón, líder de un proyecto musical con 28 años de popularidad; José Raúl, poeta, escritor y editor con varios libros publicados; la instructora de danza Ena Márquez y Ramón González, realizador de radio, todos propuestos al Guamo por sus respectivas instituciones.

George Pérez, presidente del jurado, explicó que la convocatoria se lanzó en diciembre, y la habitual entrega del galardón -siempre en la arrancada de la primavera-, se aplazó por coincidir con los procesos preparatorios del congreso del gremio, y se pacto para este agosto, en que la filial guantanamera cumple su aniversario 32.

La ceremonia de premiaciones se realiza esta noche en la sede de la institución, y como de costumbre, junto al lauro anual se conferirá el Honorífico por la obra de la vida, que puede recaer en una personalidad o institución con aporte relevante y sostenido al desarrollo de la cultura en la región.

En ambos apartados el laurel consiste en diploma y trofeo confeccionado a partir de la imagen del Guamo, hermoso molusco cubano de grandes proporciones, también nombrado caracol reina y utilizado antaño como instrumento sonoro, para en la distancia comunicarse los aborígenes cubanos.

En 1989 se otorga este simbólico trofeo que en sus inicios se esculpía en la propia concha nacarada de esos ejemplares marinos, pero en los últimos tiempos, por lógicas regulaciones de defensa ambiental, la figura se comenzó a recrear en madera, igual con bello diseño del arquitecto Fernando Castellanos y el artesano Alexander Gámez. (Fuente: ACN).