Buenos Aires, 16 ago (RHC) Lionel Messi regresa al seleccionado de fútbol argentino y deja atrás aquella renuncia en caliente luego de la derrota ante Chile en la final de la última Copa América.
La decisión llega posterior al contacto con el nuevo entrenador albiceleste, Edgardo Bauza. No hacía falta demasiada ciencia para comprender que Leo necesitaba tomarse un tiempo de descanso para atenuar el dolor de la última derrota, aclarar un poco sus pensamientos, y cuando eso pasara, volver al seleccionado.
Afortunadamente, ese tiempo no fue extenso. De hecho, el equipo mayor de Argentina no jugó ningún partido en ausencia del 10.
Aquí corresponde marcar un elemento importante: El regreso de Messi es un guiño auspicioso para el comienzo del ciclo Bauza, incluso podemos decir que es el primer partido ganado por el entrenador.
No sabemos lo que "El Patón" habló con Messi en la intimidad, tampoco si eso fue lo que le hizo cambiar de opinión. Es más, insistimos en que la decisión de Leo respondía más a un proceso interno que al convencimiento de alguien.
Como quiera que sea, Bauza es el gran beneficiado con esta realidad, por varios motivos.
En primer lugar, no es lo mismo arrancar un ciclo con Messi dentro del equipo, que sin él. El impacto desde lo anímico ya no es igual, para comenzar una gestión.
No se puede prescindir del mejor jugador del mundo en la actualidad en la construcción del nuevo equipo. No hay forma de llevarlo a la práctica.
Un seleccionado sin Messi dejaría la sensación, incluso en la asistencia a las tribunas, que ese no es el equipo verdadero, que le falta algo.
Y todos, dentro y fuera del equipo estarían, consciente o inconscientemente, esperado la vuelta del número 10.
Ni que hablar si los resultados son negativos. Si un equipo sin Messi no encuentra un buen funcionamiento y consecuentemente victorias, esto se traduciría de inmediato, en un clamor popular por el regreso de Lionel.
Como ejemplo se puede recordar las gestiones de Alfio Basile y Daniel Passarella en la selección, cuando Maradona volvía de las suspensiones de la FIFA, y ante cada derrota todo el estadio hacía tronar el canto emblemático: "Maradoooooo..., Maradooooo...".
Algo similar quizá hubiera pasado en la actualidad. Habría una presión extra para los otros integrantes del equipo.
Y especialmente para el afortunado en usar la camiseta 10. Ese futbolista soportaría todo el peso de la responsabilidad, estaría en el centro de todas las miradas, cada actuación suya sería evaluada con lupa.
Y además, cargaría con una mochila de cierta injusticia: Aunque hiciera muy bien las cosas, constantemente sería comparado con Messi.
En resumen, por todas estas razones, hubiera sido altamente complejo y desgastante armar un equipo desde la ausencia del rosarino.
Ahora que ya Bauza sabe que podrá contar con el crack del Barcelona, su labor comenzará a centrarse en armar el equipo lo antes posible, porque ya hay compromisos por eliminatorias mundialistas ante Uruguay y Venezuela (1 y 6 de setiembre).
Bauza deberá trabajar en el recambio (ya aparecen algunos nombres como los de Lucas Pratto y Lucas Alario, pero vuelve el veterano Demichelis, y no está Higuaín).
El otro aspecto son los interlocutores para Messi. Insistimos en el concepto madre: Saber rodearlo no implica llevar a sus mejores amigos, sino a quienes sean más funcionales a su juego.
De vuelta al punto central, la presencia de Messi en la selección simboliza su pertenencia. El mismo expresó: "amo demasiado a mi país y a esta camiseta", algo que nunca estuvo en discusión dentro de la inmensa mayoría.
Es también una motivación más para el jugador que ha conquistado tantos logros a nivel de clubes.
Messi sabe que en su carrera lo ganó casi todo, pero que aún no lo ha ganado todo. Y esto Leo lo conoce mejor que nadie.
Ese es un excelente objetivo para seguir escribiendo su historia, para seguir andado.
(Tomada de Prensa Latina)