“Lo último que quedará será el libro”, Fidel Castro (+Fotos)

بقلم: Bárbara Gómez
2023-08-15 22:42:22

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Foto: Prensa Latina.

La Habana, 15 agos (RHC) “Lo último que quedará será el libro”, respondió Fidel Castro, el líder de Cuba, con esa confianza en sus palabras que lo caracterizaba, cuando le preguntaron por la rivalidad con las nuevas tecnologías e Internet.

Era 1998, corría la VIII Feria Internacional del Libro, entonces en el espacio capitalino de Pabexpo, el Comandante en Jefe llegó para robarse el interés de periodistas y camarógrafos presentes, nacionales y extranjeros acreditados en la nación caribeña.

La imagen del momento, de lo que nos habló, regresa hoy vestida de nostalgia por la oportunidad que tuvimos de escucharlo, también por la cercanía del pasado 13 de agosto, en lo que sería su cumpleaños 97.

También llega arropada de preocupación, ante el distanciamiento perceptible entre los más jóvenes hacia el libro y la buena literatura.

Como buen conversador, ese día Fidel nos regaló cerca dos horas de su tiempo en una disertación que abarcó los más disímiles temas, lo mismo vinculados con la literatura, la economía, los conflictos bélicos en el mundo; la conversación se movía a su antojo.

Fue un diálogo intenso con los presentes, incluidos escritores, en el cual el libro, a veces de manera evidente, a veces disimulada, se convirtió en un excelente provocador. De aquel rato inmenso, junto a la periodista Magda Resik, compartimos algunas de sus reflexiones.

“Siento dolor de que no podamos imprimir más libros y siento la obligación, como la sienten todos los compañeros que tienen responsabilidades en nuestro país, de hacer lo que puedan, aunque sea un poquito más de libros.

Hay una cantidad impresionante de lectores en nuestro país. Se interesan por obras de calidad y de las más variadas: desde libros de ficción, pueden ser libros de historia, de economía, de geografía, de ciencia…”

—Cuáles son los libros que a usted le apasionan, los que prefiere?

-Hay que acordarse de la dialéctica, las distintas edades. Los de historia siempre me gustaron mucho, desde que estaba en la escuela. La Guerra Civil Española… cuando empieza yo tenía 10 años y me leía todos los periódicos que llegaban.

No sabía distinguir muy bien entre un periódico y otro, entre izquierda y derecha, de esas cosas no sabía nada.

Pero había unos españoles que trabajaban con mi padre que no sabían leer ni escribir y cuando yo iba de vacaciones, por ejemplo, me pedían que les leyera.

Lo mismo les leía El Diario de la Marina, El País, cada uno tenía su línea (…) Todas las batallas principales de la guerra de España, a esa edad ya yo las conocía, la de Teruel, la del Ebro, el sitio de Madrid, todo aquello lo seguí. Me interesaban los libros militares, me interesaban mucho.

Recuerdo que una vez conseguí un álbum de las guerras napoleónicas muy bien hecho y con postalitas, eran postalitas pero como fotos, todo aquello del puente de Artola y Austerlitz, todas las batallas. Pero muy tempranito, ya desde la primaria yo los conocía.

Como encuentro algunos libros de historia de aquellas guerras de la humanidad, las de César, las de Aníbal, las de Alejandro… Creo que a casi todos los muchachos les interesaba de manera especial.

Estaba pasando el tiempo. Después esa pasión por los libros de historia de las guerras nuestras, la del 68 y la del 95. De la Historia de Cuba, mucho Miró Argenter, como dos veces me lo leí y tiene como 900 páginas. Era una cosa apasionante cuando aquellos libros caían en mis manos (…)

Después uno tiene su época romántica en que lee a Werther, de Goethe,; la María, de Jorge Isaac; la época de algunas novelitas de esas… Todo el mundo pasa por eso; ahora me gustaría releerlo a ver cómo reacciono.”

—¿Ya no lee historias de amor?

—Sí, por ejemplo las de García Márquez que ha escrito novelas de amor. El amor en los tiempos del cólera, por ejemplo. Nosotros somos muy amigos, y el suele mandarle el original a unos cuantos amigos, cuando ya lo tiene casi listo para imprimir. Incluso, con una gran modestia pide si hay algún detallito que no coincida.

Y siempre uno descubre un detallito como en el libro Del amor y otros demonios, en que había un caballito que le habían regalado al hombre, tenía 11 meses, no sé cuánto, y a los pocos días andaba cabalgando.

Le dije: oye pero el caballo tiene que tener por lo menos dos años y medio (…) son detallitos y él es muy cuidadoso con los detalles.

Me ha explicado que para que las cosas en las que él usa la fantasía tengan credibilidad es necesaria la precisión y la exactitud en todo lo demás que se escribe. Si va a hablar de insectos busca asesores, gente que le explique sobre insectos o sobre la naturaleza.

No recuerdo en qué otro libro tenía unos fusiles para cazar no se qué cosa que no se ajustaban al tipo de fusil para la cacería que estaba haciendo. Son detallitos de esos y él me manda los libros. Son libros de amor ¿no le parece a usted?

Ahora, si escribe un libro como Noticia de un secuestro es una maravilla, mucho más de historia que de ficción.”

—¿Y de las biografías de personalidades?

—Me leí casi todas las de Stefan Zweig. -¿Qué ha pensado sobre la suya?

—Nunca me he puesto a pensar en eso. Me horrorizo de pensarlo, cuando se me ocurre pensarlo. Cuando veo muchos testimonios, que es el punto de vista de cada uno, me horrorizo.

Me gustaría realmente poder escribir alguna vez cosas de las que viví; algunos pensamientos; algunos pensamientos cómo se originaron, cuáles eran determinadas concepciones del Moncada, antes del Moncada y hasta incluso críticas.”

—¿Ese es el libro que le gustaría escribir?

—Bueno, es el que mejor podría escribir porque de otros temas no sé tanto como de mi mismo. Aunque quizás nadie se conoce siquiera suficientemente bien a sí mismo.

—¿Usted ha soñado con escribir un libro?

—Un libro con las experiencias que he vivido, prerrevolucionarias y de la época revolucionaria: antes de la guerra, en la guerra, todas las ideas, cómo evolucionaron, todas las concepciones, y los años de Revolución.

—¿El libro se va a morir ante tanta tecnología?

—No, yo creo que lo último que quedará será el libro. Fíjate si no se mueren que todavía La Ilíada y la Odisea.

—¿Y la Biblia?

—La Biblia es posterior, ése es un libro de los primeros que tuve que leer desde primer grado… aprendí algunas cosas…

—¿Qué tiempo tiene el Comandante Fidel para leer?

—Ah, yo todo el tiempo… (sonríe)

—Sí, pero usted está tan ocupado…

—“Yo no estoy ocupado nunca, están ocupados los demás”.

Pero a pesar de la broma, quienes escuchábamos sus confesiones sabíamos el dolor que sentía al “no disponer de más tiempo para leer”.

Años antes, en una larga entrevista, le descubrió al nicaragüense Tomás Borge, su sufrimiento al ver una buena biblioteca: “Sufro cuando reviso una lista de títulos de todas clases, y lamento no tener toda mi vida para leer y estudiar.” (Tomado de Prensa Latina).



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